Para Martí Batres un frente de batalla de los conservadores contra la 4T es la salud. En su opinión, esto “no es casual” porque ahí “florecieron” intereses neoliberales que se vieron “afectados”: cambiaron reglas de compra de medicamentos; se frenaron subrogaciones, así como “dependencia” de éstos en la prestación de servicios y la construcción de infraestructura, y se nacionalizaron hospitales construidos como asociaciones público-privadas y servicios integrales. La campaña en contra, estima, busca establecer que “hay un retroceso”. Por eso se anima a “repasar” algunos avances que ya han “ocurrido” (El Heraldo, 09/12/24).
Se “creó” el IMSS-Bienestar, se “federalizó” el sistema con 23 entidades, se “implementó” La Clínica es Nuestra para rehabilitar-equipar-mantener al primer nivel con “participación social”, “aumentaron” la cobertura y el financiamiento de programas sociales que tienen funciones de asistencia y se “basificó” a miles de trabajadores.
Con muy poca precisión y con inexactitud, Batres asume inexistentes “cambios” en el sistema de pensiones por ahorro individualizado –en verdad, meros parches–; reconoce “aumentos” salariales y “eliminación” del outsourcing, así como “elevación” de trabajadores afiliados y mayores ingresos al IMSS; construcción de un “centenar” de hospitales; “más” médicos contratados y “nuevas” escuelas de medicina, y nuevos equipos. Mientras, en 2018 el sector público “contaba” con 35 mil 398 establecimientos, para 2023 ya eran 39 mil 735; en tanto, el gasto per cápita en salud para personas con seguridad social “pasó” de 6 mil 234 pesos en 2018 a 8 mil 202 en 2023.
Después agregó (El Heraldo, 23/12/24) que el neoliberalismo “instaló” pautas conductuales y patrones culturales mercantilizadores: “promovió” el desplazamiento del Estado por el mercado y “redujo” significativamente el financiamiento público real mientras “privatizaban” servicios integrales: imagenología, osteosíntesis, hemodiálisis, hemodinamia y anestesia. Igualmente, “subrogó” atenciones médicas masivas de lo público a la privado e “institucionalizó” los mecanismos de copago (Seguro Popular) para fortalecer la noción de que “todo” servicio debe pagarse. También “alentó” la contratación de seguros privados de gastos médicos mayores. Generó las condiciones para la “expansión” de farmacéuticas y biotecnológicas que priorizaron la rentabilidad sobre el bienestar general. La salud se transformó en un bien para quienes “podían” pagar por ella. Aseguradoras, hospitales privados y cadenas farmacéuticas dominaron el panorama. El enfoque curativo y la responsabilidad personal fueron la “cultura” dominante. Es momento de “no” esperar la enfermedad, sino evitarla.
Finalmente, consideró (El Heraldo, 30/12/24) que 65 años del Issste “son” una conquista de los maestros porque su creación expresa lo que Arnaldo Córdova “denominó” reformismo social del Estado mexicano. Antes del neoliberalismo, el sistema se caracterizaba por nacionalismo económico, reformismo en “lo social” y autoritarismo en lo político. Con el Issste (1960), el presidente López Mateos es un “típico” ejemplo de estos tres rasgos.
Por un lado, “reprimió” a ferrocarrileros, maestros, campesinos de Morelos y navistas de San Luis Potosí, mientras “nacionalizaba” la industria eléctrica, editaba los libros de texto gratuitos y creaba ese instituto.
Pero Batres estima que “nunca” se reconoce el papel que jugaron los maestros e informa que el libro de Manuel Ontiveros Historia del MRM, 1958-1961 “enumera” entre otras demandas del magisterio: sanatorio con todos los servicios, ampliación y mejoramiento de los servicios médicos establecidos, farmacias para el magisterio, reformas a la Ley de Pensiones, mejorías económicas para los jubilados como las otorgadas a los trabajadores en activo, guarderías y tiendas en cada sector.
Con esas perspectivas ¿está listo Batres para “dirigir” lo que hoy requiere el Issste? ¿Qué mejoras específicas propone (2025) para el abasto, diferimiento de consultas y calidad de la atención? ¿Cuál es su visión “progresista” de la salud y la seguridad social? ¿O es que sólo extenderá –para peor– el posneoliberalismo de “palabra” de sus antecesores Ramírez Pineda (2018- 21), Pedro Zenteno (2021-24) y Bertha Alcalde (2024-24) al frente de esta crucial institución?
Está en curso una corrección sobre el Issste-neoliberal (Rosa Icela Rodríguez). Pero llegó el momento de inyectar los cuantiosos recursos económicos indispensables para que cumpla con su función, que siguen faltando. Lamentablemente, sus 25 puntos para la transformación del Issste –en rigor, un listado de tareas por atender– presentados en la conferencia matutina del 14 de enero pasado), precisamente en el punto 25, no sólo no propone ninguna mejora, sino que más bien ya anticipa una contrarreforma al Issste que, como en los peores tiempos neoliberales, no sólo no da a nadie, sino que quiere seguir quitando a algunos. Ahí no están esos recursos económicos indispensables.
*UAM-X