Santiago. Evo Morales Ayma, de 65 años, el ex presidente que condujo los destinos de Bolivia durante 13 años consecutivos entre 2006 y 2019, cuando renunció tras un golpe de Estado militar, está convencido de que tiene el respaldo social suficiente y la experiencia política necesaria para rescatar a su país, empantanado ahora en una crisis económica e institucional, por lo cual le es imperativo volver al poder en un cuarto mandato.
Basa ese entusiasmo en una batería de datos que, asevera, demuestran cómo durante sus tres gobiernos impulsó el crecimiento y el progreso, reduciendo significativamente la pobreza y dando dignidad a la población indígena, más de 60 por ciento, definiendo a Bolivia como plurinacional.
“En lo político buscamos la refundación, en lo económico la nacionalización y en lo social la redistribución. Dejamos de ser un Estado colonial, la plurinacionalidad es la unión y la diversidad para enfrentar la adversidad. La diversidad cultural es la riqueza de nuestra identidad y dignidad”, sostiene.
Menciona, por ejemplo, que en 2005 la inversión pública era apenas de 600 millones de dólares, mientras en 2019 apuntaba a 8 mil millones de dólares; que el producto interno bruto pasó de 9 mil millones a 42 mil millones de dólares; que la pobreza extrema cayó de 38 por ciento a menos de 14.
“Ahora lo han vuelto a 36 por ciento”, afirma en diálogo telefónico con La Jornada desde la localidad de Lauca Ñ, en Cochabamba.
“¿Qué pide el pueblo? El pueblo dice: ‘Evo tiene otra vez que volver a salvar Bolivia’. Pero no es Evo, es la unidad del pueblo, es el instrumento político, es el voto del pueblo”, afirma, para justificar volver a gobernar, meta que lo tiene enfrascado en una encarnizada pelea interna dentro de su partido con su otrora ministro de Economía, el presidente Luis Arce, hoy su peor enemigo, con quien disputa el control y la candidatura del Movimiento al Socialismo (MAS).
Rechaza fallo contra su postulación
Morales rechaza una reciente resolución del Tribunal Constitucional que ratificó que no podrá ser candidato presidencial en 2025, porque ya cumplió los dos periodos, consecutivos o no, previstos en la ley. Acusa que los magistrados caducaron en sus mandatos en diciembre de 2023 y que ilegalmente prorrogaron sus funciones. Y acusa que se trata de jueces venales, que han acabado con procesos por corrupción que afectan a allegados de Arce.
Está previsto que en diciembre se efectúen elecciones de jueces, pero Morales les niega legitimidad porque serán parciales.
“Esa elección es totalmente inconstitucional, antiética y antidemocrática porque la Constitución establece que las elecciones deben ser únicas y exclusivas. En algunos departamentos, como Santa Cruz y Cochabamba, sólo hay dos candidatos para el Tribunal Constitucional Plurinacional deben ser dos mujeres, dos varones y un indígena. Realmente aquí no se respeta la institucionalidad, estamos viviendo una dictadura”, denuncia.
–¿Qué pasa si en el momento de la inscripción de las candidaturas la suya no es aceptada? ¿Cómo va a actuar usted?
–El pueblo decidirá. Esto es una persecución política, después de la marcha de septiembre empiezan los procesos, tengo 14. Un gobierno del MAS aliado con el imperio, la derecha y muchos medios de comunicación, todos contra el indio, odio al indio, no aceptan que un indio pueda liderar Bolivia.
–Cuando dice 2lo que el pueblo decida”, eso sugiere que ¿podría el país entrar en una convulsión mucho peor? ¿Usted está dispuesto a ello?
–Yo organicé marchas pacíficas, ésa ha sido mi conducta, por eso crecí políticamente en la lucha sindical y electoral. El pueblo está movilizado y marcha de manera permanente. Casi no hay combustibles, el país está paralizado. La tarea del presidente es dar felicidad al pueblo y para eso hay que garantizar seguridad y estabilidad económica; si eso se logra, hay estabilidad política. La diferencia con el gobierno actual es corrupción, incluso familiar, mala gestión, protección al narcotráfico y mucha soberbia.
“Lucha de clases”
–Álvaro García Linera, quien fue su vicepresidente, dijo que en el bloque nacional popular hay pérdida del horizonte estratégico, de los adversarios reales y un enfrascamiento en pugnas personalizadas.
–Yo no puedo entender, gracias a mí él fue vicepresidente, durante 14 años no tuvo un problema, después habla en mi contra. Que en una reunión diga: ‘Evo no puede ser candidato porque no es profesional’, me duele bastante. Si yo hubiera sido su vicepresidente durante 14 años y no estuviera de acuerdo, hablaría a solas. La última vez que hablé con él fue el año pasado, por teléfono. Le dije que si no era conmigo él nunca hubiera sido vicepresidente; y esto es una lucha de clases, yo soy indio, ustedes no.
–¿Hay racismo, xenofobia, en su contra en cierta dirigencia?
–Totalmente.
–La falta de unidad de la izquierda ha hundido gobiernos, procesos. ¿Cómo se llegó a eso en Bolivia?
–¡Por favor! El gobierno de Lucho no es de izquierda. Mira, durante el autogolpe de junio, ¿cómo es posible la embajada de Estados Unidos defendiendo a Lucho; en qué parte del mundo Washington defiende a un presidente de izquierda?
“Lucho asume y reduce cuatro ministerios, en ese momento dije, creo que se va a derechizar. Se sabe bien que es receta del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, achicar el Estado, así no invierte, lo hacen las trasnacionales. La política de contracción económica y ahora libre importación de trigo, de arroz, cero arancel, ciento por ciento neoliberal. Son diferencias ideológicas, programáticas.
–Entonces, ¿cero posibilidad de que usted y él hagan la paz?
–Lucho es una suma que resta. Están tratando de destrozarme ética, moral, jurídica y políticamente.
“Intentó acabar físicamente con mi vida. Evo tiene 26 por ciento de respaldo, Arce tiene 2.2 por ciento. Ya destrozó Bolivia y dañó el MAS, ¿de qué izquierda, qué alianza podría ser si es una suma que resta?