En junio de 1975 había un tiroteo entre militantes del Movimiento Indio Estadunidense (AIM, por sus siglas en inglés) y agentes de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) en la reserva de Pine Ridge en Dakota del Sur.
El choque dejó tres muertos, un militante de AIM y dos agentes de la FBI, que inmediatamente lanzó la caza más grande de su historia por los militantes de AIM que huyeron del lugar.
Meses después, Dino Butler y Bob Robideau fueron detenidos. Leonard Peltier logró fugarse a Canadá.
Butler y Robideau fueron juzgados por la muerte de los dos agentes en el estado de Iowa, lejos de la escena del tiroteo y fueron declarados no culpables por razones de defensa propia. Peltier fue extraditado desde Canadá después y tuvo un juicio separado en Fargo, Dakota del Norte, un área más conservadora y fue condenado a dos cadenas perpetuas consecutivas basado en información no presentada a la defensa de Peltier, como un informe balístico que mostró que el arma atribuida a Peltier, un AR-15, no fue la que disparó a los agentes.
Peltier pasó los últimos 50 años en varias cárceles federales de Estados Unidos. Logró fugarse por un tiempo de la prisión de Lompoc, California, por lo que obtuvo otra condena.
Leí sobre el caso a finales de los años 80 mientras vivía en Nueva York. Me fascinaba y busqué más y más información sobre el caso, incluyendo cientos de documentos de la FBI e informes de sus abogados defensores. Me puse en contacto con su comité de defensa y ellos pasaban mi número de teléfono a Peltier y solíamos hablar cada día, a cobro revertido. Pasé diciembre de 1989 en la entonces Checoslovaquia durante la revolución de terciopelo y hablé del caso de Peltier con unos amigos checos que luego tuvieron puestos gubernamentales y en los medios de comunicación. Al regresar a Estados Unidos decidí visitar a Peltier en la cárcel federal de Leavenworth, algo que hice en 91 y 92 gracias a la ayuda de la embajada de Checoslovaquia.
Al visitar a Peltier en Leavenworth, el alcalde de la prisión nos dio una planta vacía para las entrevistas que le hice. Peltier me enseñó como sacar café de la máquina que tenían dentro del lugar de visitas para los presos y sus familiares. Tomamos café y hablamos mucho sobre aquel día en junio de 1975 y los largos años de cárcel desde entonces.
Peltier pasó mi información a su comité de defensa para intentar convencer al entonces presidente de Checoslovaquia, Vaclav Havel, a interceder ante el entonces presidente George Bush para liberar a Peltier, como lo habían hecho Nelson Mandela, la Madre Teresa y el Dalai Lama, entre otros.
Presidentes iban y venían sin hacer nada por Leonard Peltier, a pesar de que mostraban interés, pero no querían enfadar el poderoso lobby de la FBI. El otro día empecé a recibir mensajes diciendo que el presidente Joe Biden había firmado un decreto liberando Peltier de la cárcel para arresto domiciliario, ahora enfermo y con 80 años. Algo es algo. Bienvenido a casa, Leonard.
Tenemos que tomar otro café pronto en tu casa y sin las torres de la cárcel afuera.
*Periodista y autor del libro Leonard Peltier: La lucha india en voz alta