Cuando hablamos de los cambios que se han planificado desde 2018 para que la sociedad mexicana transitemos con certeza hacia un cambio completo de régimen, tenemos que buscar nuevas armas. Algunas de ellas se han convertido en un instrumento, prácticamente, cotidiano para un porcentaje importante de la población. Nos referimos a la información libre y a los debates.
Terminamos el año en un proceso que está cambiando leyes, costumbres, puntos de vista y formas de vida indeseadas. En resumen, vamos cambiando a gran velocidad una realidad que nos tomó décadas para su descripción con detalle, para tener elementos y diseñar la estrategia que cambiara a fondo la tragedia colectiva que soportamos por tanto tiempo.
Hoy, el panorama que se veía perdido hasta el último sexenio priísta en 2018, está más claro. Tenemos metas y objetivos alcanzables. La mayoría de la sociedad mexicana ha sido parte de innumerables batallas sociales y políticas que han resultado a favor. Hoy, tenemos el mismo país, pero ya no está privatizado ni prohibido para la mayoría de la ciudadania. La Cuarta Transformación, pese a los criterios individualistas, es una realidad.
En efecto, faltan muchas áreas que transformar, pero el proyecto va caminando. No sólo porque han quedado en evidencia miles de transas de todos los gobiernos anteriores. Ya la historia del atraco ha sido descrita con detalle pero, tal vez, la dimensión del daño que le hicieron al país todavía no ha sido asimilada.
En Estados Unidos, cuya influencia en muchos aspectos es muy fuerte entre nuestros pueblos nacionales y extranjeros, no pueden hablar de una transformación profunda por la inmundicia del sistema informativo que tienen. El parámetro que utilizan en ese país, es a partir del aspecto económico. Allí manda la oligarquía, todos los rubros de la vida estadunidense están siendo manipulados por ese grupo en el poder.
En su columna American Curios, del lunes 16 de diciembre de La Jornada, nuestro compañero David Brooks se ha referido a ese deterioro que, ya desde siempre, ha venido devaluando a la sociedad estadunidense.
Sin embargo, con gran sutileza, ha dejado abierta la rendija, o como él la denominó, la grieta por donde pueda filtrarse la luz de la posibilidad de cambio. Nos dice David:
“Hay una grieta, una grieta en todo. Así es como entra la luz”, es un fragmento de la canción Anthem, de Leonard Cohen, y en el amanecer de una época política y social que promete estar entre las más oscuras de la historia moderna de Estados Unidos, las fisuras son esenciales para poder alumbrar tantito este anochecer estadunidense.”
Así lo vivimos en México. Siempre confiamos en que, aquella posibilidad atada de manos y pies, pronto se liberaría y la izquierda opositora tomaría las riendas del país profundamente herido, saqueado, humillado y en peligro de desaparición.
No veíamos esa diminuta rendija, pero no por eso los movimientos sociales, las marchas, plantones y batallas abiertas fueron despreciadas. Como oposición, seguimos adelante y ahora, ya en el poder, el panorama es amplio y mucho más claro. Sí se puede y sí se podrá seguir reconstruyendo y transformando la realidad.
Continúa diciendo Brooks “Un antídoto inicial, aunque no pueda curar de inmediato esta infección del mal en la vida política y social estadunidense, es la belleza y la invitación a todo lo más noble. Por lo tanto, no hay nada más esencial y urgente que el arte en esta coyuntura. No es la respuesta eficiente ni la más pragmática, ni puede detener balas y bombas y crímenes de odio, pero sí es el recuerdo instantáneo de lo que tiene que ser y merece ser defendido, lo que rescata la conciencia del ser humano y qué es ser un humano.”
Decimos armas y no armamento. El pueblo estadunidense ha sido víctima de la industria bélica, esperemos que pronto las mentes solidarias, humanitarias y honestas de ese país tomen las riendas de esa gran nación. Las armas sociales están a la mano.
Sin duda, esto que plantea nuestro compañero David es nada más ni nada menos que una revolución de las conciencias, justamente como lo planteó el presidente Andrés Manuel López Obrador durante su gobierno y que, en el actual, la presidenta, Claudia Sheinbaum lo está haciendo realidad. Aunque suene chocante, pedante, o lo que sea, la 4T es una plataforma poderosa y sobre todo viable.
Necesitamos más armas que nos dejen utilizar al máximo la inteligencia real y colectiva que nos permita seguir defendiendo, por la vía pacífica, todos nuestros derechos.
(Colaboró Ruxi Mendieta)