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No sólo de pan...

05 de enero de 2025 08:41

Cuando hace más de 500 años, la conquista de los ibéricos sobre nuestros territorios mesoamericanos deformó las sociedades ya milenarias, compuestas en ocasiones por comunidades que mantenían relaciones comerciales y compartían manifestaciones culturales y concepciones religiosas, no las desaparecieron, pues los invasores ibéricos no sólo no se asimilaron con los nativos, sino que los discriminaron y diezmaron con notable crueldad, tanto a los habitantes como a sus símbolos, con incendios, destrucción, saqueo de sus riquezas materiales y asesinatos, torturas, violaciones físicas y morales…

Pero los nativos del continente eran tan inteligentes como los invasores, y el desprecio de éstos permitió que los nativos conservaran lenguas y religiones, modos alimenticios y solidaridad comunitaria, en una palabra, que conservaran sus respectivas culturas, porque los iberos no se mezclaron masivamente con los indígenas, de modo que la única simbiosis religiosa se dio en una imagen de Dios y de una Virgen que rápidamente revistieron a otras deidades respetadas por los pueblos. Gracias a esto, los invasores, sin proponérselo, protegieron a los habitantes –hombres, mujeres y niños– para explotarlos sin saber que en ellos protegían a la vez ancestrales culturas que habrían desaparecido del planeta, y nosotros, los mestizos, no sospecharíamos siquiera lo que fueron nuestras raíces.

Porque al final, fue la fuerza de las culturas prehispánicas la que venció a los invasores en el tiempo, tanto por la riqueza material e inmaterial de la vida cotidiana de las poblaciones originales, como por su moral social igualitaria y comunitaria basada en una base económica sustentada por las milpas, las cactáceas y los animales de corral, el tequio (trabajo comunitario) y la figura femenina poderosa.

¿Por qué resistirnos, si hemos bien-nacido en estas tierras, a seguir el modelo de agricultura prehispánico: la milpa, en vez de seguir el modelo impuesto por Europa: monocultivos que sólo a ellos convienen? Cuando sólo la apropiación y liberación de nuestros policultivos puede salvarnos de la dependencia de la industria de los comestibles que, como ya demostramos, representa el primer lugar del capital circulante en el mundo (antes que la industria armamentista, el capital de las drogas y el invertido en la trata de personas –niños, hombres y mujeres).

Es urgente que la 4T haga lo históricamente correcto: recuperar los policultivos ancestrales de cada región de nuestro territorio, para provocar una reacción en cadena virtuosa a través del mundo, en Asia, África y América meridional y andina: recuperar los riquísimos policultivos de arroz, tubérculos farináceos y maíz, levantando una barrera ante la expansión de los monocultivos de Triticum con que la cultura occidental deshizo nuestros suelos, pues impuso este modelo de monocultivo a todos los frutos de la tierra, cambió nuestras respectivas dietas, nos discriminó y acomplejó, haciendo creer a millones de mexicanos ser inferiores, para dominarlos y apoyar el antihumanismo de un Occidente prepotente y suicida.

Milpa Mesoamericana: sistema perfecto de natura más cultura

Volviendo a lo nuestro, dada la relación numérica entre conquistadores ibéricos y conquistados, el número de éstos obligó a los primeros a dejar sobrevivir la estructura económica y cultural indígena, basada en el cultivo de la milpa mesoamericana (sistema perfecto de natura más cultura) que se había practicado durante 10 mil años, ¿o más?

En cuanto que la milpa es un sistema agrícola que refleja la humanización y socialización con la naturaleza, razón por la que pudo sobrevivir a la invasión y ocupación aplastantes de Occidente, que también estropeó los cultivos tradicionales del arroz en Asia y de los tubérculos farináceos en África, Australia y los Andes, debemos rescatar lo que queda del deterioro cognitivo y social y, por lo mismo, humano.

Ha tomado 100 años empezar y continuar a desaparecer la riqueza de la fórmula divina de la milpa, al sustituir progresivamente los saberes milenarios por tecnologías, que no son otra cosa que mercancía reciclada de la ganancia del capital para generar más mercancías, en el ciclo infernal de la economía liberal, hoy, en la cúspide de su neoliberalismo.

El momento histórico que nos toca vivir, a los que vamos de salida y los que van entrando ya condicionados por los criterios que sólo toman en cuenta su objeto (la ganancia) desestimando en el mejor de los casos, o destruyendo deliberadamente lo que estorba al capital, ha estado destruyendo el entorno natural (nuestro único hábitat, porque ya no habrá otro) causando infinidad de fenómenos encadenados que destruyen el entorno y empobrecen las culturas, pues a la vez que envenenan tierras, aguas y ecosistemas, sacan al mercado comestibles industriales (que se comen pero no alimentan).

En México existe un abundante recurso humano de costumbres con herramientas cognitivas milenarias que ni el mejor laboratorio del mundo podría reconstituir. Afortunadamente, en el llamado Occidente: Estados Unidos, Europa y cómplices, desdeñan los saberes de los antiguos pobladores del planeta, su soberbia los aísla y empobrece su imaginación, porque apuesta todo a la manera de sustituir al ser humano (no han entendido que es el único que crea valor con su trabajo), pero este principio en el que creen nos da una ventaja invaluable ante ellos, ya que, aun si México y los vecinos mesoamericanos estamos secuestrados intelectualmente y no nos atrevemos a desafiar de frente y a fondo su tecnología, confiamos en lograr una simulada readaptación a la producción comercial de comestibles, mientras recuperamos los saberes de la milpa, policultivo complejo que contiene nuestras raíces y estructura propia, sumando a cada vez más campesinos concientizados de la estrategia. Hasta que nuestra autosuficiencia alimentaria y pleno empleo con los mexicanos necesiten ser complementados por el regreso de los migrantes. Contrariando, al tiempo, el proceso involutivo de gringuización que ya caracteriza a las nuevas generaciones de mexicanos urbanos.

http.cruzadaporlamilpa.mx

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