Este diciembre, denunció el Comité en Defensa del Bosque El Nixticuil, el gobierno de Zapopan, encabezado por Juan José Frangie, inició una construcción dentro del área protegida del bosque Nixticuil, en una zona de restauración decretada como área protegida. Como miserables, califican los protectores del bosque a quienes intentan esconder sus intenciones en fechas navideñas, pues con esa construcción bloquearán el único paso de fauna y corredor biológico entre la parte alta del bosque y las zonas bajas de la cuenca.

Son innumerables las amenazas a este bosque de encino, roble, pino, tepame y huizache, en el que sobrevuelan aves en peligro de extinción y migraciones provenientes de Canadá. Gobiernos locales, estatales y federales van y vienen, y los embates inmobiliarios sólo cambian de color partidario. El primero que recuerda el comité es el de 2005, cuando el ayuntamiento de Zapopan taló más de 400 árboles de roble, y a partir de ese momento inició la organización de las familias vecinas, quienes se convirtieron en bomberos autónomos para apagar los incendios provocados por las inmobiliarias productoras de muerte de la naturaleza.

Apenas en noviembre pasado, el empresario Miguel Aldana, constructor del fraccionamiento Los Guayabos, excavó casi un kilómetro, abrió caminos, removió suelo forestal, taló e introdujo material de construcción en zona incendiada los últimos cuatro años, provocando daños irreparables a árboles adultos y vegetación nativa. El comité lo denunció, como hoy lo hace con la nueva construcción del gobierno de Zapopan, a quien exigen detener inmediatamente la obra y transparentar el proyecto.

Nos movilizaremos, advierten los guardianes del Nixticuil. A ellos y ellas, hombres y mujeres que defienden la flora, fauna y el aire que se respira, hay que respetarlos, y creerles.

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