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¿La fiesta en paz?

26 de enero de 2025 08:41

"Yo tengo una fundamentación ( sic) que a lo mejor está (es) errónea: tiene que ver con el poder que tienen ciertos empresarios que son fanáticos ( resic) de esta mal llamada tradición ( recontrasic de casi cinco siglos), que desde mi punto de vista transgrede absolutamente la dignidad de todos los seres vivos no humanos” ( sicazo que resonó en los infernales rastros del planeta), declaró en entrevista el diputado Jesús Sesma, del pragmático y útil al sistema político, Partido Verde Ecologista de México. Como no lo caracteriza el rigor de sus fundamentaciones, este verde, sin idea de lo que está hablando, supone que los emprezafios que en las recientes tres décadas se han encargado de la fiesta de los toros en el país, son fanáticos de esta tradición. No, Sesma, sólo son potentados que utilizan la tauromaquia como terapia ocupacional y sin regulación alguna. Un empresario fanático o exageradamente entusiasmado por algo, se obsesiona por el éxito de sus empresas, no por hacer el ridículo.

Hará poco más de veinte años presenté a algunas asociaciones sugerencias para el mejor manejo de su imagen institucional, con la finalidad de difundir en los medios, autoridades, público en general y asociados, una imagen de su asociación como organismo fundamental de la fiesta brava de México y su importante contribución a esta tradición mediante su añejo desempeño profesional.

Propósitos tan sencillos como: enfatizar la importancia económica, cultural e identitaria que entraña su actividad profesional, tanto para la salud del negocio taurino como para el país, subrayar el sentido de la tauromaquia como patrimonio de los pueblos donde es aún vigente, así como su originalidad y misterio, en contraste con la uniformidad del resto de los espectáculos en el mundo. Desarrollar probados sistemas de capacitación, tanto para los propios asociados como para comunicadores, público aficionado y las mismas autoridades. Y reforzar el perfil, papel cultural y sentido social de su asociación ante la sociedad mexicana.

Lo anterior sería mediante: a) Videocharlas con filmaciones de faenas memorables, de ser posible con la presencia del ganadero, el matador y algunos miembros de la cuadrilla. b) Conferencias especializadas y mesas de debate. c) Cine-club taurino, quizá con los comentarios del director o actores, así como de ganaderos y toreros y un moderador especializado en cine. d) Recitales de poesía y música alusivos a la tauromaquia como expresión cultural de algunos pueblos. e) Presentaciones de libros, nacionales y extranjeros. f) Convocatoria anual a concursos de tesis profesionales sobre temas relacionados con la fiesta de los toros. g) Exposiciones temporales de pintura, escultura, fotografía y colecciones particulares. h) Visitas guiadas, semanales o mensuales, a ganaderías de reses bravas y a tentaderos didácticos. i) Cursos periódicos de actualización, con videos y apoyos visuales, dirigidos a comunicadores, peñas, jueces y público.

Concluía que no se trataba de convertir a las respectivas asociaciones en secretarías de cultura taurina, sino de empezar a llenar el enorme hueco informativo y formativo que se ahondaba en torno a la comprensión y valoración del toro de lidia y del torero y su impredecible comportamiento en el ruedo. Advertía que, en materia de recursos humanos, materiales y financieros, con el apoyo de patrocinadores, socios y empresarios, la intervención de un coordinador imaginativo, una difusión atractiva y oportuna de cada evento y la elección de un local estratégico, los costos serían mínimos y los resultados, a corto y mediano plazos, de gran beneficio para la imagen pública de esas asociaciones y el fortalecimiento de la tradición taurina de México. A nadie le interesó.



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