Tokio. Japón se está quedando sin trabajadores. Con una tasa de desempleo de apenas 2.5 por ciento, una población que envejece rápidamente y una índice de natalidad en descenso, encontrar suficientes personas para cubrir puestos de taxistas, baristas y camareros resulta un gran desafío para la economía del país.
Un inventor creó una solución que no sólo permite a las personas discapacitadas mayor acceso al lugar de trabajo, aprovechando potencialmente un sector enormemente subutilizado de la población, sino que algún día podría permitir a las personas mayores mantenerse activas incluso a medida que sus cuerpos envejecen y evitar la soledad en el proceso.
En el café Dawn, en el centro de Tokio, los comensales son recibidos al entrar por la puerta no por una persona, sino por un avatar robot. Tiene voz amable, dos brazos con los que gesticula para enfatizar sus palabras y un rostro suave que imita el de una máscara noh del teatro tradicional japonés.
Otro robot acompaña al comensal a su mesa, toma nota de su pedido y charla con él sobre su día o, como suele ocurrir con los turistas, sobre su visita a Tokio. Por último, un tercer robot lleva el café en una bandeja hasta la mesa.
Como era de esperar de un país que ha sido pionero en avances en este campo desde la década de 1970, Japón tiene cafés robóticos diferentes. Pero mientras otros emplean altos grados de automatización con máquinas impulsadas por inteligencia artificial (IA) que funcionan como aspiradoras robóticas mejoradas, las cosas en Dawn son muy diferentes.
Cada robot está controlado por un humano, o piloto, como los llama su inventor, Kentaro Yoshifuji. Mediante un teléfono, una tableta o incluso simplemente tecnología para rastrear los movimientos de sus ojos, pueden controlar su robot desde cualquier parte del mundo, hablar a través de ellos para interactuar con los clientes y guiarlos por el espacio de la cafetería.
Yoshifuji no dice que ha inventado un robot: dice que ha inventado la teletransportación
.
Los androides y sus pilotos constituyen gran parte del personal de Dawn (hay hasta 90 en la plantilla de la empresa), aunque la preparación de la comida y la bebida sigue estando a cargo en gran medida de humanos. Pero eso significa que si un día cualquiera hay media docena de empleados visibles en el café, al menos esa misma cantidad también está trabajando de forma remota desde sus hogares.
¿Qué significa estar presente
?
La empresa quiere enfatizar que ésta no es sólo una solución para personas discapacitadas. The Independent se reúne con una empleada (a través de su robot OriHime) que vive en Italia con su marido. Explica que el trabajo la ayuda a combatir la nostalgia que la ha invadido después de una década como expatriada japonesa en Europa. Al reunirse con gente en el café de Tokio, al teletransportarse allí unas cuantas veces a la semana, mantiene una conexión con su país de origen.
En una mesa están Yariv y Anat, que están de visita en Tokio desde Israel con sus tres hijos. Son amigos de uno de los miembros del personal, pero aun así les costó un poco acostumbrarse al concepto.
Al principio es extraño
, dice Anat. Estábamos sentados hablando con los niños y de repente había otra persona allí. Pero después de eso fue realmente genial. Lo importante es que vale la pena también para ellos (los pilotos).
Heron y Nallely Trejo, ingenieros de software de México, pero que viven en Estados Unidos y están de vacaciones en Japón durante dos semanas, indicaron que la historia detrás del café robot es realmente inspiradora
. Agregan que podrían ver el concepto funcionando también en otros países. Debería implementarse en todas partes
, asegura Nallely.
El café abrió en 2021 en un momento en el que Japón tenía en vigor una serie de normas estrictas en torno al distanciamiento social en público, aunque nunca se sometió a un confinamiento total por el covid. Es fácil ver por qué se convirtió rápidamente en un éxito: no hay posibilidad de contagiarse de un camarero que no esté realmente en la habitación contigo. ¿O sí?
Esa pregunta sobre qué significa estar presente
es parte de la base de OriHime, nombre que Yoshifuji dio a sus robots. Se le ocurrió el concepto cuando era estudiante de robótica y se sentía incapaz de asistir a clase. Desde secundaria había usado una silla de ruedas, alegando que tenía una condición médica cuya causa los médicos no pudieron encontrar y que finalmente le impedía salir de su habitación.
El maestro de Yoshifuji amenazó con suspenderlo de la clase si no asistía. “Le dije: ‘¿podemos usar Skype?’ Me dijo que no, ¿cierto? Entonces escaneé mi rostro e hice una máscara, y la usé para asistir a las clases de mi maestro como un robot. Escuché sus conferencias y también levanté la mano para hacer muchas preguntas, y tal vez la piel sea mía y el cabello también sea mío. Entonces tienes esta pregunta: ¿realmente no soy yo? Y pregunté a mi maestro: ‘¿qué es la asistencia?’”
Si OriHime se creó como una herramienta para ayudar a Yoshifuji y a otros a asistir a la escuela y a la universidad, pronto se hizo evidente que esto no era suficiente. “Cuando (las personas con discapacidad) se gradúan de la escuela no pueden encontrar trabajo. No tienen ningún lugar donde ir a trabajar después de la graduación, y su tasa de empleo después de la graduación es de aproximadamente 5 por ciento. La proporción de ir a la universidad es de aproximadamente 3 por ciento.
“Las universidades, los lugares de trabajo, las ciudades y los pueblos están diseñados sobre la base de la suposición de que podemos movernos. Creemos que si nuestro cuerpo se queda inmóvil debido a un accidente de coche o una enfermedad... si no podemos levantarnos de la cama, entonces no podemos movernos más. Y cuando no somos capaces de mover nuestro cuerpo, sentimos que no podemos hacer nada, y entonces tendremos pensamientos negativos y perderemos el propósito de la vida, como me pasó cuando era más joven.
Puede provocar soledad, demencia y también depresión. Por eso estamos intentando solucionar estos problemas con OriHime.
Modelo de negocio viable
El café tuvo problemas financieros en sus primeros dos años debido a los altos costos iniciales que implicaba la tecnología, y hubo varios problemas, en particular la dificultad para establecer una conexión de red a prueba de fallos para los robots. También hubo que entrenar a los pilotos para que no fueran demasiado educados
, explica Yoshifuji; de lo contrario, la gente simplemente asumía que eran IA.
Las bebidas son transportadas por el café por robots más grandes, mientras modelos más pequeños en cada mesa toman los pedidos y explican el menú.
Pero afirma que el café ha obtenido beneficios por segundo año consecutivo, prueba clave de la viabilidad del modelo que ha permitido a la empresa considerar la posibilidad de abrir más sucursales. Ya ha gestionado con éxito cafés temporales en todo Japón, lo que ha contribuido a aumentar la concientización y el apoyo al concepto.
Yoshifuji tiene ambiciones mucho más amplias en cuanto a la diferencia que sus avatares pueden suponer para la sociedad japonesa: prevé que se empleen en todas las escuelas, universidades y oficinas principales del país, derribando las barreras de movilidad que impiden que un mayor número de personas discapacitadas completen sus estudios o se incorporen a la fuerza laboral. Espera ver a sus pilotos graduarse
de trabajar en el café para encontrar empleos mejores gracias a las puertas que puede abrir el OriHime.
Cambio de mentalidad
Desde la época dorada del auge económico de posguerra en Japón, se han utilizado robots para mejorar la eficiencia en casi todas las industrias que involucran manufacturas, pero existe la sensación de que esa innovación sólo puede llevar al país hasta cierto punto, y el crecimiento se ha estancado desde los años 90. La escasez de trabajadores, a la que no han ayudado las estrictas restricciones a todo tipo de inmigración, es sólo uno de los factores que frenan la economía.
Las cifras del gobierno sugieren que hay casi 10 millones de personas en Japón con alguna discapacidad, aproximadamente 7.6 por ciento de la población, y en septiembre de 2024 había 36.25 millones de personas en el país de 65 años o más.
Hay muchas personas con algún impedimento en Japón y las empresas también tienen que seguir reglas para contratar a personas con discapacidad, pero no saben cómo hacerlo
, lamenta Yoshifuji. Ahí es donde sus robots podrían marcar la diferencia, sugiere. Si los avatares robóticos pueden ayudar aunque sea a una pequeña porción de estos grupos demográficos a entrar en el mercado laboral, podría tener gran impacto en sus vidas y en el país.
El profesor Takahiro Ueyama, miembro ejecutivo principal del Consejo de Ciencia, Tecnología e Innovación del Gabinete, dice que los innovadores japoneses han estado más interesados en los avances para el beneficio de la sociedad que en hacer fortuna propia. Lanzamos el lema de que nadie debe quedarse atrás, ya sea la población que envejece o las personas con discapacidades, y la gente espera que el desarrollo de la ciencia y la tecnología pueda mejorar el bienestar de estas personas
.
También acoge favorablemente soluciones radicales para reformar la cultura laboral japonesa, que ha tardado en adaptarse a los cambios del mundo que la rodea. Son problemas, afirma, que no se pueden resolver en un momento. Lleva mucho tiempo. No se trata sólo de que necesitemos muchas tecnologías nuevas, sino también de que la mentalidad de la gente pueda adaptarse a ellas
.
Para que el país aproveche plenamente el potencial de una tecnología como OriHime, las corporaciones y la sociedad civil necesitan repensar sus estructuras, estar abiertas al cambio y, como el maestro de Yoshifuji, estar persuadidas de modificar sus definiciones de lo que significa estar presente
y contribuir a la fuerza laboral.
Yoshifuji afirma que cambiar la mentalidad siempre ha sido más difícil que inventar robots, y eso hace que el café sea tan importante. En principio, creo que las nuevas ideas no se aceptan, no se entienden. Pero cuando creas algo, cuando lo haces realidad, algunas personas lo aceptan y luego empiezan a comprender
.