Dañada por el sismo de 2017, la parroquia de San Juan Bautista, ubicada en el centro de Coyoacán, es restaurada sin respetar su superficie original histórica del siglo XVI y XVIII y sus intervenciones anteriores, denunció el arquitecto Miguel Ángel Silva Haro.
El inmueble resultó con afectaciones por el terremoto de ese año, entre ellas el derrumbe del copulín que remata la torre, agrietamientos y daños en los dos cuerpos del campanario, así como en un muro testero y en capillas anexas.
El especialista, quien ha participado en la restauración de varios monumentos, explicó que cuando se realizan estos trabajos se debe conservar, consolidar y reintegrar la materia original, pero no se tapa ni se recubre la obra, ya sea histórica o arqueológica.
Destacó que, en este caso, se trata de una renovación o la construcción de una nueva imagen, como cualquier trabajo de albañilería común, pues se lleva a cabo un aplanado en el basamento y campanario, incluidos los detalles con aditivos para concreto y resina acrílica base para pinturas vinílicas, con las consecuencias que representa para las superficies originales y su posible irreversibilidad.
Consideró que esto es reprobable no sólo por tratarse de un monumento tan importante como es la parroquia, sino que, además, este trabajo se vende como reintegración de aplanados y color altamente especializados para monumentos
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Recordó que el conjunto arquitectónico es del siglo XVI con un portada renacentista manierista flanqueada por contrafuertes de carácter gótico, techumbre de alfarje modificada por bóveda catalana en 1800-1804 y vuelta a modificar por bóveda rebajada con lunetos entre 1923-1935.
Toda la evidencia fotográfica hasta 2024 muestra que la torre campanario aparece aplanada y enlucida de cal, restos de color en cornisas, detalles en capiteles de pilastras, nichos y ventanas, pero sobre todo destacaban fragmentos de color en forma de recuadros o tableros amarillos ribeteados en rojo, entre las cornisas en lo alto del basamento.
Esto fragmentos, añadió, formaron parte de la decoración original del siglo XVI, que eran los últimos vestigios del exterior del edificio que daban cuenta un poco de la riqueza cromática del basamento, contrafuertes y portada de la parroquia.
En su opinión, la intervención que está a cargo de la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural se debió subordinar exclusivamente a los daños por el sismo y no hacerlo más allá sin un proyecto sustentado científicamente, por lo que hizo un llamado a las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia a definir la pertinencia de la restauración contemporánea de esta obra.