Moscú. En medio de un fuerte despliegue policial en el centro de Tiflis, capital de la república ex soviética de Georgia, y con la ausencia de la presidenta de ese país del Cáucaso del sur, Salomé Zurabishvili y los 61 diputados de oposición, que no reconocen los resultados de las elecciones legislativas del pasado 26 de octubre por considerarlas fraudulentas, la mayoría oficialista celebró este lunes la primera sesión del nuevo Parlamento.
De acuerdo con los despachos de la agencias noticiosas, asistieron sólo los 89 miembros de la bancada de Sueño Georgiano, encabezados por el magnate Bidzina Ivanishvili, número uno de su lista y fundador de este partido en el poder los 12 años recientes, mientras cientos de personas, la mayoría jóvenes, protestan desde la noche del domingo –hubo quienes durmieron en tiendas de campaña en plena calle– a las puertas del Parlamento, y exigen la repetición de los comicios, ondeando banderas de Georgia y de la Unión Europea.
La Constitución georgiana dice que es suficiente la asistencia de la mitad de los diputados para que pueda comenzar sus labores el Legislativo, pero Zurabishvili sostiene que antes, en estricto apego a la ley, la presidenta del país tendría que convocar la primera sesión y que ella no lo hará hasta que la Corte Constitucional emita un fallo sobre su demanda, respaldada por una petición similar presentada por 30 figuras de la oposición, de declarar inconstitucional la victoria electoral de Sueño Georgiano.
El partido gobernante alega que los resultados, avalados por la Comisión Central Electoral (CCE), reflejan la voluntad mayoritaria del electorado georgiano, expresada en las urnas de modo “libre, justo y democrático”.
Inconformes con el 37 por ciento adjudicado por la CCE, las cuatro formaciones opositoras, que lograron superar el mínimo de 5 por ciento de los votos que permite acceder al reparto de los escaños, aseguran que habían pactado integrar un gobierno de coalición y que, sumando sus votos, lograron superar el 53 por ciento que dice la CCE que consiguió Sueño Georgiano.
Desde el momento en que proclamó su triunfo, hace casi un mes, se hizo claro que el partido gobernante nada tenía que negociar con sus rivales y que haría caso omiso de las protestas. Sus 89 legisladores, que este lunes reeligieron a Shalva Papuashvili como presidente del Parlamento, van a ratificar a Irakli Kobajidze como primer ministro.
Los diputados dedicarán el resto de la semana a la formación del gobierno, que –a juicio de observadores georgianos– tendrá dos o tres cambios respecto a su composición anterior.
En este sentido, se da por hecho que la cartera de Relaciones Exteriores quedará en manos de Maka Bochorishvili, ex diputada oficialista que en la anterior composición del Parlamento se desempeñó como titular del comité para la integración europea, quien tendrá como tarea principal limar asperezas con la Unión Europea por la aprobación de leyes que no se corresponden con sus estándares, a la vez que fortalecer relaciones con la Administración de Donald Trump que tomará posesión en Estados Unidos el 20 de enero siguiente.
Otro asunto no menos relevante que tratarán los representantes de Sueño Georgiano este semana es fijar la fecha de los siguientes comicios presidenciales, que ya no serán por sufragio universal, sino por los 150 diputados del Parlamento e igual número de delegados de las asambleas legislativas del interior de Georgia.