Varias voces analistas habían advertido que el acomodado diseño Ebrard-Altagracia-Consejo Coordinador Empresarial (EbrAltaEmpresa) del citado plan habría de toparse con los caprinos lances en cristalería económica del cobrón Trump (el Diccionario de Americanismos define el adjetivo anterior así: Referido a persona, tenaz, insistente en cobrar lo que le deben
(https://goo.su/USb16). Así que el anuncio del futuro habitante de la Casa Blanca pareció confirmar tales temores o prevenciones graves.
Sin embargo, en el propio ámbito mediático dominante en Estados Unidos se ve con reservas el estridente anuncio fundacional del Servicio de Impuestos Externos
. De entrada, no hubo precisiones que diferenciaran sustancialmente la nueva oficina de lo ya existente en el aparato burocrático estadunidense. The Washington Post, bajo la firma de Jacob Bogagey y Jeff Stein, aseguró que dos asesores externos
, bajo condición de anonimato, sugirieron
que el nuevo servicio
en realidad podría implicar cambiar el nombre de una oficina existente dentro del Departamento del Tesoro
.
En otra parte de esa nota se recuerda que “ The Washington Post informó anteriormente que los asesores de Trump están estudiando nuevos aranceles sólo para importaciones críticas, aunque se aplicarían a todos los países. Bloomberg News informó esta semana que Trump también estaba considerando un conjunto gradual de políticas arancelarias para todos los sectores”. Y no sólo eso: los críticos dicen que el anuncio de Trump refleja su deseo de tratar de ocultar el hecho de que los aranceles equivalen a un impuesto a los hogares estadunidenses. Trump sugiere con frecuencia que los países extranjeros pagan el precio de los aranceles, pero en realidad los importadores pagan los derechos
(https://goo.su/NGOscLv).
Desde luego, cualquier análisis sensato u información razonable pueden ser barridos por alguna de las rutinarias incontinencias de Trump, quien más allá de sus desenfrenos verbales desarrolla un proyecto meticuloso de recomposición económica y política mundial, acompañado de los magnates tecnológicos (Elon Musk, convertido en influyente factor de política nacional e internacional, y la más reciente incorporación abierta de Mark Zuckerberg), y de cuya orientación e intenciones también dan cuenta algunos de los convidados especiales a la toma de posesión del próximo 20: el argentino Javier Milei, el salvadoreño Nayib Bukele, la italiana Giorgia Meloni y el húngaro Viktor Orbán, y, sin ser gobernante, el español Santiago Abascal, del partido Vox.
A dicha toma de posesión no fue invitada la Presidenta de México, lo cual no constituye un desdoro, pues no se acostumbra invitar a tales asunciones en Estados Unidos a mandatarios extranjeros, sino a sus representantes diplomáticos acreditados, que en la especie habrá de ser el embajador Esteban Moctezuma Barragán.
Más allá de tal ceremonial, lo cierto es que hay incertidumbre y preocupación en México como Canadá (cuyo debilitado primer ministro, Justin Trudeau, sesionará con su gabinete el mismo día de la toma de protesta trumpiana). México estará especialmente atento a lo que emitirá Trump durante su primer día de gobierno, según ha adelantado, respecto a una dura acometida contra la inmigración no regularizada documentalmente, contra los cárteles mexicanos de crimen organizado, a los que pretende clasificar como organizaciones terroristas, y contra el tratado de libre comercio por medio de la política de aranceles y una renegociación
que podría terminar con la era T-MEC para establecer términos más dañinos para los vecinos, en el norte y en el sur, de la potencia desesperada por recuperar una preponderancia imperial que se le va escapando. ¡Hasta mañana!
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