Del 19 al 21 de este mes, se llevó a cabo en la Universidad Pedagógica Nacional, el primer Congreso Nacional sobre la Enseñanza de la Filosofía en la Educación Media Superior. Se realizó porque existen, de parte de la comunidad filosófica, una serie de críticas a la reforma del marco curricular común de la educación media superior (MCCEMS) que se implantó a toda prisa hace un año por la SEP. Esta reforma implicó la eliminación de las disciplinas en general y “de nuevo” la ética, la lógica, la estética y la introducción a la filosofía, disciplinas fundamentales para la formación de los estudiantes. El pretexto para esta eliminación fue que su enseñanza era teoricista y, por tanto, alejada de la realidad que viven los jóvenes.
Este argumento puede ser superado fácilmente, ya que nada impide, y es urgente, que una disciplina como la ética aborde problemas como la violencia, el aborto, la relación entre ética y política, las consecuencias de la drogadicción y el narcotráfico; sin embargo, este es el pretexto para introducir en vez de las asignaturas, las llamadas “progresiones del aprendizaje” y la “transversalidad”.
Sobre el enfoque transversal, es importante señalar que los estudiantes que ingresan a la preparatoria no tienen conocimiento de cuáles son las disciplinas y menos están en condiciones de entender la interdisciplina, la multidisciplina o la transdisciplina que involucra ese enfoque. Otra cosa sería reconocer que temáticas, como la perspectiva de género, deberían ser transversales, que implica su incorporación donde se necesite. Además, el problema no sólo involucra a la incomprensión de los alumnos, sino también a la capacitación de los maestros, ya que se supone que sea un profesional que conozca varias disciplinas.
Otro tema que ha suscitado críticas es la introducción en la reforma de tres áreas de “humanidades” cuyo contenido es el humanismo europeo, sin abordar los aportes culturales de nuestro país, como serían las concepciones de los pueblos originarios; el debate sobre la llamada “guerra justa” entre Bartolomé de las Casas y Ginés de Sepúlveda; la aportación de Sor Juana Inés de la Cruz hasta todo lo que se ha llevado a cabo en nuestro país en torno a las artes y la literatura. En la reforma, por el contrario, en la progresión llamada humanidades, recomiendan leer a Foucault, Derrida, Heidegger e incluso (para mi asombro) una obra del Marqués de Sade.
Más allá de la forma inadecuada en que la reforma está diseñada, se han cometido dos graves errores: 1) que se empezó a aplicar el año pasado sin tener los programas y planes de estudio completos y 2) que la reforma no pasó por el diagnóstico previo necesario para saber cómo funcionan en la práctica. Se trata de un plan que camina a ciegas.
Además de lo anterior, es necesario considerar que la educación que imparte el Estado deberá estar ligada a las metas que un país desea lograr. Un ejemplo muy claro lo tenemos cuando triunfan los liberales tras cruentas batallas en contra de los conservadores y de los extranjeros. En este sentido, una de las primeras acciones del presidente Benito Juárez fue el establecimiento de la Escuela Nacional Preparatoria y la promulgación de la ley de instrucción pública. Como expresó Gabino Barreda: era necesario establecer las bases de una sociedad industrial y para ello la Biblia y Aristóteles no eran los necesarios, sino una educación científica.
En el caso del neoliberalismo, se ha pretendido que el país sea dependiente de grandes trasnacionales y, por tanto, los estudiantes sólo requieren estudios tecnológicos.
Fue por ello que las áreas filosóficas y humanísticas les estorbaban; sin embargo, a partir de 2018, Andrés Manuel López Obrador declaró el fin del neoliberalismo y, por tanto, la educación tendría que dirigirse hacia la formación de un país progresista conformado con jóvenes que deberían poseer una conciencia crítica que sólo proveen las disciplinas filosóficas y humanistas; sin embargo, si nos atenemos a lo que establece la reforma de la EMS, tendríamos que decir que se busca egresar un estudiante desorientado y confundido. Ha sido por ello que el Comité Nacional en Defensa de la Filosofía ha hecho cuatro propuestas a las autoridades: 1) no eliminar las disciplinas filosóficas; 2) que se establezcan los cursos de humanismo mexicano; 3) que se redefina el método de transversalidad, y 4) que se instalen mesas de un auténtico diálogo con la comunidad filosófica y los profesores de bachillerato.
*Profesor-investigador del Departamento de Filosofía de la UAM-I