Estados Unidos registra las mejores cifras en su historia del petróleo y del gas. Durante 2023, respecto al crudo, presentó los siguientes resultados: reservas de 47 mil 730 millones de barriles, producción anual de 4 mil 721 millones de barriles y producción diaria de 13 millones de barriles; respecto al gas: reservas de 17 mil 410 billones de metros cúbicos y producción anual comercializada de mil 73 billones de metros cúbicos. Por cuarto año consecutivo, logró un superávit en la balanza comercial de energía con un monto de 65 mil 192 millones de dólares.
Para alcanzar esta posición de reservas y producción, en el marco de una estrategia de largo plazo, conspiró desde principios de la década de los 70, con apoyo del sha de Irán Mohammad Reza Phalevi para imponer alzas extraordinarias en los precios del petróleo que permitieran rentabilizar nuevos yacimientos en su territorio y en otras regiones. Así, el precio del barril de petróleo aumentó de 2.48 dólares a comienzos de 1973 a 12.80 dólares en 1976; y, años después, como consecuencia de la revolución encabezada por el ayatola Jomeini y el derrocamiento del sha, el barril llegó a cotizarse en 36.83 dólares en 1980.
No obstante, Estados Unidos no logró revertir las caídas de sus reservas ni su producción de crudo y gas, pues la burbuja de los precios se desinfló. En 1998, por ejemplo, el barril de petróleo descendía a 12.72 dólares. Por lo tanto, todavía en 2018 sus reservas de crudo se mantenían en 19 mil 121 millones de barriles, cifra similar a la de 1940. En el caso del gas, las reservas de 2004 eran similares a las de 1952.
Ante la vulnerabilidad de su seguridad energética, el gobierno republicano de George W. Bush autorizó una mayor cantidad de permisos para explotar yacimientos mediante el fracking, método de explotación que provoca mayor contaminación del suelo y del subsuelo, destruyendo los ecosistemas donde operan los equipos petroleros y se utilizan multitud de productos químicos. De este modo, de una producción diaria de crudo de 5 millones por día, en 2008 aumentó a 12 millones 927 mil en 2023, 66 por ciento proveniente del shale oil.
Similar camino siguió el gas, ya que después de llegar en 1973 a un máximo de producción de 585 billones de metros cúbicos, sus yacimientos entraron en una fase de declinación que se extendió hasta 1983. Fue hasta 2007 cuando logró recuperar el nivel de 1973, principalmente por la alta producción obtenida del shale gas. Para 2023 su producción total de gas natural se situó en mil 73 billones de metros cúbicos, 74 por ciento proveniente del fracking.
Cinco estados contribuían a este extraordinario crecimiento de la producción de gas de Estados Unidos: Texas, Pensylvania, Luisiana, Virginia del Oeste y Nuevo México; destacando, por su volumen: Texas, Pensylvania y Luisiana. Dos estados, territorio mexicano antes del despojo de 1847, Texas y Nuevo México, producían 57 por ciento del crudo y 36 por ciento del gas de Estados Unidos en 2023.
Para enfrentar, en el último medio siglo, los dos grandes momentos de franca declinación de sus reservas de crudo y gas, Estados Unidos levantó cortinas de humo con el fin de ocultar su verdadero propósito: proteger, a cualquier costo, su seguridad energética, provocando guerras devastadoras para los pueblos de Irak, Libia y Nigeria; y, con el pretexto invocado por Barack Obama, presidente demócrata, de que Venezuela e Irán son una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos, han provocado sabotajes, magnicidios, asesinato de militares de alto rango militar y un férreo bloqueo comercial que ha dejado heridas de guerra.
Al tiempo, impulsa y ampara las acciones genocidas del gobierno de Benjamin Netanyahu, como de otros anteriormente, para colocar al Estado de Israel, gendarme en la región del Medio Oriente que proteja y defienda el flujo del petróleo y del gas hacia sus socios europeos y su propio mercado.
Hoy, Estados Unidos, con años-reserva de 29 para el crudo y de 16 para el gas, dependiendo del fracking, mantiene un frágil poderío petrolero. Aunque a corto plazo y con altos precios dispone de la capacidad para cubrir su demanda interna, no puede atender con suficiencia ni asegurar la de sus socios en Europa.
Identificar, como en un termómetro e historiar acerca de la oscilación de la fragilidad del mayor consumidor de energía del planeta, por parte de Venezuela, Irán, Rusia y el BRIC+, será útil y necesario para diseñar estrategias que incidan en desactivar y enfrentar la desquiciante y belicosa geopolítica petrolera de Estados Unidos. Sin duda, por su fragilidad, la más violenta en toda su historia.
*Autor del libro Rebeldía, Tlatelolco y cárcel en Lecumberri