°C -
|

La Jornada

Últimas noticias
Anuncio
Anuncio

2030 y la estrategia de la ultraderecha

23 de diciembre de 2024 00:01

Qué tienen en común Donald Trump, Jair Bolsonaro, Javier Milei y Volodymir Zelensky? Todos llegaron al poder utilizando tácticas similares con un discurso de outsider sin tener realmente una base política que los respaldara. La prensa les dio cobertura masiva, lograron “encantar” a los empresarios; los organismos internacionales, bancos de inversión y calificadoras auguraron un futuro prometedor si llegaban a la presidencia de sus países. Pero, ¿cómo se puede llegar al poder de un país como Estados Unidos, Brasil, Argentina o Ucrania sin tener base política? ¿Realmente eran outsiders?

La respuesta es no, no lo eran, pero fueron cultivando ese mito hasta que lograron construir una narrativa que les funcionó. Principalmente se apoyaron en la decepción que la gente tiene con la democracia derivada de la falta de resultados que ha tenido con la mayoría de la población, en especial desde el neoliberalismo. La desigualdad económica, el empobrecimiento sistemático de las personas y la sensación de que “nada cambia” fueron parte del combustible que los llevó al poder. Lo primero es que los medios corporativos comienzan a transmitir la idea de que “todos los partidos políticos son iguales, nada cambia y no logran hacer nada por la gente”. Esto al mismo tiempo que los medios (sus dueños) favorecen un sistema donde ningún candidato logre la fuerza necesaria para realmente implementar cambios. Hacen llamados al voto útil y pretenden presentar a la población únicamente dos opciones. A final de cuentas, no tienen que ganar, sólo deben lograr que aquellos que no les favorezcan no logren mayorías necesarias para implementar cambios de verdad. ¿Les suena la moratoria constitucional del Prian o el llamado al voto útil para impedir las mayorías de Morena en ambas cámaras?

Una vez que logran dicho objetivo, viene fabricar un candidato. Ninguno de los cuatro era desconocido en su país. Trump había estado jugando con la idea de lanzarse a la presidencia desde los 90, era extremadamente conocido dentro de la cultura pop estadunidense, fundó su universidad y siempre estuvo en el ojo del huracán por los constantes problemas legales/financieros de sus empresas. Zelensky era un actor muy reconocido que había realizado un muy exitoso programa donde su personaje llegaba a la presidencia siendo un outsider. Milei forma parte del Foro Económico Mundial y era invitado a participar regularmente. Su discurso libertario llegó a la población porque los medios lo impulsaron. Bolsonaro había sido alcalde y senador en Brasil y era conocido por ser ultraderechista. Lo que todos tenían en común era el apoyo de dos redes: Atlas Network, que apoya gobiernos y movimientos de ultraderecha en el mundo y en especial en Latinoamérica, y la Conferencia Conservadora de Acción Política (CPAC) que promueven el avance de la ultraderecha en el mundo.

Cuando escogen al candidato, viene el discurso antisistema estridente. Se trata de decir las mayores locuras posibles, conseguir la mayor atención e insultar lo más posible al gobierno y cualquiera que esté en contra de lo que se dice. Esa es una característica esencial, recordemos lo que Trump ha dicho en cada campaña, desde insultar migrantes hasta decir que “podría matar a alguien en la quinta avenida y no le pasaría nada”. Misteriosamente todos los candidatos logran la aprobación y apoyo de empresarios y organismos internacionales a pesar de que una y otra vez repiten que irán contra ellos y que velarán por el interés de la gente.

Todo esto puede parecernos muy lejano, pero en México el plan está en marcha y los objetivos claros. Primero 2027, en la elección intermedia de diputados, la meta de los movimientos de ultraderecha será impedir la mayoría de Morena. Se unirán al PAN, movimientos como México Republicano (filial del Partido Republicano de Estados Unidos) y grupos empresariales. Lo logren o no, el plan para 2030 se mantendrá. Los candidatos son dos y está cada vez más claro: un empresario y un actor, cada uno con diversos apoyos, pero ambos como parte del mismo movimiento.

Desde 2018, Roberto Salinas, primo de Ricardo Salinas (el candidato empresario) es el director ejecutivo de Atlas Network en México. En noviembre, su primo fue conferencista del evento de CPAC, donde también participaron Milei y Trump. Por otro lado, Eduardo Verástegui, cercanísimo a Donald Trump, al Partido Republicano y quien ha anunciado la creación de un nuevo partido político en México. Poco a poco van a repetir todos los discursos que han funcionado en otros países y las calificadoras, centros de pensamiento, ONG y organismos internacionales van a apoyar todas las propuestas que harán estos dos posibles candidatos de aquí a 2030, que serán menores impuestos para la los empresarios (incentivos), reducción del Estado, acabar con programas sociales, privatizar la educación, salud y el sector energético, desregular y crear órganos especializados dirigidos por “ciudadanos” (quienes realmente son ex trabajadores de las empresas a las que supuestamente regularán).

La hoja de ruta es clara, la advertencia está ahí y es una estrategia ya probada en muchos países. Sería un error en México subestimar toda la maquinaria que está detrás de la ultraderecha mundial, podría costarnos el país.

X: @aloyub

Crisis ambiental en La Laguna

Hay una elevada polución en la ciudad de Torreón y en otras cercanas que dañan la salud de su gente

Trump y Johnson: mal augurio

El pedigrí del próximo embajador exuda un perfil injerencista sin tapujos, con énfasis en las operaciones estratégicas clandestinas y la guerra no convencional irregular
Anuncio