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Apertura condicionada de la Iglesia a seminaristas homosexuales

15 de enero de 2025 00:03

A un renombrado periodista italiano de los llamados vaticanistas se le inquirió: “¿Cómo puede usted afirmar que 80 por ciento de los miembros de la curia vaticana son homosexuales? ¿Qué padrón usó, que estadísticas o investigación sustentan semejante afirmación?” El periodista aludido respondió: “Mire, en realidad fue muy sencillo, me acosté con muchos de ellos… quizá estoy aportando nuevos métodos para la investigación etnográfica”. La respuesta provocó la risa de las decenas de periodistas reunidos ahí. Estamos en la casa del periodista en Roma, febrero de 2019, en el contexto de la Cumbre sobre Pederastia en el Vaticano. Se presentaba la voluminosa investigación del periodista francés Fréderic Martel, su libro titulado Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano. El libro no pasó desapercibido en la opinión pública, incluso sectores conservadores culpabilizaban, en el contexto de la cumbre, a los sacerdotes homosexuales de la pederastia clerical.

La anécdota viene al caso porque la relación entre homosexualidad e Iglesia católica siembre ha sido no sólo atormentada, sino llena de dobles mensajes e hipocresías eclesiásticas. La conclusión del libro de Martel o como él mismo llama el código Martel es: entre más homofóbico es un clérigo, más homosexual es. Pretende escudarse y muy a menudo su homosexualidad disimulada es enfermiza. Hay que recordar que en 72 países, la homosexualidad todavía está penalizada y en siete de ellos está prevista la pena de muerte; de hecho, no es raro que los refugiados pidan asilo en los países occidentales cada año precisamente para salvarse de la intolerancia de sus gobiernos hacia este fenómeno.

Un nuevo episodio, de relación de la homosexualidad con la Iglesia, lo encontramos recientemente. La prensa italiana dio a conocer nuevas directrices de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), de que podrían ser admitidos homosexuales al seminario. Para consagrarse al sacerdocio no existen “barreras” para las personas homosexuales, señalaron. El extenso documento de los obispos italianos, de 89 páginas, titulado La formación de los presbíteros en las iglesias en Italia, establece directrices y estándares para seminarios, entra en vigor ad experimentum durante tres años. La cuestión de los homosexuales en los seminarios es clara: deben estar dispuestos a permanecer célibes y castos. Regla que también aplica a los seminaristas heterosexuales. Desde esta perspectiva no habrá impedimentos absolutos para los homosexuales en cuanto tales, sino para los que practican la sexualidad. Por tanto, en esencia, no se debe practicar el sexo, escribe la CEI en las nuevas directrices para la admisión a seminarios. Sin embargo, no se deben admitir aquellos cuyas tendencias homosexuales son profundamente arraigadas o que apoyan la llamada cultura gay.

Poco después de la publicación, sectores conservadores y miembros de la curia descalificaron las supuestas interpretaciones de los medios. El diario Avenire, conservador pro católico, tituló: Las normas sobre los homosexuales y el sacerdocio no han cambiado en absoluto. Textualmente dijo: “Tras una lectura parcial y descontextualizada por parte de algunos medios de prensa, una nueva intervención se hizo necesaria, sobre todo en la lectura del párrafo 44 del documento que aborda el tema de la homosexualidad en el curso de formación de los seminarios”.

Sin embargo, todo el mundo de la información captó bien la postura de los obispos italianos. Aun con matices e incertidumbres, a la luz de las nuevas directrices la condición de homosexualidad ya no se considera en sí misma un obstáculo para los estudios y para la propia ordenación, siempre que se cumpla la condición de celibato y, por tanto, la continencia sexual debe ser asumida libre y seriamente por todos los aspirantes al sacerdocio o a una orden religiosa. Hay cierto avance con altibajos, en la discusión sobre los homosexuales en la Iglesia. Estamos lejos de aquel enero de 1998, en que el poeta siciliano Alfredo Ormando se prendió fuego públicamente en la plaza de San Pedro de Roma. Como protesta por la postura condenatoria altamente discriminatoria adoptada por la Iglesia católica romana hacia los homosexuales.

Los gestos, documentos y símbolos son ambiguos y confusos. En 2003 Juan Pablo II definía la homosexualidad como una postura objetivamente desordenada. Su sucesor, el papa Joseph Ratzinger, en 2005 prohíbe la entrada de los homosexuales a los seminarios. En su gira por Brasil, Francisco afirmó en 2013: “Si una persona es gay, ¿quién soy yo para juzgarlo?”, lo cual levantó muchas expectativas sobre la rígida postura del Vaticano.

Poco después el papa Francisco reconoció la existencia de un lobby gay asociado a una corriente de corrupción en el Vaticano. Ante la presión del Sínodo Alemán, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano emitió el 18 de diciembre de 2023, una declaración titulada Fiducia Supplicans, que autoriza las bendiciones no litúrgicas de parejas del mismo sexo. En mayo de 2024 Francisco acusó en sesión privada que hay demasiado “mariconeo” en los seminarios. Se filtra la expresión que fue duramente reprochada.

En suma, muchos jaloneos sobre la condición homosexual para que todo siga igual. La Iglesia admite a los homosexuales sean laicos, seminaristas, religiosos y sacerdotes siempre y cuando no pongan en práctica sus tendencias sexuales. Muchos forcejeos y en realidad pocos cambios. Favorece que las controversias sean públicas porque contrasta con la apertura de muchos países a la diversidad sexual.

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