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Trasciende el taller "Piñatas Romanita" en Acolman

01 de diciembre de 2024 08:21

Acolman, Méx., En 1587, las misas de aguinaldo o posadas se permitieron celebrar por primera vez en la Nueva España en el ex convento de Acolman; hoy en día se conserva esta tradición que se acompaña de las piñatas; cuya elaboración ha trascendido por generaciones como es en el taller “Piñatas Romanita”, donde las piñatas multicolores de siete picos es la especialidad.

Aquí en el taller; hijos, nueras y hasta los nietos más pequeños continúan con la tradición de la fundadora la señora Romana Zacarías, que durante décadas enseñó el arte de elaboración de las piñatas lo que originó la apertura de varios talleres en el municipio. En “Piñatas Romanita” ya laboran familiares en su tercera generación.

“Mi suegra la señora Romana tomó cursos para hacer piñatas y empleó a personas y les enseñaba y ahorita a la fecha muchas personas tienen su tallercito de piñatas. Ya es la tercera generación que labora aquí, hay nietos más chiquitos que ya están trabajando la tradición de las piñatas”, dijo Rosa Marìa Hernández.

En el taller que tiene aproximadamente 40 años, la elaboración de las piñatas tiene un proceso; primero en el transcurso del año se hace el proceso de la forma de globo, sobre todo en tiempos de calor para que el secado sea más rápido de la pelota de globo.

Después se elaboran los conos de cartón y se puede ir trabajando. “Es tener la base, la forma del globo y tener los conitos que es lo que le da forma a la piñata y lo demás es el papel china y ocupamos lo que es el engrudo. El silicón caliente lo ocupamos para decorarla; los cuadritos de papel china se van pegando uno por uno. Para una piñata nos tardamos media hora para el puro decorado. Aquí somos nueve trabajadores y si hacemos unas 3 mil piñatas, entre chiquitas y grandes esta temporada”.

A mediados de octubre y principios de noviembre se empiezan a armar las piñatas lo que son las tradicionales de siete y cinco picos con papel china multicolor. Y finalmente su venta. También la hay de olla de barro.

Ubicado frente al ex convento de Acolman, al taller acuden clientes de diversas partes del país, como Tulancingo, Puebla, Querétaro, Toluca y la Ciudad de México.

“Muchas gente tiene la tradición de las piñatas, ahorita ya empezamos la venta, está muy tranquilo, pero primero días, pero va llegando mucha gente. Por la cuestión de la economía ha bajado un poco a poco a poco se va recuperando”, afirmó, Rosa Marìa Hernández.

Actualmente los precios están desde 30, 45, y 70 pesos las piñatas más chicas; hasta 450 pesos las más grandes y una especial de casi metro y medio en 800 pesos.

Según datos históricos del exconvento de Acolman, las posadas tienen como antecedente las misas de aguinaldo, estas se celebraban por la mañana y al finalizar se obsequiaban colaciones a los indígenas que existían. Estas misas de aguinaldo se permitieron celebrar en la Nueva España por la intercesión del prior de Acolman en 1587, Fray Diego de Soria, a través de la bula que expidió el Papa Sixto V para realizarlas en la iglesia de Acolman, debían celebrarse durante nueve días previos a la fecha del nacimiento del niño Jesús, es decir, del 16 al 24 de diciembre de cada año.

“El cronista fray Juan de Grijalva, fraile agustino, menciona que a través de estas misas se obtenían indulgencias plenarias y remisión de los pecados para los que acudían a ellas. El propósito de realizar estas misas era atraer a la religión cristiana a los habitantes del Valle de Acolman, las fechas de estas misas coincidían con la festividad prehispánica del nacimiento de Huitzilopochtli, Dios tutelar mexica de la guerra y la muerte, festividad pagana que los faroles aprovecharon por coincidir en fechas y que transforman en ceremonia religiosa”.

En el siglo XVI se utilizaron las representaciones teatrales como herramienta de evangelización para involucrar a los indígenas en algunos pasajes de la historia de Jesús, tal es el caso de su nacimiento.

Con el paso del tiempo, estas misas se convirtieron en lo que hoy conocemos como posadas que se acompañan de piñatas, agregando un carácter festivo a la celebración.

La olla revestida, representa a Satanás o el espíritu del mal, quién con su apariencia atrae a la humanidad. Los tradicionales siete picos representan los siete pecados capitales. La colación y la fruta representan los placeres que se ofrecen a la gente. La persona vendada de los ojos es la fe que debe ser ciega y que, guiada por el espíritu cristiano, se encarga de destruir al espíritu del mal.

“En conjunto, el acto de romper la piñata representa la lucha del bien contra el mal, valiéndose de la fe contra las malas pasiones y la tentación”.

El año pasado el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) otorgó al ayuntamiento de Acolman el título de registro de marca de la “Piñata Artesanal Acolman Renace”, por la elaboración de piñatas artesanales y tener su origen en la localidad. 

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