Ciudad de México. La plaza más representativa de México, el Zócalo capitalino, se colmó este viernes de música y fiesta con un gran fandango al aire libre.
En la víspera del invierno, el cálido ritmo del son jarocho llegó desde Veracruz de la mano de Mono Blanco, una de las agrupaciones más reconocidas en la preservación y difusión de este género tradicional.
Miles de visitantes se congregaron para disfrutar de un concierto que evocó las raíces, la historia y la música veracruzana. El acto formó parte de la Verbena Navideña, celebración organizada por el gobierno de la Ciudad de México, por conducto de la Secretaría de Cultura local.
Foto María Luisa Severiano
Desde las primeras horas de la tarde, familias completas llegaron con mantas, chamarras y termos llenos de bebidas calientes. La decoración del Zócalo, con luces multicolores, pinos adornados y estructuras que recreaban paisajes invernales, ofreció una atmósfera festiva.
“Venimos desde Santa Martha Acatitla para escuchar a Mono Blanco. Es una oportunidad única poder verlos en un lugar tan representativo”, comentó Martha Ruiz, quien asistió con su esposo y su hija pequeña.
Antes de que el conjunto veracruzano, formado en 1977, tomara el escenario, el grupo Jarana Beat, proveniente del Bronx, Nueva York, desplegó una mezcla de sonidos tradicionales mexicanos con influencias contemporáneas.
Poco después de las 21 horas, los músicos de Mono Blanco aparecieron con los instrumentos listos, pero se enfrentaron a dificultades técnicas, ya que sus micrófonos aullaban, lo que dificultó el inicio de la presentación.
A pesar de los contratiempos, la agrupación mantuvo la calma y ajustó el sonido mientras los asistentes esperaban con entusiasmo.
Foto María Luisa Severiano
Gilberto Gutiérrez, líder de la agrupación, tomó el micrófono para dar la bienvenida a los presentes.
“Esta noche es especial, porque derrama la fragancia de las flores y en la sangre de las venas los jarochos son cantantes”.
El repertorio incluyó clásicos como El mundo se va a acabar, Viejo malecón, El cascabel y La bruja. Los acordes del arpa, el ritmo de las jaranas y los versos improvisados llenaron cada rincón del Zócalo. Los espectadores, emocionados, respondieron con aplausos y gritos que retumbaron entre los edificios circundantes.
A pesar de la gran cantidad de visitantes que se concentraron en el acto, el ambiente se mantuvo fluido y agradable, lo que permitió que los presentes caminarán con total libertad e incluso pudieran zapatear con energía.
El clímax de la noche llegó con El cuarto de Tula y La Bamba. La primera, dedicada a Radio Educación “por su centenario de vida y su contribución a la difusión de la música tradicional”, y la segunda, interpretada junto a Jarana Beat y otros músicos.
Foto María Luisa Severiano
La multitud, ya familiarizada con la letra, acompañó a Mono Blanco, aunque el descenso de la temperatura moderó un poco sus movimientos.
Entre los asistentes, Mariana Hernández, quien llegó desde Chalco con su familia, compartió su emoción: “Esta música es fenomenal. Es algo que se siente en el corazón. Es bonito ver que nuestras tradiciones siguen tan vivas”.
Al despedirse, Gilberto Gutiérrez agradeció al público por su presencia y por mantener vivo el espíritu del son jarocho, al ritmo del zapateado.