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¡Ahí vienen!

15 de enero de 2025 00:02

Envalentonados por la emergencia del escandaloso estadunidense color naranja, la derecha neoliberal reaparece en escena. ¡Ahí están!, con su trillado discurso centrado en la democracia derrumbada y sus relativas aberraciones políticas posteriores. Desde distintos ángulos y arropados por la institución (ITAM) que a tantos de ellos ha procreado, visualizan un momento propicio para sus afanes de revancha. Aunque hay algunos que no llevan esa marca escolar en sus alforjas, pero son coincidentes hasta el detalle.

Más aún, juntos, se han consagrado al decadente culto neoliberal, congregación que, piensan, pueden liderar. Sienten propicio el momento de incidir, no sólo como oposición, sino como empuje ente una Presidenta que sienten débil, temerosa, obediente discípula del oculto señor del gran poder, al cual siguen exorcizando ante sus arraigados temores y las muchas derrotas sufridas.

Unos, los críticos empoderados por los medios, esos que retuercen y empapan sus creencias en una democracia sui géneris, sacan, de nueva cuenta, sus dogmas a relucir. A sus conjuros aparecen trillados supuestos conceptuales fincados en algunos puntos, para ellos, medulares: contrapesos constitucionales, junto con instituciones independientes (Poder Judicial). No contar con tan cruciales nódulos definitorios de acción y poder, la deriva autocrática es inevitable. La vida democrática de este país cruje al solo conjuro de sus magistrales frases para los altares donde habitan.

El derrumbe es, por completo, su consigna sagrada. Si no hay cuerpos deliberativos independientes y autónomos, el poder se encrespa, se solivianta y estruja todo lo que existe. Situación similar al supuesto yugo que casi les impide escribir y difundir su acostumbrada colección de insultos personales y premoniciones alarmantes. Si no permanecen todas las instituciones, tan penosamente creadas en el pasado, por más que fueran coadyuvantes de un modelo concentrador a ultranza, la democracia caerá en el vacío y la tiranía se espera agazapada para obstruir la ruta a una feliz y humana convivencia.

En los trasiegos destructivos que la derecha ha ejecutado con eficacia reconocible, la ruta fue, para estos críticos, un llano y valido camino al éxito. Aunque con regularidad la acompasara con decadencia partidaria y continuos quiebres económicos como errores ciertos.

Y ahí se clavan, todos a una y con similar valentía de críticos soberbios y certeros (Silva-Herzog). Fuera de sus dichos y sentencias, el panorama es por completo un auxiliar relleno de sus negros dictados verbales. Las catástrofes las adjuntan sin recato. Nada puede escapar de este encierro vetusto de la actualidad que ellos predican con clarividente orgullo. La Presidenta está conduciendo al país y a su vida organizada hacia la autocracia, una estancia previa a la tiranía con su indeseable estado policiaco.

Similar situación panorámica asegura un, ahora viejo y trillado miembro de esa claque financiera neoliberal. Uno (E. Zedillo) que no ve más allá de sus creencias anquilosadas. Destino que es, para él, inescapable y trágico bajo el mando de la Presidenta de México. Es la profecía, revestida de cruenta realidad, lanzada sin recato por el sumo sacerdote de ese destructivo grupúsculo financiero, cobijado por el claustro de sus altivos y desinteresados semejantes (ITAM).

Ahí donde la disidencia de su maniqueísmo siempre fue de mal gusto ante los viejos tiempos del “único camino” viable. Cuánta soberbia en busca de torpes sitiales perdidos. Grandes teólogos de una religión –ya en franca ruta de desuso–, personajes que ya nada tienen de sustancia en sus mentes y decires, menos en sus gastados prestigios.

Ahora, de improviso, se arrogan el deber de reconducir al país por una senda que ellos pervirtieron de varias maneras y de truculentas formas, una y otra vez repetidas. El Fobaproa, con su precursor “error de diciembre” (–8 por ciento del PIB) fue sólo una señera cumbre que dejaron tras de sí.

Pero, respecto a otros guías segundones, financieros que siempre fueron cortesanos (Ortiz y Werner) y ensayistas de fórmulas financieras dizque “consagradas”, personajes que no ocultan el compulsivo deseo de extenderlas, como válidas, a la política y a todo lo demás. Aunque una y otra vez hayan fracasado en el intento. Pero, eso sí, para engrosar la eficiente e inhumana fábrica de pobres de la que fueron titulares.

Repetir el ejercicio de usar al ex presidente López Obrador como el ogro oculto en palacio, para achicar a la doctora Sheinbaum, los descubre en su bien encarnado desprecio por su ser de mujer. Hay que decir a esa caterva derechosa que doña Claudia es celosa guardiana del poder presidencial y que, bien sabe, es incompartible e indelegable.

La obra de AMLO queda inscrita, a pesar de críticos, para bien de la República. La que ahora inicia su camino, transitará por las mismas vías populares.



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