A lo largo de la historia, los imperios se han establecido conquistado territorios, mares y aire. Ya no es suficiente. Desde la lógica de las su perpotencias y sus magnates, el futuro será de quien domine el espacio exterior.
Así de claro lo advirtió Donald Trump, en su discurso frente de toma de posesión frente al Monumento al presidente Abraham Lincoln: “Vamos a ir otra vez a la Luna, y plantaremos la bandera de Estados Unidos en Marte pronto”, dijo. En esta apuesta por el porvenir, sobresale el hombre más rico del mundo, Elon Musk. Consejero delegado de la fabricante de automóviles Tesla, fundador de la compañía aeroespacial SpaceX, que, según él, se propone llevar a la humanidad a Marte y garantizar la supervivencia de la especie.
Controla, también, la red social X, la firma de inteligencia artificial xAI y la empresa de túneles Boring Co. Su fortuna se calcula en más de 421 mil millones dólares, según la lista de mutimillonarios de Forbes. Nacido en Pretoria, en 1971, migró de Sudáfrica a los 17 años para eludir el servicio militar. Su visión de la vida está marcada tanto por la mercalodatria como por la ciencia ficción. La primera película que vio, y que influyó en su ensoñación con los viajes interestelares, fue Star Wars: Episodio IV; una nueva esperanza.
De joven leyó Guía del autoestopista galáctico, de Douglas Adams. La novela, le enseñó –según él– que: “si puedes formular correctamente la pregunta, entonces la respuesta es la parte fácil” (https://shorturl.at/2jPGF). El 9 de enero, metiéndose de lleno en el proceso electoral alemán, Musk entrevistó en X, a Alice Weidel, candidata a canciller del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Allí, fiel a sus fantasías aeroespaciales, el tecnobillonario (ocho de las 10 personas más ricas del mundo son magnates de la tecnología), además de afirmar que esa nación está “al borde del colapso económico y cultural”, refrendó su convicción en que la humanidad está condenada y para salvarla es necesario colonizar Marte.
Apenas el domingo, puntualizó en X: “Marte es el nuevo mundo”, sobre un mensaje que anunciaba: “El Starship llevará la vida más allá de la Tierra. El primer cohete jamás diseñado para ir a Marte”. La pasión de Musk por conquistar el espacio y por los desastres que amenazan con acabar con el mundo y la especie humana van de la mano con su alianza empresarial con la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA).
SpaceX tiene contratos con el gobierno de Estados Unidos por más de 15 mil millones de dólares. La NASA subroga en ella parte de su programa de cohetes. La agencia la escogió para derribar, al final de su vida útil, a principios de la próxima década, la Estación Espacial Internacional. El Pentágono utiliza sus servicios satelitales, claves en sus operaciones militares en el planeta. El apoyo del hombre más rico del mundo a la candidatura de Trump en las pasadas elecciones presidenciales de Estados Unidos, fue pieza clave en la contienda.
El tecnomillonario donó más de 200 millones de dólares a la campaña del republicano y puso la red social X a su servicio. Durante su discurso de la victoria electoral, Trump no escatimó alabanzas a su poderoso aliado. “Tenemos una nueva estrella. Ha nacido una estrella: Elon. Es un tipo increíble. Hemos pasado la noche juntos. Hemos hecho campaña juntos ”, dijo, llamándolo “supergenio”. El mandatario se prodigó en halagos para el multimillonario.
Al describir el lanzamiento de cohete de SpaceX, dijo: “Elon, ¿fuiste tú? Sí, fui yo, me dijo. ¿Quién más puede hacerlo? ¿Rusia? ¿China? ¿Estados Unidos? Nadie más. Por eso te amo”. De premio, el presidente le encargó di rigir, junto con Vivek Ramaswamy, ex candidato presidencial republicano, el Departamento de Eficiencia Gubernamental. “Juntos –anunció Trump–, estos dos maravillosos estadunidenses allanarán el camino para que mi administración desmantele la burocracia, reduzca el ex ceso de regulaciones, reduzca los gastos innecesarios y restructure las agencias federales”.
Aun sin asumir su nuevo cargo, Musk usó su cercanía con el mandatario para hacer negocios. Todo parece indicar que el gobierno italiano de la ultraderechista Giorgia Meloni, está en camino de acordar, por mil 500 millones de euros en cinco años, unirse al sistema de satélites de Starlink. El contrato habría sido fruto de la reunión que la primera ministra italiana tuvo con el magnate, en Mar-a-Lago, residencia de Trump en Florida.
De materializarse, SpaceX daría servicios de cifrado para el gobierno italiano y la infraestructura de comunicaciones para servicios militares y de emergencia. Y, aunque un día después del encuentro el gobierno italiano negó el acuerdo, todo indica que las cosas caminan en dirección a firmarlo. Además, el hombre más rico del mundo ha intervenido directamente en asuntos de política europea. Sus ataques personales contra Keir Starmer, premier laborista británico, han sido demoledores.
Estuvo presente en un telefonema de Trump con el presidente ucranio, Volodymir Zelensky. La injerencia de Musk en Europa llegó a un punto en que, el presidente francés, Emmanuel Macron, debió salir al quite: “Hace 10 años, si nos hubieran dicho que el dueño de una de las redes sociales más grandes del mundo apoyaría una nueva reacción internacional e intervendría directamente en las elecciones, incluso en Alemania, ¿quién lo hubiera imaginado?”
El nuevo expansionismo estadunidense no sólo busca comprar Groelandia, volver a Canadá su estado 51, apropiarse del canal de Panamá, expulsar masivamente migrantes o desatar una guerra de aranceles, sino colonizar el espacio exterior. La odisea espacial y la conquista de Marte del capitalismo muskiano forma parte de la nueva cruzada imperial por la apropiación privada del espacio ultraterrestre.
X: @lhan55