EN UN INTENTO por salvarse, Morena, el partido político más fuerte en la ciudad, pero ya en plena descomposición, decidió renovar sus cuadros dirigentes, aunque sin un proyecto que proponga la transformación que requiere su salvamento.
LA ELECCIÓN DEL pasado fin de semana da una idea de cómo va ese organismo. Si bien es cierto que Héctor Díaz-Polanco, recién electo presidente del movimiento, tiene todos los méritos para encabezar a un partido de izquierda, también lo es que hoy se requiere de una estrategia que renueve las formas de lucha del grupo político que debe entender que llegar al poder no significa de ninguna manera que la tarea ha terminado.
LEJOS AÚN ESTÁ la justicia, en todos sentidos, motivo principal del proyecto de las izquierdas. Eso, el estar lejos de la meta lo sabe, y muy bien, la derecha, que si bien en nuestro país ha perdido el rumbo en ambiciones triviales, no ceja en la idea de regresar al poder y pretende reorganizarse desde plataformas probadamente envejecidas y con líderes corruptos que carecen de credibilidad y fuerza moral para impulsar una fuerza política representativa de sus intereses.
NO OBSTANTE LA corrupción, la falta de ideas innovadoras y de principios que permitan la correcta gobernanza no les impide tratar de destruir todo lo que huela a bien común, como los programas sociales, base de los gobiernos de izquierda. Ese es, habida cuenta de que no tienen programa ni proyecto, el trabajo al que hoy dedican su tiempo y esfuerzo, y esa, entre otras, deberá ser la lucha que la izquierda en la capital del país tendrá que intentar.
PARA DÍAZ-POLANCO EL asunto es difícil porque Morena se ha convertido en un amasijo de intereses en los que con mucha dificultad respiran las ideas. Un ejemplo claro es que durante las últimas dirigencias Morena perdió la calle, es decir: la calle es de todos menos de Morena, que no supo ni sabe, ahora, el valor de la protesta sobre el asfalto.
TAL VEZ UNO de los ejemplos más claros sea lo sucedido frente a la reforma al Poder Judicial. Es cierto, se trata de un asunto a nivel federal, pero creemos que eso no hubiera impedido que Morena Ciudad de México saliera en apoyo del proyecto político más importante para acercar la justicia a la gente.
A TODAS LUCES, Díaz-Polanco podría ser el dirigente nacional, sin duda. Lo correcto sería eso, pero vivir en el mundo al revés tiene sus bemoles. En esta ciudad, por sus características políticas y sociales, la labor entre la gente joven será definitiva y en el partido nacional, la experiencia, el savoir faire político, es un factor de mayor importancia, pero ¿quién los entiende?
MANTENER A LA izquierda en el poder, sobre todo en la Ciudad de México, debe ser una prioridad y los horizontes se ven complicados. La dispersión de la población y las nuevas composiciones en el área metropolitana, dada por ejemplo la expulsión silenciosa de la población antigua u originaria, presentan nuevos componentes a los que se tendrá poner mucho cuidado en el futuro inmediato.
ASÍ QUE LA tarea deberá empezar por echar una mirada a la militancia que hoy parece muy descuidada. Aguas.
De pasadita
AYER POR LA tarde escuché la voz de la señora Norma Piña, la misma que por el voto cómplice de la banda de la toga se convirtió en presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en una entrevista en la que sin ningún recato señaló, palabras más o menos, que el Poder Judicial, como se encuentra ahora, es el único en oponerse al poder público.
ASÍ NADA MÁS, la señora desnuda la entraña de su idea de justicia que, como lo muestran los ejemplos exhibidos en todos lados con pruebas controvertibles, van en contra de los intereses de las mayorías.
EL PODER PÚBLICO, recordemos, emana del Estado, es decir, de la voluntad de sus ciudadanos que comúnmente conocemos como gobierno, y el gobierno es el representante de las mayorías, según los criterios de la más pura de las democracias. Contra eso trabaja la señora Piña y su banda, que después de una y otras derrotas ahora busca hacer creer que la postulación de miles de personas que quieren ingresar al Poder Judicial proviene de una maniobra partidista y no del deseo de muchos por pertenecer a ese poder. Así que si no es Chana es Juana, pero de todas maneras quiere entorpecer lo imparable: la consumación de la reforma a la ley. La señora está que arde. Ni modo.