San Cristóbal de Las Casas, Chis. El intelectual tseltal Javier López Sánchez, originario del municipio de Oxchuc, tomó posesión como rector de la Universidad Intercultural de Chiapas (Unich), con sede en San Cristóbal.
Durante una ceremonia realizada en el contexto del 20 aniversario de su fundación, dijo que esa universidad “se va a avocar a estudiar, escribir y sistematizar el conocimiento” de los pueblos originarios de Chiapas.
Agregó que “nuestra preocupación y ocupación número uno será la formación de las y los estudiantes en temas de la interculturalidad”, por lo que “tenemos que profundizar lo que supone la interculturalidad en todas las carreras” que ofrece esa casa de estudios.
“Se pondrá mucho empeño en las lenguas originarias y extranjeras”, manifestó, al tiempo de expresar que “aspiramos a que esta universidad esté en un marco nacional e internacional. Que nuestras contribuciones se escuchen más allá de San Cristóbal y Chiapas. Haremos la internacionalización académica. Haremos vinculación universitaria estatal, nacional e internacional”.
Sostuvo que “toda universidad debe de contribuir a la transformación social. Tenemos que incidir en la agenda pública”.
A través de un mensaje por la vía virtual, Sylvia Schmelkes del Valle, investigadora de la educación desde 1970 y quien participó en la creación de esa casa de estudios en 2004, sostuvo que “la Unich es testimonio de que lo que se buscaba con la creación de las universidades interculturales que era expandir el acceso de los indígenas a la educación superior”.
Pero más que eso, continuó, “ha logrado despertar en los indígenas que acceden a ella un sentido de orgullo de su identidad y en los no indígenas un gran respeto por los pueblos indígenas y sus culturas. Han favorecido la sistematización de los conocimientos y las epistemologías indígenas y propiciado el diálogo epistemológico. Ha probado ser un camino en la construcción de una sociedad que supere el racismo y avance hacia la interculturalidad”.
Afirmó que “ahora que las universidades interculturales están cumpliendo 20 años, una visión de futuro podría incorporar el aprovechamiento del impulso de nuestros logros para ir alcanzando una calidad académica desde una perspectiva intercultural. Esto incluye el desarrollo de un sentido ético política para la lucha contra las asimetrías y la discriminación”.
Remarcó: “Hay que fortalecer la presencia local transformadora con enfoque intercultural, basada en la generación del conocimiento de las lenguas y culturas y sobre los problemas socioambientales del entorno de referencia”.
Andrés Fábregas, primer rector y fundador de la Unich, comentó que esa universidad “es pionera en abrir los espacios a las mujeres para la educación superior, sobre todo a las mujeres que pertenecen a pueblos originarios. En los últimos festivales de América Latina como la muestra de cine de Morelia, los cineastas que han ganado con documentales son egresados de la Unich”.
La poeta y escritora maya tsotsil, Susi Bentzulul, egresada de la Unich, manifestó que “nuestras abuelas no pudieron acceder al sistema educativo por una gran desigualdad histórica que hemos vivido como pueblos indígenas. Pareciera un privilegio ingresar al sistema educativo”.
Hace cuatro años concluí la maestría en el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (Cesmeca) y actualmente curso un doctorado y, para mí, este logro va más allá de una simple titulación: es un testimonio de la resistencia y la determinación de las mujeres indígenas. Es un recordatorio de las batallas de nuestras abuelas y madres que libraron para allanar el camino hacia un futuro más igualitario y justo”.
Sostuvo que “para muchas, la educación se ha convertido en un acto totalmente emancipador. Por eso, detrás de todo esto hay una dosis de esperanza y una lucha inalcanzable que hicieron nuestros hermanos y hermanas zapatistas en 1994; gracias este movimiento que marcó un hito en México y sobre todo en Chiapas para nuestros pueblos y comunidades, ahora estamos aquí en esta universidad”.
Originaria de Chamula, expresó que “a mis 29 años vengo de una generación de abuelas que nunca pudieron ingresar al sistema educativo. Soy de la tercera generación de mi familia en la que mis hermanas, primas y yo accedimos al derecho a la educación. Muchas de nuestras abuelas y madres no tuvieron acceso al derecho a la educación. Vivimos en una desigualdad histórica siendo mujeres indígenas. Si hablamos de la educación de las mujeres, pero sobre de las mujeres indígenas, es mucho más complejo, ya que ser mujer indígena joven en nuestra sociedad plantea desafíos únicos y a menudo muy desgarradores”.