Parafraseando el Manifiesto del Partido Comunista, un nuevo fantasma recorre el mundo y es el fantasma del proteccionismo. Paradójicamente, los países desarrollados de Occidente, impulsores del libre mercado, se han convertido en las naciones más proteccionistas, al cerrar sus fronteras a las importaciones y a la migración. Es el temor al extraño enemigo.
La migración y los mercados abiertos fueron el sustento del desarrollo de Estados Unidos desde su formación y de Europa desde el Renacimiento. Mediante la movilidad de grupos humanos y de crecientes intercambios mercantiles se lograron la acumulación de capital, conocimientos y tecnología, así como el avance de las fuerzas productivas.
Cuando se abrieron las fronteras después del feudalismo, caracterizado por economías cerradas, las sociedades europeas florecieron y los países avanzaron con pasos firmes, al tiempo que se multiplicaron las expresiones culturales.
Después de la Primera Guerra Mundial esta apertura tuvo su auge en Bonn, Berlín, Zúrich, Praga, París y Nueva York. Este tipo de urbes se convirtieron en semilleros de nuevas ideas científicas, artísticas, filosóficas y de nuevos proyectos políticos. Los grandes pensadores del siglo XX tenían puertas abiertas en estas ciudades.
Sin embargo, la apertura de los países a grupos foráneos no dura toda la vida. Producto de las guerras y las diferencias culturales, las naciones europeas se cerraron al extranjero, al que pensaba distinto, al que tenía otro idioma y otra cultura. La cerrazón generó políticas totalitarias, entre las que se encuentran el nazismo en Alemania y el fascismo en Italia. Este periodo de puertas cerradas en Europa Occidental fue de gran oscuridad y destrucción.
Las barreras entre los países, en lugar de generar crecimiento y desarrollo, crean estancamiento y retroceso en todos los campos. Los gobiernos de países desarrollados colocan barreras ante los extraños y ante las importaciones, que aprecian como amenazas a la economía, a las libertades y a la democracia.
Ahora se acentúa el rechazo a otras formas de pensar, de producir y de vivir. Este nuevo fantasma será el reto a superar en los próximos años. Por desgracia, no podemos descartar un periodo oscurantista que lleve a nuevas guerras.
