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Un militar ucranio lleva un proyectil para disparar un obús autopropulsado hacia posiciones rusas en un lugar no revelado cerca de Chasiv Yar, en la región de Donetsk. Foto Afp
21 de noviembre de 2024 07:29
¿Servirá de algo el llamado urgente de los gobiernos de México, Brasil, Colombia y Chile para evitar acciones que escalen la carrera armamentista y agraven el conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania? Lo más seguro es que no, por más que resulte atractiva la invitación, porque ante ese pronunciamiento la decisión de la Casa Blanca, junto con sus títere en Europa, ha sido escalar la carrera armamentista –de por sí alocada– y agravar el citado conflicto.

La cancillería mexicana y las correspondientes a las naciones firmantes emitieron un breve comunicado –de muy buena voluntad, pero sin posibilidad de éxito– en el que se lee lo que se cita líneas arriba y remata con lo siguiente: instamos a todas las partes involucradas a cumplir con sus compromisos internacionales y a privilegiar el diálogo y la búsqueda de paz en esa región.

Bien, pero ¿en serio creen que las partes en conflicto –especialmente las que venden las armas y no ponen el pecho– cumplirán sus compromisos internacionales y privilegiarán el diálogo y la búsqueda de la paz? Un ejemplo sirve para dimensionar su disposición.

De acuerdo con un informe del Pentágono ( Operation Atlantic Resolve Including U.S Government Activities Related to Ukraine, julio-septiembre de 2024), oficialmente desde febrero de 2022 (cuando estalla la guerra en Ucrania) el gobierno de Estados Unidos ha entregado al corrupto gobierno de Kiev al menos 182 mil 990 millones de dólares en ayuda, monto equivalente a 106 por ciento del PIB de la propia nación europea. Obviamente, esa catarata de dinero ni de lejos es ayuda, sino deuda, y los gringos cobrarán hasta el último centavo.

Dicho informe –citado por Rusia Today– detalla que esos fondos se asignaron a través de varias agencias federales, entre ellas el Pentágono, el Departamento de Estado y la USAID. Del total, 131 mil 360 millones de dólares se destinan a actividades y ayudas relacionadas con la seguridad y asistencia, lo que incluye 46 mil 510 millones para aumentar la actividad militar estadunidense en Europa, y 45 mil 780 millones para que el Departamento de Defensa remplace las armas y el material donado a las Fuerzas Armadas de Ucrania, y la diferencia para otras menudencias. Ello se suma a la desinteresada aportación militar y financiera de las naciones europeas al servicio de la Casa Blanca.

Por si fuera poco, el Congreso estadunidense ha puesto a disposición 43 mil 840 millones de dólares para programas de gobernanza y desarrollo, incluidos fondos para pagar los salarios de los funcionarios ucranios. Además, se han puesto a disposición 4 mil 8 millones para asistencia humanitaria. Agréguense los misiles Atacms y otro tipo de armamento, más el suministrado por abajo del agua. Queda clara cuál es la intención estadunidense en eso de privilegiar el diálogo y la búsqueda de la paz en la región.

Y el gobierno de Estados Unidos, al igual que sus títeres europeos, es por demás cómodo: promueve y financia la guerra, vende armamento a más no poder a una de las partes del conflicto, y a la hora de la hora, cuando los misiles rusos están por tocar el corazón de Ucrania, simplemente cierra su embajada (como lo han hecho, cuando menos, Canadá, Italia, Francia y España) y recomienda a sus ciudadanos residentes en esa nación europea estar preparados (sálvese quien pueda) para buscar refugio y evitar, en lo posible, ser alcanzados por uno de ellos.

Así de fácil: con su territorio intocado por el enfrentamiento bélico, Estados Unidos estimula la guerra, la financia, hace un jugoso negocio, evita las negociaciones de paz y utiliza a los ucranios como carne de cañón para sus fines geopolíticos.

Las rebanadas del pastel

Con los tambores nucleares a todo lo que dan, recuérdese a Gabriel García Márquez, quien a raíz de la Crisis de los Misiles en octubre de 1962 narró lo siguiente: “una telefonista de Nueva York le dijo en esa ocasión a una colega cubana que en Estados Unidos estaban muy asustados por lo que pudiera ocurrir; en cambio, aquí estamos muy tranquilos –replicó la cubana–; al fin y al cabo, la bomba atómica no duele” (La vida cotidiana en Cuba durante el bloqueo. Del disco: 20 años de Revolución; Palabra de esta América. Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1979, EGREM). Por cierto, hay que abrazar otro maravilloso texto del colombiano, leído el 6 de agosto de 1986 en el 41 aniversario del lanzamiento gringo de la bomba atómica en Hiroshima (https://centrogabo.org/gabo/gabo-habla/el-cataclismo-de-damocles-discurso-de-gabriel-garcia-marquez-en-contra-de-la-guerra).

X: @cafevega

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