Una especie que basa su economía en bienes no renovables esta destinada, irremediablemente, a la extinción”, prevenía hace 100 años Miguel Ángel de Quevedo, El Apóstol del Árbol, en una advertencia no atendida con consecuencias que han causado que las temperaturas en el planeta se eleven, el deshielo crezca el nivel del océano, que en tierra haya cada vez más sequías, escasez de alimentos, pobreza, desplazamientos, hambrunas.
El crecimiento de la población humana acelera la deforestación en todo el mundo. Millones de árboles son talados para dar paso al pastoreo y la agricultura, una de las principales causas de deforestación. Bosques y selvas desaparecen para convertirse en praderas, donde millones de reses pastan. La depredación de la selva del Amazonas ha alcanzado niveles históricos debido al consumo de carne a escala mundial, lo que provoca que en bosques y selvas de todo el mundo sus productores talen árboles para, a través de la expansión de su industria, satisfacer la demanda con campos de cultivos de soya y pastos de ganadería. Durante los últimos años al menos 43 millones de hectáreas de bosques y selvas han desaparecido.
La demanda de pulpa de papel y madera no se queda atrás. La producción de madera es de 4 mil millones de metros cúbicos al año, y las proyecciones señalan que la demanda mundial de madera podría aumentar hasta 49 por ciento durante los próximos 30 años. Ello y los incendios forestales “someten a los bosques a un elevado nivel de estrés en todo el mundo”, según un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), donde señala que en 2023 los incendios liberaron a escala mundial 6 mil 687 megatoneladas de dióxido de carbono, el principal gas de efecto invernadero, el gas responsable del calentamiento global.
La deforestación arrasa árboles, depreda la biodiversidad y el microbioma del suelo, microrganismos –bacterias, actinomicetos, hongos, algas y protozoarios– que no sólo incrementan la disponibilidad de nutrientes para las plantas y mejoran la estructura del suelo y sus propiedades físicas, sino que regulan los efectos de la temperatura en la respiración del suelo, por lo que su liberación a la atmósfera como consecuencia del calentamiento global podría amplificar el cambio climático.
De acuerdo con una investigación del Instituto de Ciencias Agrarias del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, titulado Los microbios encierran la clave para entender las respuestas del suelo al calentamiento global, publicado en diciembre de 2023 en la revista Nature Climate Change, se concluye que “para predecir las pérdidas de carbono del suelo con el calentamiento global, además de otros factores previamente estudiados como la protección mineral, la calidad del sustrato, la composición química o el clima, es necesario tener en cuenta el microbioma del suelo”.
Los últimos 50 años representan en deforestación la mayor devastación de recursos naturales de la historia causada por la humanidad. Durante este periodo se ha arrasado 15 por ciento de la vegetación de la superficie del planeta. Un siglo después de la advertencia de Miguel Ángel de Quevedo, considerado uno de los primeros ecologistas y defensores del ambiente en el mundo, creador de los parques nacionales y la Ley Forestal Mexicana, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en el marco de la cumbre del G-20, propone destinar uno por ciento del gasto armamentista mundial –que alcanzó un récord de 2.44 billones de dólares, un aumento de 6.8 por ciento respecto del año anterior– para “sembrar paz y sembrar vida, en lugar de sembrar guerras”. ¿Cómo?, a través de un programa de forestación sin precedente en la historia de la humanidad.
“Resulta absurdo, sin sentido, que haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático”, afirmó la presidenta Sheinbaum, quien lleva al mundo la propuesta de replicar en el planeta el programa Sembrando Vida, del cual en México 442 mil personas son beneficiarias a través de mil 200 millones de árboles plantados por cada millón de hectáreas. Deja Claudia Sheinbaum sembrada la semilla de un programa que atiende un tema prioritario para la humanidad, el de la preservación y protección de los recursos naturales y con ello la atención a fenómenos sociales derivados de su devastación, mismos que han llevado a millones a padecer pobreza, hambre y falta de oportunidad de desarrollo.
Estará en las naciones y organismos regar esa semilla para que florezca y dé con su fruto bienestar para todos, para el futuro, no sólo para el presente efímero de unos cuantos quienes a costa de las generaciones venideras se han enriquecido empobreciendo al planeta.