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La brutal devaluación de diciembre hace tres décadas fue pésimamente operada por Ernesto Zedillo y su efímero secretario de Hacienda Jaime Serra Puche. Foto Fabrizio León
21 de diciembre de 2024 08:51
Tres décadas atrás explotó la bomba (cuya existencia fue permanentemente negada por el gobierno salinista –el propio Carlos y Pedro Aspe, su mano derecha– porque, decía, entramos al primer mundo), y tras meses de creciente cuan severa inestabilidad política, económica y financiera (con histórica fuga de capitales), Ernesto Zedillo se hospedó en Los Pinos sólo para terminar de abrir la caja de Pandora con una brutal devaluación (100 por ciento, de entrada), con lo que, una vez más, hundieron a México en lo que se conoce como el error de diciembre.

El caos, pues, con una factura social de proporciones inhumanas, y de aquellos tiempos se recuerda una anécdota que se hizo muy popular: reunidos para tomar decisiones ante la brutal circunstancia, Ernesto Zedillo le reclamó a Carlos Salinas de Gortari que le heredaba una economía prendida con alfileres, a lo que el segundo simplemente le respondió: ¡Pendejo!, para qué se los quitaste. Esta versión corrió como reguero de pólvora, a grado tal que el hijo predilecto de Agualeguas, Nuevo León, intentó deslindarse: en encuentros realizados en mi biblioteca (19 y 20 de noviembre de 1994), le dije a Zedillo que no era conveniente intentar un ajuste brusco del tipo de cambio; en cambio, el del bienestar para la familia favorecía la devaluación del peso y exigía proceder –léase que el orejón asumiera el costo político– antes de que él tomara posesión. Obviamente no lo hizo y todo se derrumbó.

El entrante (Zedillo) atribuyó el desplome económico-financiero-cambiario a la pérdida de reservas internacionales –que, cierto es, en 1994 cayeron como pajaritos en invierno–, pero sus decisiones fueron igual de erráticas (no para el gran capital, desde luego) que las tomadas por el saliente, y entre estupidez y estupidez, tres décadas después los mexicanos no han dejado de pagar por ellas.

Es por las reservas internacionales, justificaban, y en eso estaba ese par impresentable cuando a principios de 1995 el Banco de México (BdeM) –ya con el Fobaproa a todo lo que daba– divulgó un informe, con datos de 1994, en el que, en esa materia, presentó una suerte de cronología del último año de gobierno de Salinas de Gortari, y lo que documentó es que el desplome de esas reservas se debió más a razones políticas y delictivas, de tal suerte que desde entonces quedó claro que el error de diciembre se alimentó a lo largo de muchos meses, de tal suerte que la responsabilidad es compartida.

El citado informe sostiene que ciertos hechos políticos y delictivos coincidieron con las etapas en las que el tipo de cambio llegó al techo de la banda y consecuentemente se perdieron reservas internacionales. Uno de ellos fue el asesinato de Luis Donaldo Colosio, que provocó la pérdida de 10 mil 388 millones de dólares en reservas internacionales, aunque la caída comenzó a principios de marzo. Además, el levantamiento zapatista pasó la factura: mil 549 millones, pero sólo hasta su hostilidad intensificada (diciembre de 1994, sic del BdeM).

La renuncia del entonces secretario de Gobernación, Jorge Carpizo (junio), y su triunfal retorno a Bucareli le costó al país 2 mil 902 millones de dólares en reservas internacionales. Además, el sainete de Mario Ruiz Massieu (denuncias y renuncia como subprocurador de la PGR, en noviembre de 1994): pérdida de 3 mil 713 millones de billetes verdes. Entre ambos, 6 mil 615 millones de dólares menos.

En su informe, el BdeM subraya que “el secuestro de empresarios prominentes (Alfredo Harp Helú, cuando el nivel de reservas internacionales comenzó a mostrar signos de preocupante deterioro, y Ángel Lozada), así como el giro que tomaron las negociaciones y actitudes relacionadas con el conflicto de Chiapas causaron gran inquietud. Ello determinó que el tipo de cambio alcanzara niveles cercanos al techo de la banda y que las tasas de interés sufrieran presiones alcistas (…) hasta que sobrevino un acontecimiento deplorable y de gran impacto histórico” (léase la devaluación, pésimamente operada por Zedillo y su efímero secretario de Hacienda Jaime Serra Puche).

En síntesis, de enero de 1994 a igual mes de 1995 se perdió 90 por ciento de las reservas internacionales: de alrededor de 30 mil millones de dólares a cerca de 3 mil, respectivamente. De pilón, fuga de capitales, huelga de hambre y todo lo que siguió. Por si fuera poco, quitaron los alfileres.

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