El nuevo megapuerto de Chancay, en Perú, financiado por China, la compañía COSCO Shipping y capital peruano, de origen minero (40 por ciento), propone un nuevo panorama geopolítico y comercial, para Sudamérica y el Pacífico.
Resulta que las mercancías de los grandes barcos de contenedores que llegaban de China para Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, pasaban primero por Manzanillo, Colima, o por Long Beach, en Los Ángeles, y de ahí se repartían por medio de barcos de menor calado a los respectivos países.
Asimismo, los productos que mandaban los países sudamericanos del Pacífico a China tenían que hacer la misma vuelta, pero ahora, por la vía de Chancay, se ahorran 12 días de navegación y mucho dinero. Para empezar, el puerto peruano puede recibir un millón de contenedores al año. No sólo se trata de un recorrido mucho más largo y de mayor costo, sino de la pérdida de control del espacio geopolítico del Pacífico por parte de Estados Unidos y su aliado comercial México, con el puerto de Manzanillo.
El nuevo puerto de Chancay, a unos 80 kilómetros de Lima, con una profundidad de 18 metros y mil hectáreas de terreno, permite la llegada de grandes barcos de mayor calado que no podían llegar a otros puertos de la región sur. Desde este puerto, totalmente automatizado, se potenciará la exportación de productos agrícolas, minerales y otros a los puertos de Asia, y recibirán infinidad de manufacturas sin tener que pasar por Estados Unidos y México.
El puerto tiene una localización estratégica, al medio de Sudamérica, pero, sobre todo, porque Perú tiene frontera con Brasil y el objetivo principal es llegar por vía terrestre a ese gran mercado, por medio de la carretera transoceánica. Un objetivo añejo, por parte de Brasil, Perú y Bolivia, que ya está en buena parte trazado y construido, pero con poca circulación. La vía, que cruza la selva amazónica y los Andes, acortaría de 48 a 28 días la conexión de Brasil con China y otros desembarcaderos.
La obra de la carretera estuvo a cargo de la empresa brasileña Odebrecht y se financiaba, en parte, de la famosa Caja B, dedicada específicamente a la corrupción de funcionarios. Y en este caso, al ex presidente peruano Alejandro Toledo, que ya está en la cárcel y acompaña a Pedro Castillo, otro ex mandatario, en el penal de Barbadillo, un recinto expresamente diseñado para albergar a ex presidentes corruptos, como Alberto Fujimori, y de la cual se libró Alan García, por la vía del suicidio. Allí también estuvo el ex mandatario Ollanta Humala, cerca de 18 meses, por otro caso de corrupción con Odebrecht.
Pero en Perú, el desastre de la vía política va por un carril y los negocios por otra. En los últimos años se ha convertido en un país exportador de frutas y verduras, además de la minería, y paradójicamente, los recurrentes cataclismos políticos no han impedido la realización de grandes proyectos de irrigación y desarrollo portuario y aeroportuario. Ahora el muelle de Chancay debe integrarse a una red de carreteras y ferrocarriles de la que todavía falta mucho por mejorar, pero que cuenta con el apoyo del capital chino para poder desarrollarse.
De manera complementaria, los peruanos están pensando en otro puerto, de 30 metros de calado, para los megabarcos que no puedan llegar a Chancay. Este futuro puerto, de nombre Corío, queda al sur, en el departamento de Arequipa, que tiene conexión férrea con Bolivia y el norte de Argentina.
A los bolivianos, que perdieron su acceso al mar en la guerra con Chile (1879) y que dependen de los puertos de Arica, Antofagasta e Iquique, les convendría comunicarse por carretera con el muelle peruano de Ilo y así evitar los puertos chilenos que se ven obligados de mala gana a utilizar.
Otro elemento que entra en juego es la crisis actual del canal de Panamá, por falta de agua y el intenso tráfico marítimo, donde los barcos de contenedores tienen que esperar semanas para poder cruzar entre los dos océanos. A esto se añaden los problemas de saturación en los puertos de Los Ángeles, después de la pandemia y en ciertas épocas del año. Para los chinos y otras naciones de Asia, Chancay soluciona muchos de estos problemas, al igual que para varios países de Pacífico.
Los chinos invierten en América Latina y tiene visión de futuro; paradójicamente, Estados Unidos está fuera del escenario latinoamericano. Ahora está abierta la oferta de invertir en el puerto de Corío, en Arequipa, con 30 metros de calado, pero aún no hay nada definido.