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Exposición contrasta los discursos visuales de un artista y un político

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Detalle de ‘Tehuanas’, pintado por Leandro Izaguirre (1867-1941), que forma parte de la exhibición. Foto cortesía del Inbal
13 de enero de 2025 07:51

En el México de los años 20 y 30 del siglo pasado, como ocurre en el presente, coexistían grupos sociales que apreciaban y consumían diversas corrientes artísticas. En Contrapunto: Alberto J. Pani & Diego Rivera, curadores, exposición que se presenta en el Museo Nacional de San Carlos (MNSC), se muestran dos visiones, o imaginarios, que optaron por movimientos plásticos en apariencia opuestos, si bien complementarios.

Es decir, el clasicismo europeo, representado por la colección del ingeniero y político experto en economía Alberto J. Pani (1878-1955), y ejemplos del arte mexicano de los siglos XIX y XX, en su momento seleccionados por el muralista Diego Rivera (1886-1957) para configurar una muestra que, por cierto, nunca se efectuó, expresa Ana Garduño, curadora invitada de la exhibición de 120 piezas, entre óleos, dibujos, fotografías y catálogos, que abarcan de 1920 a 1930.

En Contrapunto se exhiben las obras que adquirió Pani en Europa durante el periodo de entreguerras, fueron vendidas al Estado mexicano en 1926 y ahora forman parte del acervo del MNSC. Secretario de Hacienda y Crédito Público en dos ocasiones, Pani también fue encargado de hacer la compra de otro lote de piezas por parte del gobierno. En un primer momento, ambos grupos de obras formaron parte de la Academia de San Carlos e influyeron en la formación de los artistas en ciernes.

Aunque de gustos e intereses diferentes, Pani y Rivera compartían la pasión por el arte y el primero fue mecenas del segundo. El retrato que el muralista pintó al ingeniero civil y coleccionista fue elaborado en Europa, ya que en ese entonces Pani era embajador de México en Francia.

Un político y un artista, al actuar de curadores, generaron discursos visuales que ahora contrapunteamos. Para la investigadora, a pesar de que Pani eligió pintura del viejo continente y Rivera obra nacional, se alinearon en su esencia academicista, puesto que ambos integran un canon artístico occidental y se ubican en una muy general tradición costumbrista internacional.

La intención de Contrapunto consiste en “señalar la pluralidad de consumos artísticos que pueden ocurrir en un mismo territorio y época: neocolonialismo y eurocentrismo, formas de imperialismo cultural, en confrontación con proyectos nacionalistas, son las ideologías en pugna, aunque en la presente exhibición están expuestas a manera de diálogo.

Para el gran público, Rivera resultará más familiar que Pani. A fin de aclarar dudas, la exposición abre con dos retratos: Autorretrato con chambergo, que realizó Rivera en 1907, y una efigie de Pani, también de la autoría del pintor, ambos propiedad del Museo Dolores Olmedo.

De acuerdo con Garduño, el de Pani era un gusto en transición, dado que la plástica proveniente de Europa, que ornamentaba los hogares de las élites mexicanas, con el transcurrir del siglo XX fue desplazada por el arte de manufactura local. Pani no era un caso aislado, sino que representa a un grupo vinculado con la burguesía y la política que había construido las claves de la identidad en el porfiriato y que, al menos en sus selecciones plásticas, se negó a adecuarse a las corrientes nacionalistas impulsadas por el Estado posrevolucionario, del que formaba parte

Contrapunto tiene sus orígenes en un documento encontrado por Garduño en los archivos de Diego Rivera del Fideicomiso del Banco de México. Era una especie de apunte en el que propuso a varios artistas para una muestra; se trataba de maestros que no habían alcanzado gran éxito en vida. “Rivera enlistó nombres de creadores que consideraba indispensable para moldear una exposición; con ello incursionó en la curaduría. Nació de su necesidad de rescatar del olvido a una generación que incluso hoy es poco visibilizada.

Junto con otros gestores culturales e intelectuales, estaba convencido de que los creadores nacionales encontrarían su camino hacia un nuevo arte clásico mexicano que desplazaría los modelos europeos, se escribe.

En la exposición se exhiben obras de artistas nacionales, como Julio Ruelas, Germán Gedovius, Alfredo Ramos Martínez, Félix Parra, Carlos Alcalde, Andrés Ríos, Juan Pacheco, Severo Amador y Mateo Herrera, que conviven con piezas de artistas internacionales, entre ellos Lucas Cranach, Orazio de Ferrari, Francisco de Zurbarán, Jan van Kessel, Thomas Lawrence y Gillis Mostaert El Viejo.

Contrapunto: Alberto J. Pani & Diego Rivera, curadores permanecerá abierta hasta el 9 de marzo en el Museo Nacional de San Carlos (avenida México-Tenochtitlan 50, colonia Tabacalera).

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