San Cristóbal de Las Casas, Chis. La reforma constitucional que la presidenta Claudia Sheinbaum pretende que apruebe el Congreso de la Unión para prohibir la siembra de maíz transgénico en México, es muy importante, pero es necesario que vaya acompañadas de un programa de fomento económico al campo, opinó Emanuel Gómez Martínez, profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Chapingo.
"El problema puede enfrentarse en parte con la ley que propone la presidenta, pero tiene que ir acompañada de un programa de apoyo contundente para que la producción de maíz sea rentable en México y aumente la producción de grano amarillo y blanco para reducir las importaciones", agregó.
Manifestó que el del maíz "es un problema grande y no se va a solucionar por decreto. Se tiene que abrir una discusión a nivel nacional en la que las universidades deberían de jugar un papel estratégico para cambiar el modelo de economía agrícola y política para que la producción del grano sea atractiva para la población joven, migrante, campesinos y para las empresas".
La propuesta de ley que se va a discutir el próximo año, abundó el investigador, "debe de tomar en cuenta que ya existe un marco regulatorio de la dispersión de organismos genéticamente modificados que está en la ley, en la cual se establecen etapas para la liberación del maíz transgénico y de cualquier cultivo".
Gómez Martínez señaló en entrevista que el maíz tiene en México mucha importancia cultural, gastronómica y agrícola, pero en términos económicos el país necesita resolver sus problemas de seguridad alimentaria.
-¿Qué papel deben de jugar en este tema las comunidades indígenas?- se le preguntó.
-Necesitan ser reconocidas como territorios, centros de origen y diversificación del maíz y otros cultivos y los pueblos con sus autoridades tendrían que ser reconocidos como actores clave en la diversificación agrícola y biológica. Actores clave para la conservación in situ de maíz, de tal forma que un reconocimiento así les sirva como incentivo para continuar con la reproducción de su cultura.
Afirmó que "siempre se ha recibido el maíz transgénico de Estados Unidos, no se ha frenado la importación".
El problema con el maíz transgénico, dijo, es que "a diferencia de otros cultivos, se dispersa el polen a través de los insectos, del aire y de los mismos campesinos y se corre el riesgo de que se contaminen las variedades nativas".
Sostuvo que "el detalle con la controversia internacional es que fue un diálogo de sordos porque México argumentó muy bien con base en datos científicos, publicaciones y evidencias los impactos a la salud y al ambiente provocados por el cultivo del maíz transgénico y el uso de glifosato, pero el panel en el que se inscribió esta discusión está enfocado al comercio y Estados Unidos no se siente obligado a modificar su patrón de producción agrícola y mucho menos a fomentar la producción de maíz no transgénico. En ese sentido la tenemos perdida".