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Trump: amenazas vacías

01 de diciembre de 2024 09:11

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, repitió ayer una serie de amenazas que ya había proferido en campaña: imponer aranceles de 100 por ciento hasta virtualmente impedir todo comercio con la maravillosa economía estadunidense a los integrantes del BRICS+ o a cualquier otro país que intente remplazar al dólar en sus intercambios internacionales.

BRICS, fundado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, pero ahora ampliado con la inclusión de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán, trabaja desde hace tiempo en diversas alternativas para comerciar entre sí y con otros estados usando sus propias monedas, y también contempla la posibilidad de crear un sistema de pagos internacionales independiente del SWIFT debido a la instrumentación de éste y del dólar como armas de extorsión y aniquilación financiera por parte de Washington.

En este sentido, los amagos del magnate no hacen sino reforzar entre los miembros de ese bloque y entre otros observadores la percepción de que la superpotencia es un socio inestable, indigno de confianza, y que en todo momento sus vínculos económicos pueden cortarse por el afán imperialista de dictarle al resto del mundo cómo debe gobernarse, con quién puede establecer relaciones diplomáticas o mercantiles y hasta en qué moneda ha de pagar transacciones que nada tienen que ver con productos o empresas estadunidenses.

Trump exhibe también una profunda incomprensión, que parece común a los inquilinos de la Casa Blanca, acerca de los cambios en las correlaciones de fuerza y de la pérdida de capacidad de influencia de Washington conforme abusa de su actual posición de dominio en el sistema financiero global. Por ejemplo, amenaza a Moscú, que ya está completamente desconectado de todos los circuitos comerciales con Occidente y que es golpeado todos los días por armas de fabricación occidental, y a Pekín, al que ya le impuso aranceles arbitrarios, intentó quebrar a una de sus firmas tecnológicas más emblemáticas, bloqueó de la industria de semiconductores, y cuya economía intenta descarrilar explícitamente. Decirles que se plieguen a exigencias a países que ya tienen poco o nada que perder sólo los convencerá de redoblar sus esfuerzos para librarse de la prepotencia imperial de Occidente. Asimismo, amenazar a economías tan importantes y diversificadas como la india o la brasileña delata la histórica dificultad estadunidense para comprender las dinámicas globales. Es difícil anticipar la velocidad y la dirección de los proyectos impulsados por el bloque BRICS para crear un mundo multipolar, pero parece claro que la postura trumpista acelerará la tendencia a buscar nuevas redes de intercambio.

Para México, la embestida estadunidense contra sus rivales geopolíticos se ha traducido en acusaciones de facilitar la entrada de productos manufacturados en China y su traslado hacia el norte del río Bravo. Pero hasta ahora esas denuncias han sido retórica sin sustancia: el Banco de México (BdeM) explicó que, de acuerdo con la evidencia disponible, el porcentaje de mercancías chinas exportadas a Estados Unidos desde nuestro país es muy bajo para justificar las acusaciones de que México actúa como trampolín de las empresas asiáticas a fin de evadir las sanciones impuestas por Washington. De hecho, el estudio del BdeM muestra que Estados Unidos recibe más productos de origen chino con la intermediación de otros de sus socios comerciales.

En suma, si el próximo mandatario desea proteger los intereses de su país debe comenzar por la identificación de los verdaderos desafíos a su competitividad, como la falta de mano de obra que el magnate empeorará si cumple la baladronada de expulsar a los millones de migrantes que sostienen sectores estratégicos de su economía.

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