El próximo domingo 12, a ocho días de que Donald Trump tome posesión de la presidencia de Estados Unidos, Claudia Sheinbaum estará en la Plaza de la Constitución, llamada Zócalo, en una concentración masiva en la que detallará lo hecho durante sus primeros 100 días de gobierno, pero, sobre todo, habrá de reforzar su postura de defensa de los intereses nacionales ante las amenazas del inminente ocupante de la Casa Blanca.
A reserva del curso que vayan tomando los acontecimientos, es decir, de la profundización de los amagos desde el flanco tóxico naranja o del establecimiento de líneas viables de negociación entre los dos países, ese domingo 12 no será para Claudia Sheinbaum Pardo sólo un acto protocolario (rendir un informe) o un mitin político en clave interna, únicamente nacional, sino la oportunidad de precisar lo que México hará ante Trump en los delicados temas (entre otros) de migración, crimen organizado, aranceles y tratado comercial.
En ese contexto vale señalar la paradoja y el enigma de este arranque de 2025: el proceso denominado Cuarta Transformación (4T) tiene una enorme e histórica concentración de poder institucional y de respaldo popular pero, al mismo tiempo, y también como reacción de los factores de poder desplazados desde 2018, del otro lado de la frontera se va a instalar a partir del 20 de enero una figura de extraordinaria concentración de poder, con pujante apoyo social, incluso desde la extrema derecha, viabilidad operativa en las cámaras y dispuesta a tirar zarpazos para quedarse con cuanto le sea posible, sabedor el desbordado Trump de que el imperio estadunidense está en marcado declive, con China como principal adversario.
Trump pretende imponer a México fórmulas de acogimiento de migrantes expulsados que sean nativos de otros países (no sólo de Venezuela, Cuba y Nicaragua), tema rechazado de origen en términos retóricos por Palacio Nacional, pero con posibilidad de llegar a una aceptación negociada
. La presidenta Sheinbaum ha endurecido el discurso, pero la realidad es muy presionante.
En cuanto a los cárteles mexicanos, Trump asegura que los declarará organizaciones terroristas, lo cual le abriría el camino para intervenciones directas contra capos, grupos delictivos y población civil. Ese camino ha sido allanado por medios de comunicación estadunidenses que con irresponsabilidad profesional han ido difundiendo, con el apoyo de políticos opositores y presuntos periodistas mexicanos, la parte susceptible de escándalo del lado mexicano, pero no de la correspondiente al país consumidor y sus redes de corrupción (política, policial, militar y empresarial) y de lavado de dinero.
La presidenta Sheinbaum tiene además una difícil situación económica, por las limitaciones presupuestales internas y por el amago arancelario y de revisión del T-MEC que plantea el nuevo equipo que gobernará Estados Unidos. La economía nacional tendrá retos fuertes en las semanas por venir.
Y no debe perderse de vista la evolución y desenlace de conflictos en países latinoamericanos: en Ecuador, con el abierto desacato constitucional del proyanqui Daniel Noboa, quien a dedo ha nombrado a una vicepresidenta, y luego a otra (en cuestión de días), para desplazar a la originalmente electa en urnas, que le es adversa, aunque fueron votados juntos como fórmula y así consumar, el propio Noboa, su relección, sin dejar la presidencia de ese país mientras es candidato
, y la pretensión de Estados Unidos de instalar este viernes 10 a Edmundo González Urrutia como presidente de Venezuela, con arribo físico a suelo gobernado por Nicolás Maduro de este opositor contra el que hay orden de aprehensión, apoyado en una tentativa de viaje aéreo por ex presidentes de otros países cuya catadura es definida por dos de ellos, Felipe Calderón y Vicente Fox (obviamente, a esos ex mandatarios se les prepara ya la declaratoria de personas que no son gratas). ¡Hasta mañana!
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