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¿La fiesta en paz?

12 de enero de 2025 09:11

En días pasados en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez Velázquez –¡qué apellidos más toreros!–, afirmó que en materia de seguridad vamos a agarrar el toro por los cuernos, pues no vamos a permitir que el desdén, la flojera o la desidia puedan más que todas y todos nosotros juntos.

Fue durante la presentación de la Estrategia de Construcción de la Paz, donde la funcionaria informó que estaban ahí por instrucciones de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo para atender a fondo y sin pretextos el problema de violencia en algunas zonas de Chiapas, ese pobre estado cuyos pobladores originarios no han visto la suya desde tiempo inmemorial y a pesar del desfile de partidos políticos en apariencia bien intencionados, le faltó decir.

Entre tantas frases aportadas por el argot taurino, la de agarrar al toro por los cuernos es una de las más gráficas pues significa enfrentar una situación difícil sin dilación y de manera valiente y decidida, como ordenó la Presidenta y como confirmó la secretaria con relación, por ahora, al estado de Chiapas, cuyo inepto ex gobernador morenista fue premiado con el consulado de México en Miami. Ah que los políticos y sus contradicciones. El nuevo cónsul dejó la entidad hecha un desmadre por desatender problemas y ahora se le premia con un cargo en Estados Unidos para atender problemas. No pos sí. Pero como dijo un chiapaneco: es que por acá hace muchos años al toro lo agarran por la cola.

Es de celebrarse que por fin la lamentable frase abrazos y no balazos, que sólo sirvió para estimular cárteles, corrupción y delincuencia organizada, empiece a ser corregida por oootra estrategia de paz, cuando el pobre estado de Chiapas se volvió escenario de levantamientos, guerras entre narcos, secuestros y avalancha de migrantes dizque de paso hacia el sueño americano, mientras la ciudadanía, impotente, sólo ve pasar balas, zozobra y gente.

Aquí hemos insistido en la urgente necesidad de taurinizar a la sociedad mexicana por parte de los obstinados taurinos o beneficiarios directos de la industria de la función taurina, en el sentido de acercar la fiesta de los toros a esa sociedad y no a la inversa, pero la adinerada élite de la fiesta, mal acostumbrada a hacer su santa voluntad a costa del toro y de todos, considera que es la sociedad actual la que puede acercarse o no a esta tradición de casi 500 años. Esa visión miope es lo que tiene a la tauromaquia del país a merced de protectores, juececitos y legisladores ociosos que, acatando inconfesables órdenes, abogan por imponer las corridas incruentas o la desaparición de tan salvaje tradición. Sangre humana sí, sangre de toro de lidia no. ¡Paso a la estupidez civilizatoria!

Hace décadas hice varias propuestas a gobiernos estatales y a las respectivas asociaciones para acercar la fiesta de toros a la sociedad, hoy saturada de opciones de espectáculos aprobados por el pensamiento único. Fue hablarle a la pared. El tiempo pasó y la fiesta se debilitó. Una de esas propuestas era convocar al Primer Concurso Nacional de Música Taurina, con el propósito de estimular y promover la rica tradición musical de México en torno a la fiesta brava.

Se invitaba a compositores, arreglistas, letristas, músicos e intérpretes mexicanos en el país y el extranjero a abordar géneros como pasodoble, ranchera, huapango, bolero moruno, corrido, salsa, marcha, rock y clásica. Con las obras finalistas se editaría un disco compacto, cuyo contenido sería interpretado en plazas del país, en otros escenarios y en los medios. El patrocinio correría a cargo de disqueras, medios y firmas importantes. A nadie le interesó o ni siquiera se enteraron.

¿La fiesta en paz?

"En seguridad, agarraremos al toro por los cuernos".

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