Antes de las Olas Feministas existió un Tsunami: Sor Juana. Una mujer que no solo nos abrió paso a miles de mujeres al enfrentar cara a cara al estado patriarcal a través de su escritura y su modo de vida. También es la mejor escritora y escritor que el continente americano ha tenido en toda su historia. Su éxito ha sido tan rotundo que su famoso: “Hombres necios que acusáis/ a la mujer, sin razón,/ sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que la culpáis…” sigue escuchándose en la calles y en internet.
Su amor por el mundo de las letras empieza en su niñez, así nos cuenta: “Empecé a aprender gramática que creo no llegaron a veinte las lecciones que tomé: y era tan intenso mi cuidado, que siendo así que en las mujeres —y más en tan florida juventud— es tan apreciable el adorno natural del cabello, yo me cortaba de él cuatro o seis dedos, midiendo hasta dónde llegaba antes, imponiéndome ley de que si cuando volviese a crecer hasta allí no sabía tal o cual cosa que me había propuesto deprender en tanto que crecía, me lo había de volver a cortar en pena de la rudeza.” Este método de aprendizaje no solo era radical y retador. El cabello largo tenía un valor simbólico en la sociedad colonial, no solo para la mujer que debía cuidarlo. Por otra parte, permitía demostrarle a los hombres que una mujer podía volverse muy buena en gramática en un periodo muy corto de tiempo.
Conforme va creciendo, Sor Juana descubre muy pronto que como mujer sus posibilidades de seguir cultivando su mente son nulas. En ese tiempo había dos opciones: casarse o enclaustrarse. Como sabemos ella eligió enclaustrarse, y aunque el aislamiento le permite concentrarse en seguir sus estudios, tuvo problemas con las otras monjas. En varias ocasiones le prohibieron leer, a manera de castigo. “Yo la obedecí unos tres meses que duró el poder de ella mandar, en cuanto a no tomar el libro, que en cuanto a no estudiar absolutamente, como no cae debajo de mi potestad, no lo pude hacer, porque aunque no estudiaba en los libros, estudiaba en todas las cosas que Dios creó.” Esto no solo atestigua la inteligencia que tenía, también muestra que la curiosidad era el principal combustible por su amor al aprendizaje.
Sobre su vida tenemos dos figuras importantes que ayudaron a fijarla dentro de nuestro imaginario: Dorothy Schons y Octavio Paz. De los dos, quien la estudió con mayor intensidad fue la Doctora Schons. Nos dice Georgina Sabat-Rivers que viajó por Vergara, Sevilla y México en busca de datos biográficos sobre la monja. Su interés la llevó a publicar artículos al respecto, incluso tenía como proyecto escribir una biografía novelada. Desafortunadamente este último proyecto no logró concretarse, ya que el 1º de mayo de 1961 Dorothy Schons se suicida. Aquí es válido preguntarse ¿cómo es posible que una doctora estudiosa de Sor Juana, la primera feminista del continente, llega a este punto? La respuesta es simple: el patriarcado. Resulta que la Dra. Dorothy Schons no fue nombrada Profesora Titular por la Universidad de Texas en Austin, ya que sus pares masculinos decidieron que su increíble trayectoria como investigadora y sus 41 años como profesora no eran merito suficiente.
El caso de Paz es diferente, aunque ambos compartían fuentes, él opta hablar sobre la vida de Sor Juana a través de un ensayo. Su objetivo, establecer a la monja como un personaje emblemático de nuestro país que debemos conocer. Así la introduce. “Sor Juana es una individualidad poderosa y su obra posee innegable singularidad; al mismo tiempo, la mujer y sus poemas, la monja y la intelectual, se insertan en una sociedad: Nueva España al final del siglo XVII.”
Sor Juana vivió cuarenta y cuatro años, cinco meses, cinco días y cinco horas, y como dice Elena Poniatowska “es un fenómeno que apareció en el siglo XVII y que sigue siéndolo en el siglo XXI”. Hoy que es tiempo de mujeres recordemos a Sor Juana, una de las muertas más vivas que tendrá la historia hasta el fin de los tiempos.