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El otro México en Estados Unidos

30 de enero de 2025 00:03

Años 60, la fuerza de las masas. En casi todo el mundo se desarrollaron movimientos sociales, y en Latinoamérica incluso movimientos armados que buscaban, como fue en Centroamérica, deponer a las tiranías oligárquicas que mantenían subyugadas a las masas populares a base de fuego y cárceles.

En México, una cauda de movimientos estudiantiles, campesinos y de trabajadores cuestionaron no sólo las estructuras, sino pergeñaban una nueva organización social, sin estar exentos de grupos armados actuando en áreas rurales y urbanas. Estados Unidos no fue la excepción, estudiantes universitarios se opusieron a la guerra contra Vietnam, y chicanos y afrodescendientes lucharon por los derechos civiles principalmente en las ciudades.

Igual, las comunidades mexicanas de Texas y Nuevo México tras un siglo de intentos porque les devolvieran sus tierras, organizaron protestas pacíficas, pero en 1966 y 1967 pasaron a la ocupación armada de las tierras que por derecho les pertenecían.

Siglo XlX. Al perder la guerra de intervención armada contra México, 1846- 48, este país se vio obligado a ceder a Estados Unidos la mitad de su territorio, mediante el Tratado de Guadalupe Hidalgo, eufemísticamente denominado Tratado de Paz y Amistad, oficialmente. Así, una parte de mexicanos quedó al norte de la nueva línea internacional. Para ellos el tratado estableció la garantía de que conservarían sus propiedades y serían incorporados como ciudadanos con derechos otorgados por la Constitución estadunidense.

Pero no fue así, los anglos tomaron ventaja y los propietarios fueron obligados a vender la tierra o despojados con violencia, asesinados junto con sus familias. El grupo de mexicanos que un siglo después se armó en los años 60, eran los herederos de aquellos despojados de sus ejidos de propiedad comunal. Entonces, como trabajadores agrícolas, o campesinos empobrecidos, buscaron en las cláusulas del tratado de 1848, en las antiguas leyes de la Corona Española y en la Constitución de Estados Unidos, salidas al bloqueo jurídico de las cortes de justicia estadunidenses, pero nada sería fácil.

Sin embargo, en esas comunidades la movilización de los campesinos no carecía de antecedentes: entre 1859 y 1861 el texano Juan Nepomuceno Cortina sostuvo dos guerras contra los ocupantes anglos que habían despojado a los propietarios de su tierra, y años antes organizó una guerrilla para oponerse a la anexión de la República de Texas a Estados Unidos. Poco después, 1889 y 1890, Juan José Guerra organizó una guerrilla denominada Gorras Blancas para recuperar la tierra, que tuvo bajo control temporal de autogobierno buena parte del territorio de Nuevo México.

Años 60 de Reies López Tijerina, originalmente predicador de la Iglesia pentecostal, después de rechazar todas las religiones y la educación que imponía el sistema anglosajón, acontecimientos posteriores lo convirtieron en líder de quienes reclamaban la devolución de tierras para comunidades de Texas y Nuevo México. Pero este hombre que no terminó la primaria sintió que ante los abogados oficiales y los jueces de la Suprema Corte debía documentarse no solamente en los términos en los que se firmó el acuerdo de Guadalupe Hidalgo, sino en las Leyes de Indias de la Corona Española.

Para entonces había formado la Alianza Federal de las Mercedes, pero en otras partes de su libro testimonial, Mi lucha por la tierra, habla del pueblo mestizo indohispano, diferenciándose del término chicano, que cobró fuerza en los 60 del siglo XX, antes del concepto latino. La organización de su pueblo le permitió viajar a la Ciudad de México y tiempo después a España. Quería leer las Leyes de Indias y profundizar en los demás ordenamientos que rigieron durante la Colonia, la renta y el otorgamiento de mercedes. Buscó los términos del Tratado Guadalupe Hidalgo que podrían aprovecharse. Tanto en México como en España fue asesorado por prestigiados juristas, pero siempre pendiente de cómo la prensa anglosajona distorsionaba el movimiento.

Es decir, como activista de una causa, sintió la necesidad de abrevar en el derecho que rigió la condición de los ejidatarios desde la Colonia, lo cual lo convirtió en investigador por un tiempo. Apodado King Tiger por su audacia, enfrentó la persecución y la cárcel junto con los valientes de su pueblo. La hazaña que lo volvió famoso internacionalmente fue la vez que, junto con el pueblo, se presentó ante la corte de Amarillo, Texas, haciendo huir al sheriff que lo había encañonado. La noticia dio la vuelta al mundo y los jóvenes de las comunidades, de servicio militar en Vietnam o estacionados en Alemania le enviaron recortes del episodio.

Como podemos ver, el otro México al que apenas si prestamos atención, sí existe. Por temporadas se moviliza por causas que no podemos ignorar porque son nuestras también. Quizá si hallamos la clave de cómo activar su memoria y acoplamos nuestros esfuerzos, esto podría traer una enorme fuerza para construir allá y aquí, Méxicos nuevos, justos y equitativos.

*Profesor de El Colegio de Sonora



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