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Margarita Maza

04 de enero de 2025 00:04

Margarita Maza Parada nació el 28 de marzo de 1826 en la ciudad de Oaxaca. Fue una niña adoptada por Antonio Maza, de origen genovés, y Petra Parada. Su familia le dio cariño y educación, al igual que a sus demás hijos. En su casa trabajaba como doméstica María Josefa Juárez García, cuyo hermano menor, Benito, llegó de Guelatao cuando tenía 12 años para trabajar en la grana, actividad a que se dedicaba la familia de Margarita.

Siendo una adolescente, con 17 años, el 31 de julio de 1843 se casó con Benito Juárez, 20 años mayor que ella, quien había terminado su carrera de abogado y era juez de primera instancia. La vida de su matrimonio fue muy difícil. Tuvieron 12 hijos, de los cuales sólo sobrevivieron siete. Se casaron en el templo de San Felipe Neri, en la capital oaxaqueña.

Un año después dio a luz a Manuela, su primera hija. A ella le siguieron durante 10 años otros seis hermanos: Felícitas, Margarita, Guadalupe, Soledad, Amada y Benito. Su esposo hizo una brillante carrera política. Fue secretario general de gobierno y mandatario de su entidad.

En la década siguiente, la familia JuárezMaza se enfrentó a graves problemas. En 1850 murió su pequeña hija Guadalupe, cuando todavía no cumplía dos años. En marzo de 1853, el dictador Santa Anna, con quien Juárez había tenido diferencias políticas, obligó a éste a salir de Oaxaca. Margarita lo acompañó a Tehuacán, donde estuvieron hasta junio, cuando Benito fue detenido y enviado preso a las mazmorras de San Juan de Ulúa y más tarde exiliado a Estados Unidos.

Margarita se hizo cargo de sacar adelante a sus seis hijos pequeños, a los que después se agregaron otros cinco. Entró a trabajar como costurera. Perdió a otra hija pequeña, Amada, en octubre de 1853. Perseguida por el gobernador José María Cobos, embarazada nuevamente, cargando con sus hijos a pie y en mulas, salió de la capital oaxaqueña y se refugió en la hacienda de Santa Gertrudis, propiedad de Miguel Castro, amigo de la familia. Poco después se trasladó a Etla, donde puso un tendajón en el que vendía pan, cigarros y otros artículos. En enero de 1854 nacieron sus gemelas María de Jesús y Josefa.

En esos meses difíciles, mientras su esposo en Estados Unidos se ganaba la vida como podía y entraba en contacto con Melchor Ocampo y otros exiliados mexicanos, ocurrió la Revolución de Ayutla que echó del poder a Santa Anna. Juárez regresó a México. Margarita, con su numerosa prole, se reunió con él en la capital del país en octubre de 1855.

Se inició entonces una etapa crucial en la historia de México, la Reforma Liberal. La brillante generación que encabezó esos cambios proclamó la Constitución de 1857, que estableció la separación del Estado y la Iglesia, Carta Magna que fue combatida a sangre y fuego por los grupos conservadores, precipitándose la Guerra de Reforma, entre 1858 y 1861. Juárez fue uno de los protagonistas centrales en ese proceso, que se prolongó hasta 1867, cuando la República Mexicana, encabezada por Juárez, logró derrotar el gobierno imperial de Maximiliano.

Mientras se lo permitieron las condiciones, Margarita acompañó a su esposo en su gobierno itinerante por distintas regiones del país. Dotada de una notable inteligencia y cultura, compartió los ideales liberales de su marido. En su correspondencia se advierte su compromiso con el Estado laico, la defensa de la independencia y la soberanía de México.

Se nota también el profundo amor que le tenía a su esposo. Era su principal apoyo, su consejera, su colaboradora. Era su sostén emocional; también, quien estaba al frente de su numerosa familia, haciéndose cargo de los cuidados, la educación y de mantener unido al núcleo familiar en medio de terribles obstáculos de una guerra civil que los obligó a emigrar constantemente a padecer enfermedades, temores, angustias, separaciones y pérdidas. En esos duros años murieron otros de sus hijos pequeños.

Margarita fue quien más lo resintió. Entró en una profunda depresión. Se culpaba de la muerte de sus hijos, de no haber hecho todo lo que debía. El 10 de noviembre de 1865 escribió a su esposo: “…la falta de mis hijos me mata, desde que me levanto los tengo presentes recordando sus padecimientos y culpándome siempre y creyendo que tengo la culpa que se hayan muerto y creo que esto me mata… Me queda otra esperanza y es que tú te reúnas con nosotros; será para mí un gran consuelo”. En otras cartas de esos aciagos días, le dijo “…algunas veces no te escribo porque no sé de qué hablarte, en mi cabeza no tengo más que a mis hijos que perdí… sólo tendré tranquilidad cuando llegue a estar contigo…”

Durante la lucha contra la Intervención Francesa tuvo que salir del país acompañada de sus hijos, en agosto de 1864. Vivió en Nueva York los siguientes tres años. Además de hacerse cargo de sus vástagos, ayudaba al gobierno legítimo de México en labores diplomáticas, reuniendo fondos, consiguiendo apoyos.

Era reconocida por los círculos políticos del país vecino. Fue recibida por Andrew Johnson, presidente de Estados Unidos, y el general Ulises Grant organizó un baile en su honor.

Al triunfar la República sobre el Imperio, Margarita regresó a México. Fue recibida por una multitud entusiasta en el puerto de Veracruz el 17 de julio de 1867. Sin embargo, regresó muy enferma de cáncer. En los meses siguientes hizo pocas apariciones públicas. Murió en la ciudad de México el 2 de enero de 1871. Más de dos mil personas acompañaron el féretro al Panteón de San Fernando, donde reposan hasta hoy los restos de Margarita Maza Parada, una mujer extraordinaria, forjadora de la Patria mexicana.

*Director general del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México



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