Desde hace dos entregas he abordado cómo las perspectivas y contextos han influido en la visión que tenemos de los cuerpos de seguridad y procuración de justicia; lo reitero y considero que es imposible negarlo: hay un serio problema de ineficiencia y corrupción en las corporaciones, el cual debe ser abordado bajo una serie de políticas públicas innovadoras, pero sobre todo integrales que sean implementadas bajo un régimen de ética y moralidad, porque, hay que aceptarlo: la injusticia y la impunidad continúan lacerando a los mexicanos.
Por otro lado, es cierto que no todo “el mal” se debe a la corrupción, también se debe reconocer que la falta de equipamiento y herramientas eficientes, promociones, capacitación y, sobre todo salarios, y prestaciones, afectan el desempeño de las instituciones; no podemos pasar por alto que la situación salarial de los policías es por lo menos alarmante.
De acuerdo con Data México, de la Secretaría de Economía, en el país se tiene un promedio de remuneración de 8 mil pesos mensuales; los estados donde mejor se paga a policías y agentes de tránsito son: Nuevo León (14 mil 119); Nayarit (11 mil 116) y Baja California Sur (10 mil 455). En el último lugar, Morelos (2 mil 331).
El tema incluso fue reconocido por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien en su último paquete de reformas envió una propuesta para modificar el artículo 123, que se establecía que los policías municipales no podrán ganar menos de 16 mil 777 al mes.
A principios de octubre la reforma constitucional mencionada fue aprobada por unanimidad en el Senado. Con ello se concluyó el trámite necesario para proteger el salario de personal docente, salud y de seguridad pública; con ello también se prevé un aumento en las prestaciones laborales como: aguinaldo, prima vacacional, cuotas de la seguridad social o bonos que tienen como base el salario bruto de los policías.
A pesar de que este cambio, que incluso ya venía precedido por la propuesta de salario digno para policías, presentada por el SESNP, donde se planteó un salario de 13 mil 639 pesos; será provechoso para los servidores públicos dedicados a este rubro. México Evalúa plantea una enorme preocupación, ya que en la reforma no hay precisión de a quién corresponde la responsabilidad de financiar los aumentos en la nómina policial. Sin presupuesto, se corre el riesgo de que sólo quede en promesa vacía del gobierno.
Es gran acierto que se blinde el incremento. El problema, como siempre, radica en que no se especifica de qué presupuesto saldrá el pago. En fechas recientes se informó que aparentemente para el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2025, Sedena, Marina y SSPC tendrán un recorte de 36.7 por ciento, aunque el tema sigue a debate, ya que algunos apuntan a que es por el cambio de adscripción de la Guardia Nacional y por la reducción de gastos de infraestructura como el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas.
Aunque el punto de la reducción o no todavía no es claro, lo que sí podemos cuestionarnos es ¿de dónde saldrá el dinero para cumplir con la clara deuda y compromiso que se tiene con los cuerpos de seguridad?, porque si bien les exigimos tanto ¿por qué no les garantizamos los recursos necesarios para que puedan satisfacer las necesidades mínimas de sus familias?
Otro punto que debe analizarse es que de acuerdo con el análisis Las policías en México: radiografía de un retraso crónico (2018-2022) emitido por Causa en Común, se reconoce que ninguna ley regula los horarios de trabajo de los cuerpos de seguridad municipal, estatal y federal. Esta falta de regulación asume que la heterogeneidad del país y las disparidades en necesidades y recursos justifican, en un sentido amplio, una libertad autorregulatoria y, en su interpretación más perniciosa, un espacio para la discrecionalidad y el abuso.
Los cambios en las jornadas laborales han sido cada vez más evidentes y necesarios, no sólo en México, sino a lo largo del mundo, ¿por qué continuamos obligando a que un ser humano se encuentre 24 horas despierto y trabajando?, pero peor aún, ¿por qué consideramos que sujetos a esta explotación podrían ser funcionales y cumplir con la protección de la ciudadanía?
En México en al menos 34 por ciento de los policías todavía predomina la denominada jornada de 24x24, siendo la 12x12 la segunda más común con 18 por ciento; a lo anterior habría que sumar las horas de acuartelamiento en que los elementos pernoctan en las instalaciones de las corporaciones después de la jornada laboral; es decir se encuentran a disposición todo el tiempo, contando con muy pocos días al mes para compartir tiempo de calidad con sus familiares y seres queridos.
Aunque nos neguemos a reconocerlo muchos policías presentan cada día más síntomas del denominado burnout, como lo son: irritabilidad, insomnio, ansiedad, nerviosismo y fatiga crónica, lo que aumenta las cifras de ausencia, las muertes en accidentes y las adicciones.
El trabajo es complejo; ya no podemos seguir culpando sólo a la corrupción en las instituciones de seguridad, también debemos preguntarnos severamente ¿qué y por qué hemos dejado abandonados a los cuerpos policiales? Pero, sobre todo se requiere de un verdadero compromiso; el intento ha dejado de ser suficiente, se requieren acciones sinceras, concretas y efectivas en los diferentes niveles de gobierno
*Consultor en temas de seguridad, inteligencia, educación, religión, justicia y política