Hoy somos el reflejo del raquítico apoyo que la actividad científica mexicana tuvo durante los gobiernos neoliberales y de cómo simularon haber hecho una importante contribución oficial al desarrollo de la ciencia en el país. Han sido incontables las oportunidades perdidas para generar conocimiento y para encontrar respuestas a las múltiples necesidades actuales.
Sin embargo, no se han perdido las esperanzas de fortalecimiento ni las posibilidades de encontrar mejores tecnologías y dar pasos más acelerados en el rescate ambiental. No sólo se trata de reciclar o de remodelar las ideas. Es importante contar con un acervo de información clave que nos permita estar un paso adelante de los acontecimientos que, día a día, determinan nuestra forma de vida.
La mentalidad colectiva, tan diversa, complicada, y predecible, tiene un común denominador: el reto de avanzar. Ningún ser humano, hasta donde se conoce, ha permanecido en un mismo lugar, no obstante, los fuertes lazos territoriales si éstos ya no le garantizan la subsistencia. Buscar, indagar, caminar hacia mejores metas, son el principio de nuestra conducta.
Esa necesidad de avanzar y el hecho de contar con las posibilidades para hacerlo, nos convierte a los seres humanos en los promotores naturales del deseo por aprender, de acuerdo con especialistas en el tema, éste es un instinto primario. Coloquialmente, se le llama curiosidad.
Uno de estos científicos dedicados al misterio del aprendizaje, fue el sicólogo y pedagogo Hans G. Fürth quien señaló en su libro El conocimiento como deseo. Un ensayo sobre Freud y Piaget, que el deseo de conocer, es una necesidad esencial del ser humano.
Está más que comprobado que la ciencia y la tecnología son el soporte de la vida en el planeta. Dependemos de ambas para la subsistencia humana. Lamentablemente, ninguna se escapa de la cultura del consumismo. Sin embargo, ningún pretexto debería cerrar las puertas al desarrollo de aquellas técnicas que ofrecen las posibilidades energéticas que necesitamos. Hablamos de la energía nuclear.
En cuanto al tema, insistimos en él porque ésta es una de las alternativas que más resultados positivos han arrojado y que mayor ahorro económico han demostrado en los países que optaron por la energía nuclear para el abasto de electricidad. No sería conveniente, para el grado de soberanía al que aspiramos, que México quedara al margen del presupuesto federal, o que se le negara el apoyo institucional.
Se están buscando, como ya lo hemos manifestado en este espacio de La Jornada, las técnicas que ayuden a desarrollar y promover más ampliamente la ampliación de la industria nuclear. Ya es posible aprovechar los residuos de la utilización del uranio de los reactores termoeléctricos de otros países (China, Rusia, India). Los inconvenientes están disminuyendo.
Hacemos hincapié en que, reducir los riesgos para la salud y controlar los residuos tóxicos, es una obligación de todos los países, no sólo en el área nuclear, sino en todas las fuentes de energía que conocemos en la actualidad. El compromiso es reducir la huella del dióxido de carbono (CO2) y que, ninguna empresa y ninguna nación, se queden atrás. Ésta es la meta obligada y no existe otra más importante que la recuperación de la salud mundial.
Afortunadamente, la motivación para seguir una carrera de investigación en el área de la ciencia física no ha disminuido y, esperemos que esto no suceda, pese a las condiciones desfavorables, por ejemplo, en las que realiza su trabajo la mayoría del plantel docente de la Facultad de Ciencias de mi alma máter. Hacemos votos para que la llamada “burocracia dorada”, injusta, neoliberal y depredadora de todas las facultades de nuestra UNAM, pronto sea relevada.
En consecuencia, felicitamos a dos integrantes de la comunidad científica nuclear por los premios recientemente recibidos. Miguel Alcubierre Moya ha sido premiado con la medalla Pro-Conciencia 2024-2025, que otorga la Asociación Mundial Pro-Conciencia, AC. Su trayectoria como investigador y docente, además de divulgador de la ciencia, lo ha destacado.
El doctor Alcubierre ha realizado importantes estudios en cuanto a la relatividad numérica relacionados con el espacio-tiempo. Por su parte, el doctor Roberto León Montiel, integrante del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN), ha sido reconocido con la distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos (RDUNJA) 2024, en la categoría de Investigación en Ciencias Exactas. Además de ser galardonado por su amplia labor como investigador del ICN.
Los apoyos y los reconocimientos deben multiplicarse no sólo en la UNAM, sino en todos los centros de investigación del país. Talento existe, vocación también. Hace falta mayor reconocimiento de las autoridades para que la productividad científica siga dando frutos sin limitaciones ni estigmas.
Queremos seguir avanzando en el desarrollo de la energía nuclear. Grandes personajes de la ciencia han dado al país prestigio y motivaciones. Necesitamos ampliar la divulgación del historial científico nacional para que esta información no sea exclusiva de un círculo reducido de la sociedad. El pueblo de México debe ejercer el derecho incondicional e inalienable al desarrollo intelectual, todos los sectores de la población lo merecen (art. 4, 21, 27 y 28 constitucionales). Es justo que las generaciones venideras cuenten con un futuro asegurado dentro del ámbito de la ciencia.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
X @AntonioGershens