Borrego Llorente aprovechó su influencia como jefe de oficina de la cancillería para acomodar en el Museo Nacional de Arte (Munal) un festejo por su matrimonio, según lo publicado en una columna en El Universal por Claudio Ochoa (reportero y conductor de un programa matutino en Latinus). Oficialmente, se conmemoraban 89 años de relaciones diplomáticas entre Rumania y México; pero extraoficial y marcadamente se festejaba la unión matrimonial entre Borrego, quien fue encargado de la sección consular de la embajada de México en Rumania, y Ionut Valcu, quien actualmente forma parte de la embajada de Rumania en México.
En una primera respuesta, Borrego Llorente arguyó que la celebración había sido un acto diplomático, aunque financiado con recursos privados. Finalmente, sin salida a la vista e incluso con el señalamiento de la presidenta Sheinbaum en contra, entregó su renuncia, aceptando en términos generales sus errores.
La renuncia de Borrego Llorente fue solicitada por la propia secretaria Bárcena, según comunicado de la Semarnat, pues ella no autorizó ni fue informada
del acto al que, sin embargo, asistió como figura central, según fotografías y testimonios diversos. La secretaria Bárcena no pareció darse cuenta o no le importó lo que tenía a la vista, el aprovechamiento de un espacio cultural de gobierno, un museo, para una celebración en clave matrimonial. La misma argumentación que aplicó a su colaborador, pillado gracias a un trabajo periodístico y no a una vocación justiciera de la SRE o la Semarnat, sería aplicable a ella, quien argumentó que lo sucedido había sido un grave error que contrasta con la vocación austera, rigurosa e igualitaria
de la llamada Cuarta Transformación.
En los primeros meses de la administración obradorista (mayo de 2019) cayó quien era titular de la misma Semarnat, Josefa González-Blanco Ortiz-Mena, por hacer que se retrasara un vuelo comercial, de la Ciudad de México a Mexicali, para que ella pudiera alcanzar a tomarlo. La esperaron durante 38 minutos. Hubo de renunciar a su cargo (aunque luego la nombraron ni más ni menos que embajadora de México en Reino Unido) mediante una carta que podría releer la actual titular de esa misma secretaría: La verdadera transformación de México exige total congruencia con los valores de equidad y justicia (...) Nadie debe tener privilegios y el beneficio de uno, así sea para cumplir con sus funciones, no puede estar por encima del bien de la mayoría
.
En materia de bodas políticas con consecuencias negativas para alguno de los contrayentes puede recordarse el caso de Santiago Nieto, quien era titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y cayó en desgracia al celebrar su matrimonio en Guatemala (noviembre de 2021) con una lista de invitados que incluyó al dueño del diario El Universal, Juan Francisco Ealy, quien llevaba 35 mil dólares en efectivo que no fueron reportados. El escándalo provocó la renuncia de Nieto, quien ahora es director del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (Secretaría de Economía); también renunció Paola Félix Díaz, entonces secretaria de Turismo en el gobierno capitalino de Claudia Sheinbaum.
Y, desde luego, la ruda caída política de César Yáñez (ahora subsecretario de Gobernación), antes de la toma de posesión presidencial de Andrés Manuel López Obrador, a causa de la rumbosa boda que celebró en Puebla.
Y, mientras Donald Trump asesta a México un nuevo embajador, Ronald Johnson, todo un halcón que no usa sombrero, como el saliente Ken Salazar, pero sí utilizó boina verde, con décadas de servicio en temas militares y de la CIA, ¡hasta mañana!
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