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Mi música, una autobiografía: Arturo Márquez

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El ganador de dos Grammys Latinos en las categorías de mejor álbum de música clásica y mejor composición por ‘Fandango para violín y orquesta’ expresa en entrevista con ‘La Jornada’ que entre sus sueños por cumplir está componer “una ópera con un libreto que me arrebate, un concierto para piano y una segunda sinfonía”. Foto Marco Peláez
26 de noviembre de 2024 07:40

Mis sueños por cumplir son componer una ópera con un libreto que me arrebate, un concierto para piano y una segunda sinfonía, comparte en entrevista con La Jornada el compositor Arturo Márquez, quien fue galardonado con dos Grammys Latinos en las categorías de mejor álbum de música clásica y mejor composición clásica por Fandango para violín y orquesta.

En este momento estoy componiendo un concierto de contrabajo para un joven venezolano asentado en Berlín. Tengo encargos para dos años, podría ser para más, pero no quiero ir más allá, prefiero ir poco a poco y hacer tiempo para cumplir mis inquietudes personales. Cuando acepto una obra es porque de alguna forma ya tengo un camino a seguir, agrega.

Fandango fue un pedido de Anne Akiko Meyers, violinista estadunidense nombrada por la revista The Strad la mujer maravilla de los encargos. La mejor parte, menciona, fue tenerla de solista y trabajar con Gustavo Dudamel (Venezuela, 1981), director de la Filarmónica de Los Ángeles, con quien ha compartido otras colaboraciones y se considera uno de los mejores ejecutantes de su obra.

“Dudamel tocó Danzón no. 2 en su primer concierto de temporada con la Filarmónica de Los Ángeles. Akiko Meyers lo escuchó y dijo: ‘quiero un concierto de violín basado en el mariachi’. No sé por qué se le ocurrió, bueno sí sé: en Los Ángeles nos asocian mucho con el mariachi.

Este pedido me vino como anillo al dedo, porque el violín fue mi primer instrumento; mi padre tocaba el violín en el mariachi, a Dudamel ya lo conocía desde hace muchos años y una concertista virtuosa, todo calzó perfecto.

Considera que Fandango es un gran tributo a la tradición, la fiesta, el baile, la tarima, el zapateado y el son. Yo tenía que imprimir el movimiento y la expresión.

La primera parte de la pieza representa El Caribe, con una melodía rítmica, explica. El segundo momento lo describe como algo melancólico, inspirado en los huapangos de mariachi, como La malagueña Cielo rojo. El tercero toma el nombre de un son en Veracruz: Fandanguito, que se caracteriza por sus solos de violín.

Soy una especie de compositor bimusical. Estoy en los dos mundos. El primero llegó el día que nací y llevaron serenata a mi mamá; el segundo comencé a cultivarlo a los 14 años, cuando comencé a estudiar música en Estados Unidos, México y París.

Hace un resumen de sus partituras: En cada una he dicho lo que estoy viviendo en ese momento. A lo mejor suena simplista, pero es una especie de autobiografía. Esa es mi experiencia desde los años 80, permanece en los 90 y a partir de 2000 me dan más ganas de hablar de mi posición social y política.

El danzón y su relación con el mundo

Afirma que los danzones son los que mejor reflejan la forma en que se relaciona con el mundo en la cotidianidad, por ejemplo, el número 2, dedicado a su hija Lily Márquez, que estrenó la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ofunam) el 5 de marzo de 1994. Lo compuse en enero y febrero de aquel año, y se vivía una etapa conflictiva en el país: el alzamiento de los zapatistas. El apego de la gente por esta pieza se relaciona con la esperanza que yo tenía en ese momento.

También sobresalen los cuatro movimientos de la Cantata sueños, en la que alude a los sueños de líderes que lucharon por los derechos humanos, como Guillermo Velázquez, trovador mexicano; Jefe Seattle, líder nativo estadunidense en la segunda mitad del siglo XIX; Mahatma Gandhi, y Martin Luther King Jr.

Otras, como Marchas de duelo y de ira De Juárez a Maximilianotienen que ver con la lectura que doy a eventos históricos de México y el mundo.

Desde la década de 1990, Márquez fusiona música popular con académica, pero en la época en la que estaba en una compañía de danza contemporánea compuso una obra de la que sus amigos Irene Martínez e Iván Fonseca le dijeron que era un danzón, muy distinto, porque estaba a un compás diferente, pero ellos me iniciaron en ese aspecto.

A aquella pieza siguieron nueve danzones, incluido el Danzón no. 2, que surgió a petición de la Ofunam.

Sobre cómo ha evolucionado el danzón en la cultura mexicana contemporánea, Arturo Márquez afirma: “el danzón popular se mantiene; algunos de los salones ya no existen, pero aún hay plazas, el amor de muchos bailadores en todos lados, de Mérida a Tijuana. Es un género muy noble, que se ha mantenido fiel a la tradición.

Me hubiera gustado que evolucionara un poco más, tanto en la danza como en la música, pero es un deseo personal que no tiene que ser. Un poco como sucedió con el tango, que tenemos uno tradicional y otro más evolucionado.

El compositor asegura que el número 2 o el número 8 son especiales para él, pero las obras son como los hijos: puede haber favoritos, claro que los hay, pero de eso no se habla.

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