Bajo las relaciones de propiedad (RP) prevalecientes en los países socialistas de Europa Oriental (PSEO), la división entre condiciones objetivas y subjetivas de producción; entre medios de producción y fuerza de trabajo (FT) está incompleta. El aparato que es el único propietario de los medios de producción tiene una facultad de disposición definida, aunque restringida, sobre la FT que es en parte directa: su mando sobre secciones de la población para lograr tareas económicas definidas. En las circunstancias actuales ésta es una medida excepcional de importancia económica marginal. Mucho más importante es el poder indirecto de establecer todas las condiciones del contrato de trabajo para toda clase de ocupaciones. El Estado fija administrativamente los salarios y los principios de remuneración. Es capaz de hacerlo en condiciones en las que (con algunas restricciones) los trabajadores pueden cambiar su lugar de trabajo y ocupación, porque determina no sólo la demanda de diferentes clases de trabajo, sino que también –con su monopolio sobre la educación general y profesional– la estructura básica de la oferta de trabajo a largo plazo. La resistencia de los empleados, que carecen del derecho de organizarse por sector o profesión, sólo puede tener efectos leves. El desempleo abierto no puede institucionalizarse en las sociedades tipo soviéticas. Como resultado, la unificación de los factores objetivos y subjetivos de la producción se realiza en la venta de la FT en un pseudomercado laboral donde los salarios son fijados administrativamente y puestos en vigor políticamente. El derecho al trabajo coexiste en los PSEO con la obligación legal de trabajar y esto es aplicado con medidas punitivas (hostigamiento policiaco o encarcelamiento). Es la obligación de ganarse la vida en empleos y lugares de trabajo administrativamente reconocidos (excluye empresas privadas sin licencia y la posibilidad de estilos de vida alternativos basados en trabajo irregular, casual o temporal) y, por tanto, es un elemento importante del control socio-político de la población. En los PSEO la marginalización es una opción atractiva para algunos egresados de educación media alta y superior, dado el carácter aburrido del trabajo en organizaciones burocráticas grandes, se vuelve privilegio de intelectuales reconocidos. Para la mayoría, tomar un empleo oficialmente ofrecido (dado que no hay seguro de desempleo) es no sólo una obligación legal, sino una N material directa –no hay ninguna alternativa. La asombrosa proporción (muchas veces mayor que en occidente) de quienes trabajan a centenares de millas de su residencia permanente y su familia (en condiciones frecuentemente increíbles de alojamiento); el nivel salarial para algunas categorías de trabajo no calificado (dominantemente femenino), se sitúan en niveles muy por debajo del mínimo realista de existencia para una sola persona; la frecuencia de empleos sin correspondencia con la calificación profesional, etcétera, todo esto sugiere la presencia de un elemento puramente coercitivo (tanto legal como económico) en la ausencia de desempleo. Mientras más restringidas sean las oportunidades de empleo para cierto tipo de trabajo, mayor es la tendencia que la dependencia impersonal de la FT del aparato como empleador monopolista se vuelva una sujeción personal a los administradores de su lugar de trabajo. En las provincias la seguridad en el trabajo suele ir acompañada por formas de dependencia personal degradantes y humillantes, que son difícilmente imaginables en occidente.
El desempleo existe en los PSEO por supuesto, pero escondido e irreconocible. Aunque su nivel no puede calcularse, es incomparablemente menor que en occidente. Afecta sobre todo a las mujeres. Muchas buscan empleo, pero no hay oportunidades cercanas. También hay una tendencia a la sobrecontratación, que resulta en un bajo nivel de productividad y en personas involucradas en pseudo-AV completamente inútiles. El sobreempleo es un caso particular de la tendencia general a crear escasez artificial que resulta de la organización de estas economías como sistemas de restricción de recursos. Dada la escasez de elementos materiales de producción, a las empresas les interesa no sólo acumular reservas materiales escondidas, que no se necesitan de inmediato, sino también en tener una reserva de FT para las inevitables prisas de producción en algunos periodos. A mayor rigidez de la planeación, mayor es esta necesidad. Dada la previsible escasez, las empresas sobrecontratan, lo que agudiza la escasez de FT. La eliminación del desempleo reduce la competencia por los puestos de trabajo entre los trabajadores, lo que reduce el dominio que sobre estos tienen las empresas. Esto genera una atmósfera paternalista en la empresa y hace imposible el mantenimiento de la disciplina laboral, de manera que el trabajador retiene un control limitado negativo sobre su trabajo, lo que reduce la intensidad del trabajo y el pago recibido. La eliminación del desempleo aumenta la seguridad del empleo, uno de los componentes del omnipresente paternalismo de los PSEO. El sistema totalizante de dominio que abarca casi todas las áreas de la vida individual e involucra a cada individuo en una serie de dependencias de (y complicidad con) el aparato tiene dos caras. Significa no sólo la falta de salvaguardas formales en contra de las acciones del aparato, sino también la realidad de una enorme presión generada por éste, para perturbar todas las conexiones sociales informales, espontáneas y vínculos más allá de la familia. Por el otro lado, la consiguiente atomización individual está acompañada de un sistema de medidas que proveen una protección relativa contra infortunios azarosos y dan un carácter seguro y ordenado a la existencia cotidiana. La mayor parte de estas medidas de amortiguamiento no existen como derechos claramente enunciados y obligatorios, sino como favores otorgados por buen comportamiento. Por tanto, cesa en cuanto el individuo se porta mal. El conflicto con el aparato como tal, mal comportamiento político, generalmente resulta en una estigmatización de la persona por el resto de su carrera profesional. Así, el paternalismo de Estado constituye un importante elemento en la legitimización, y por tanto en la reproducción, del sistema social.
Deseo a mis lectores una feliz Navidad y que, pasados los festejos, encuentren el tiempo y el espacio de soledad y tranquilidad para reflexionar sobre el sentido de la vida humana, este milagroso regalo que todavía tenemos los sobrevivientes. Aprovechemos cada día que nos va quedando para hacer lo que siempre hemos querido hacer.
www.julioboltvinik.org
[email protected]