Através de Carolina Aranda (hija de Javier Aranda, colaborador de La Jornada), Elvia Ardalani, maestra de la Universidad de Texas-Rio Grande Valley, nos informa de las reacciones de los estados norteños a las declaraciones de Donald Trump y su política: America for the americans
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La catedrática vive en Harlingen, Texas, muy cerca de nuestra frontera con Estados Unidos. Coordina el área de letras y se une a nuestra indignación por las declaraciones más recientes del actual presidente de Estados Unidos.
–Todos los estados fronterizos en los que hay una gran presencia hispana (la mayoría de origen mexicano) pertenecen al estado de Texas desde hace más de 100 años. Son comunidades con presencia en la vida del país y son parte de su tejido social. Se trata de profesionistas, médicos, enfermeras, obreros, campesinos. Antes, los mexicanos o latinoamericanos eran exclusivamente mano de obra, pero ahora Texas cuenta con profesionistas en todos los niveles socioeconómicos. Quisiera subrayar (independientemente de lo que está sucediendo ahora) que estas comunidades han aprendido a integrarse, saben cruzar no sólo físicamente las dos zonas fronterizas (tanto la mexicana como la estadunidense) y conocen las dos culturas, ya que han logrado conservar su esencia mexicana.
–¿Aguantan todo?
–Tienen el don de la supervivencia; ahora hay mucho pánico por la política actual, pero hay que ver el contexto histórico. Soy optimista, porque desde mi punto de vista, estas comunidades seguirán siendo esenciales en la vida de Estados Unidos, país de migrantes por excelencia.
–¿De qué estados provienen?
–Hay mucha migración de Michoacán, de San Luis Potosí, de Zacatecas, pero lo importante es que ahora esas migraciones ya no sólo son mexicanas, sino de Centro y Sudamérica, sobre todo de Venezuela, pero claro, hay enorme presencia de origen mexicano. Hay algo que le quiero contar, porque lo veo todos los días, la situación de los dreamers, porque estos mexicanos vinieron a Estados Unidos con sus recién nacidos y han crecido aquí y ya ni siquiera hablan español. No tienen un status legal, y eso lo vemos a diario en todas las actividades de nuestro estado. Es una situación muy difícil que debe verse con un enfoque muy humano, debido a que son niños que no vinieron aquí voluntariamente. La vida de esos bebés se restringe a la zona sur de Estados Unidos, nunca pueden salir de ahí por alguna razón legal. Hasta donde sé, algunos niños de México y de Centroamérica llegan solos, y esto sucedió durante la administración de Biden, lo sé de primera mano; conozco gente que trabaja con ellos, y les ha tocado ver que padres de familia de todo Centroamérica dejan a sus hijos ahí y, si no lo hacen personalmente, se los encargan a sus familiares, quienes alegan que no pueden mantenerlos.
–¡Qué horrible!
–Sí, es horrible. Algunos también abandonan a sus bebés de meses en los centros de la línea fronteriza porque creen que eventualmente sus familiares en Estados Unidos los recogerán. Algunas madres apuntan en un papel el nombre y la dirección de su criatura en el pañalito o en la sabanita en la que la envuelven.
En la administración de Biden había centros que aún hoy día operan en Texas y siguen recibiendo niños. Son situaciones muy difíciles de comprender. También es muy duro el abandono de muchos de nuestros pequeños de América Latina, que siguen llegando valientemente solos y se exponen al rechazo.
–¿No se hizo Estados Unidos un gran país con la aportación de migrantes?
–Claro, por eso es impresionante esta satanización actual del presidente Trump. Lo esencial es que México y los países de América Latina que vienen subiendo a Estados Unidos se pongan de acuerdo para confrontar el rechazo. Más que problema político y económico, el de la migración es un problema humano que abarca a todo nuestro planeta. El sueño americano
ya no existe; no sé si alguna vez existió. Para un extranjero es cada vez más difícil tener trabajo, casa. La gente promedio vive difícilmente. También la middle class está sufriendo. Aspirar a vivir en Estados Unidos habla de las malas condiciones en que viven los migrantes en sus países. Todos los gobiernos de América Latina son responsables de su territorio y de su gente. ¡En los años 80 y 90, la cantidad de cadáveres de los creyentes en el american dream encontrados en el desierto no desanimó a un solo latinoamericano!
“¡El maltrato a los migrantes es global, trágico e inhumano! Soy tamaulipeca y vengo de un llamado ‘estado callado’; por eso ahora levanto la voz, para contar lo que he vivido en carne propia.
En todos los diarios de nuestro continente se publicó en abril de 2024 un informe del Departamento de Seguridad Nacional que indica que para inicios de 2022 había cerca de 11 millones de inmigrantes indocumentados viviendo en Estados Unidos. El Centro de Estudios de Migración estimó que había 11.7 millones en julio de 2023 y se reportaba una tendencia al aumento desde 2019 que se acercaba al máximo histórico registrado en 2007: 12.2 millones. Los inmigrantes indocumentados representan 4.8 por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos (8.3 millones de trabajadores).