Las deportaciones masivas de migrantes indocumentados, no sólo mexicanos sino de Latinoamérica y de otras latitudes, son una manifestación de la impunidad con la que actúan los poderosos del mundo, en este caso Estados Unidos, destruyendo familias, vidas, bienes acumulados de toda una vida de trabajo, van a desaparecer; a pesar de haber solicitado por años documentos que permitan su estancia regular, lo que han recibido son negativas. Regresar es simplemente una tragedia. Pero sobre todo se trata de una violación a los derechos humanos. Y si bien es loable e importante que el gobierno mexicano esté haciendo un conjunto de acciones para recibirlos, lo que hay que resaltar es que se trata de una violación a los derechos humanos. Por lo tanto, amerita emprender acciones legales, como podría ser abrir una queja ante el Consejo de Derechos Humanos, principal órgano intergubernamental de Naciones Unidas que se encarga de la protección de los derechos humanos en todo el mundo.
Por lo menos hay que dejar constancia de que se están violando los derechos humanos. Y en este mismo sentido, considero que el gobierno mexicano no debe aceptar que migrantes no nacionales sean enviados por Estados Unidos al país, no se trata de tener una visión humana en relación con estas personas, y menos de cooperar con quien viola derechos humanos y quien además los envía a otro país diferente al suyo. México no debe prestarse a ello, no debe ser cómplice de esta violación.
El plan de trabajo de Donald Trump se enmarca en un conjunto de órdenes ejecutivas, muchas de las cuáles requieren la concurrencia del Congreso y por lo tanto es cuestionable que puedan llevarse a cabo. Sin embargo, lo que pretende es mostrar ante las cámaras y al mundo entero que es el centro de la atención del universo y que, con su pluma, tiene el poder para hacer lo que le parezca. Pero más allá de ir analizando una por una, lo que hasta ahora parece quedar clarísimo es la pretensión de eliminar cualquier regulación que pueda afectar lo que considera como “libertad”. Preocupa la desregulación en relación con el cambio climático, por eso ha decidido salirse del Acuerdo de París; con esta decisión llevará a cabo su mayor interés, que es “perforar, perforar”, sin importarle lo que digan los científicos alertando sobre el peligro del calentamiento global.
Otra orden ejecutiva se relaciona con las comunicaciones, respecto a las cuáles ha decidido eliminar cualquier tipo de regulación. Con lo cual se espera que las redes sociales en manos de Elon Musk, las propias de Trump y la de Zuckerberg, personaje este último que cambió rápidamente la política de sus redes sociales para estar totalmente a tono con la red social X, que ahora serán lo mismo. De esta forma se convierten en armas de manipulación, de mentiras y difamaciones, con total impunidad. Lo que será utilizado como propaganda y así se convertirán en los mejores medios para embrutecer a las poblaciones, se podrá mentir, difamar, odiar, sin restricciones. Otro tanto sucede con su decisión de salir de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al estar en contra de las regulaciones, por ejemplo, en caso de posibles pandemias. Lo más grave es hacer una política contraria a las vacunas, con lo cual el futuro se presenta realmente muy peligroso para el mundo entero porque, gracias a la ciencia y los científicos, las vacunas han logrado erradicar gravísimas enfermedades, como el sarampión, la poliomielitis y la viruela, entre otros. Gracias a la inconsciencia e ignorancia del millonario se va a exponer a la humanidad a contagios que habían sido erradicados.
El complejo militar industrial por supuesto que tiene su espacio en el “plan” de Donald Trump; de hecho, ha señalado que va a otorgar un importante aumento al rubro de defensa. No hay ninguna razón para creer que, a pesar de que Trump se considera un “adalid de la paz”, continuará la fuerza bruta para eliminar a quienes considera enemigos, particularmente a Rusia, Irán y China. Y en América Latina utilizará todos los instrumentos a su alcance, golpes de Estado, apoyos militares, presupuestos “para el desarrollo”, es decir, ayuda a opositores combinando intereses con las élites, para impedir que algún país intente derroteros que lleven a superar la dependencia, el subdesarrollo, las asimetrías económicas, las desigualdades; todos serán motivo de sanciones ilegales, unilaterales y draconianas.
La crisis del patrón de acumulación neoliberal en transición tenía varias alternativas para consolidar el nuevo patrón de acumulación. De acuerdo con Valenzuela, una alternativa que empezaba a emerger en países europeos y Estados Unidos con Donald Trump era el “nacionalismo de corte fascistoide”, la que, en sus palabras, “era la alternativa que empezaba a mostrarse con la mayor posibilidad de materializarse”. Valenzuela no se equivocó.