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¿Maíces infernales o maíces celestiales?

17 de diciembre de 2024 00:02

La etnobotánica se dedica a analizar las relaciones entre las plantas y los seres humanos en todas sus dimensiones y escalas. Esta vez voy a compartir una breve reseña de etnobotánica comparada. La que se establece entre el maíz, el cereal más cultivado del mundo, y las sociedades estadunidense y mexicana. De manera muy clara, la trayectoria que ha seguido el cultivo y consumo del maíz en ambos países revela, como veremos, dos historias contrastantes y antagónicas sobre una misma planta, dos trayectorias civilizatorias.

Mientras que el maíz fue inventado y diversificado en la antigua Mesoamérica hace por lo menos 7 mil años, a lo que hoy es Estados Unidos fue llevado por sus pueblos originarios hace 4 mil, aunque no hay registros paleobotánicos hasta hace 900. Hoy Estados Unidos es el mayor productor del maíz del planeta, y el que menos lo consume como alimento fresco. Como sucede con los olivares en España, el aguacate en México, el café en Brasil o la soya en Sudamérica, el maíz en Estados Unidos es sembrado en extensos monocultivos, bajo criterios mercantiles, fundamentalmente a base de híbridos que facilitan por su uniformidad el uso de máquinas movidas por petróleo.

Esto ocurrió desde los 1930 con la llamada “Revolución Verde”, esto es, con el arribo del modelo agroindustrial y su paquete basado en el uso de agroquímicos (fertilizantes y plaguicidas), la investigación genética y el uso de máquinas.

En el ciclo 2023-24 el maíz fue la principal especie cultivada en Estados Unidos, pues se extiende por 35 millones de hectáreas, con un volumen anual de casi 390 millones de toneladas y rendimientos que alcanzan las 11.5 toneladas por hectárea. Contrariamente a lo expresado por sus defensores, el maíz estadunidense se siembra para alimentar a reses, pollos y cerdos (38 por ciento) o con etanol forrajero (8.3 por ciento), como combustible para los autos (30 por ciento), para su venta a otros países (México, Canadá, India) (13.8 por ciento), como jarabe alto en fructosa (3 por ciento), como edulcorante industrial (glucosa y dextrosa) (2.7 por ciento), como semilla para la siembra, como alcohol para bebidas o la industria (1.2 por ciento), y por fin como cereal (1.6 por ciento).

Hoy, además, se realiza investigación para convertirlo en “plástico orgánico” Todo ese maíz es además genéticamente modificado,y religiosamente acompañado del glifosato, el herbicida reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como potencialmente cancerígeno y causante de trastornos, malformaciones y abortos espontáneos. En suma, el maíz estadunidense es fundamentalmente una mercancía en el libre juego de los agronegocios, además de ser ampliamente subsidiado por su gobierno, que ya no se consume como alimento esencial de la dieta humana, producto, emblema y símbolo de una tragedia agroindustrial.

En México, centro de origen del maíz, este cereal ha recibido un tratamiento esencialmente amoroso por quienes lo cultivan, lo cuidan, lo reproducen y lo consumen. Sembrado desde el nivel del mar hasta los 3 mil metros, las 60 a 70 razas de maíz (en Estados Unidos solamente se reconocen 19) dan lugar a miles de combinaciones. Cada familia maicera representa un caso único. El maíz en México se ha sembrado tradicionalmente no como monocultivo, sino como parte de la milpa, acompañado de frijoles, calabazas, amarantos, chiles, chayotes, tomates, jitomates y una gran variedad de quelites.

Se han llegado a documentar milpas de 30 a 35 especies por hectárea. Aunque la “modernización” ha impulsado un nuevo sector fundamentalmente comercial, las modalidades tradicionales siguen dominando su cultivo. Ochenta por ciento del maíz sembrado en México es a partir de semillas campesinas ( https://www.ecosur.mx/por-que-lasvariedades-tradicionales-de-maiz-sontan-importantes-para-mexico/ ). El maíz no sólo está presente en el ciclo agrícola de millones, también en fiestas, exposiciones, rituales, ferias de semillas, artesanías, y lo que es más importante se trata de una “planta sagrada”.

Dos libros emblemáticos recientes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lo confirman: Respuestas acerca del maíz, tres tomos escritos por 72 autores, y Milpa pueblos de maíz: diversidad y patrimonio biocultural de México. Defender al maíz es entonces una cruzada esencial, pues simplemente “sin maíz no hay país”. En correspondencia con los decretos presidenciales de 2020 y 2023 que prohíben la siembra de maíz transgénico en México, el llamado segundo piso del gobierno de la 4T está obligado a batirse en las negociaciones comerciales. ¿Barbarie o civilización? ¿Maíces infernales o maíces celestiales?



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