Arlene Astorga Flores e Inés Monsalvo Nocedal tienen poco más de tres lustros de ser carteras y señalan que, aunque no se habían propuesto desarrollar ese oficio, ahora no lo cambiarían por otro. Ambas aman su trabajo, pero reconocen que no es sencillo, puesto que es demandante físicamente.

Si tuviera la oportunidad de elegir, elegiría ser cartera, porque andas afuera, no es monótono, cada día es distinto, y además haces ejercicio, refiere Arlene, quien reparte correspondencia en el rumbo de Palacio Nacional.

Las dos reparten su correo en triciclos, en los que caben cerca de 80 kilos de correspondencia, y señalan que no por ser mujeres cargan menos peso, sino que hacen el mismo trabajo.

Me siento muy orgullosa de pertenecer al correo. Me gusta mi trabajo a pesar de que es pesado. No era mi idea ser cartera, pero me gusta mucho. Disfruto mi trabajo. Se ve fácil, pero no todo el mundo le entra al reparto, es desafiante, sobre todo cuando llueve, hace mucho frío o calor, expone Monsalvo.

En entrevistas por separado con La Jornada, señalan que un plus de su labor es el contacto con la gente, la que en su gran mayoría son personas amables y ayudan, incluso a echarle un ojito a su transporte.

En el Servicio Postal Mexicano (Sepomex) ellas representan 10 por ciento de las personas que reparten correspondencia, recibos, revistas y paquetes. Son 6 mil 288 hombres carteros y sólo 615 mujeres.

Violeta Abreu González, directora de Sepomex, detalla que desde hace poco más de 75 años que en la institución se comienza formalmente a recibir carteras. Son pocas aún, pero ya estamos rompiendo esas fronteras de género, incluso en este trabajo y añadió que también hay empleadas postales, que laboran en las oficinas.

En entrevista, Arlene Astorga e Inés Monsalvo afirman disfrutar su trabajo a pesar del gran reto que conlleva. Foto Yazmín Ortega Cortés

Experiencias que atesoran

Arlene ha visto a varios presidentes de la República, pero atesora la oportunidad que tuvo de saludar al ex mandatario Andrés Manuel López Obrador.

Traía las manos muy sucias por andar cargando los costales con la correspondencia de Palacio Nacional, porque el triciclo se queda afuera, y entrego de a poco las cartas. Vi al ex presidente López Obrador por el área de los jardines. Pude acercarme, me abrazó y me dio la mano, tenía vergüenza porque estaban sucias, pero no le importó. Desafortunadamente no traía cómo tomar una foto. Fue algo inolvidable. Ya antes había visto a otros presidentes, pero sólo de lejos: a Enrique Peña Nieto y a su entonces esposa y a Felipe Calderón.

Monsalvo tiene 17 años de cartera y detalla que uno de los beneficios es que se mantiene en forma a sus 50 años de edad. Recuerda que cuando ingresó al servicio, con ayuda de su ahora ex suegra, que también laboraba en Correos, estaba pasada de peso, pero cuando empezó a laborar rápido perdió 10 kilos, y ahora procura mantenerse.

Cuenta que al principio repartía a pie y cargaba a veces hasta unos 40 kilos de correspondencia en un carrito de mandado, luego, cuando le dieron triciclo en Sepomex, fue mejor, aunque también desafiante. Cuando acababa me temblaban las piernas, mencionó.

Las dos aseguran que nunca han sufrido discriminación, acoso o malos tratos por ser mujeres, y destacan que son capaces de cargar muchos kilos de correspondencia al igual que sus compañeros.

Inés, quien también cubre el rumbo del Zócalo, narra que en su ruta suelen haber manifestaciones (calle Donceles y Eje Central), situaciones la han obligado a cambiar sus recorridos de entregas. Añade que una vez se le volteó el triciclo y advierte que hay que tener mucho cuidado cuando llueve porque no se ven los baches. Incluso una vez un camión de pasajeros empujó su triciclo, cuando se echó de reversa. A ella no le ocurrió nada porque se bajó a tiempo.

Las dos coinciden que una de las mejores épocas es la de enero y principios de febrero, cuando llevan a los infantes las respuestas de los Reyes Magos, y en esta víspera llamaron a niños y niñas a escribirles a Melchor, Gaspar y Baltazar.