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Migración climática

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Un helicóptero vierte agua para combatir los incendios forestales en la zona de Los Ángeles, California. Foto Afp.
23 de enero de 2025 09:00

Algo más antiguo que la agricultura es la migración. Antes la gente migraba para buscar una vida mejor en términos sociales, económicos, políticos, o para huir de la violencia. Hoy migramos a causa del cambio climático. Tan solo recordemos algunos de los eventos más devastadores de 2024. El primero de enero un terremoto de 7.3 grados sacudió Japón; del 31 de enero al 12 de febrero Chile experimentó una serie de incendios forestales que se extendieron rápidamente gracias a las altas temperaturas, sequías y vientos fuertes; en septiembre el huracán Helene arrasó con miles de habitantes de República Dominicana; las inundaciones a causa de la DANA devastaron Valencia. Y la sequía en el Amazonas que ha aumentando a lo largo de los años ha afectado la seguridad de las vidas humanas, animales y vegetales.

El 22 de abril de 1500 alguien de la tripulación de Pedro de Álvarez Cabral gritó “¡Tierra a la vista!”, momentos más tarde los europeos llegan a Brasil. Aunque al principio creyeron llegar a las Indias, una confusión que los mexicanos conocemos muy bien, quedaron mudos ante la majestuosidad del Amazonas, una selva que se extendía del nordeste de dicho país hasta Argentina. Hoy solo queda el 8% de tan majestuoso lugar. Una de las causas de esta terrible devastación es la ganadería, una actividad que ha hecho crecer la economía brasileña durante todos estos años. No es de sorprender que Brasil es el principal productor de carne a nivel mundial. ¿Cómo lo ha logrado? Deforestando la selva.

De acuerdo con el Center for Disaster Philantropy “entre finales de abril y mediados de mayo se produjeron precipitaciones e inundaciones sin precedentes en Río Grande do Sul, un estado del sur de Brasil. Las aguas cálidas del océano Pacífico, afectadas por El Niño, y las temperaturas muy altas del océano Atlántico Sur contribuyeron a la humedad y aumentaron la cantidad de precipitaciones”. Durante este periodo, las lluvias torrenciales fueron tres veces más intensas que el promedio anual en la región. Como los árboles que talaron amortiguaban el golpe de las lluvias, muchos brasileños vieron pasar la vida delante de sus ojos esperando que el próximo ahogado no fuera ninguno de ellos o algún ser querido.

Uno de estas personas fue Anderson da Silva Pantaleão. Un bartender que vio cómo el agua color arcilla llenaba las calles de Porto Alegre. Para las 9 de la noche el agua le llegaba a la cintura. “Entonces empieza el miedo, solo tratas de no ahogarte”. Asustado corrió con el vecino del segundo piso. Y durante las siguientes tres noches sobrevivieron racionando agua, salchichas y queso. Con otras dos personas tomaban turnos. Turnos para cuidar que el agua no se los tragara. Aunque más adelante los rescató un barco militar, el terror de perder a sus seres queridos lo mantuvo alerta.

Pero ¿cómo llegamos a este punto? De acuerdo con el doctor Jay Harman, un biomimético que ha dedicado su vida a idear soluciones industriales con base a patrones naturales, nos dice lo siguiente: “con la Revolución Industrial llegaron fuerzas explosivas como las máquinas de vapor accionadas por pistones, y todo empezó a mostrar preferencia por las líneas rectas…Facilitaba las cosas. A medida que la humanidad se adentraba en este paradigma, empezó a diseñar herramientas que encajaran con el nuevo enfoque: planas, rectas, y sin relación alguna con la naturaleza. Si necesitábamos más energía, no nos preocupábamos por la eficiencia perfecta, que es fundamental para el funcionamiento de la naturaleza; tan solo añadíamos más combustible.”

Bajo este razonamiento se explica la devastación del Amazonas. El combustible en este caso es el dinero, por lo tanto no importa si en el proceso se destruye la Selva más grande del mundo. A la larga, si seguimos pensando solamente en la ganancia desde el punto de vista económico no solo habrá más desastres naturales provocados por el ser humano, también causará que la gente migre a otros lugares. Lugares que tal vez no estén preparados para recibir a tantas personas, pero ¿qué alternativa tienen aquellos que huyen de las inundaciones o de cualquier otro desastre de este tipo? Ninguna.

Hoy que estamos iniciando el año y es tiempo de migraciones masivas debemos pensar cómo vivir de una manera más ecológica. Si no lo hacemos cualquiera de nosotros, algún familiar o amigo podría morir mañana a causa de los desastres que hemos provocado a lo largo de los años. Los grandes monstruos del Apocalipsis no son criaturas mitológicas que salen del Cielo o la Tierra. El verdadero monstruo somos nosotros.



Guillermo Saccomanno, Premio Alfaguara de novela con ‘Arderá el viento’

"Escrita en un estilo parco y de una rara intensidad, la novela es la cuidadosa construcción de un deterioro", Juan Gabriel Vásquez, presidente del jurado.

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