El corazón del centro histórico de Ciudad Juárez, Chihuahua, es atravesado a diario por un tren de carga en que Ferromex transporta todo tipo de productos hacia Estados Unidos; desde granos hasta sustancias peligrosas. Además de los inconvenientes al tránsito vehicular y peatonal, se cierne sobre la urbe la posibilidad permanente de un descarrilamiento, situación que causaría graves daños ambientales y el riesgo de explosiones que afectarían la salud e incluso la vida de cientos de personas.
En ese ferrocarril van enganchados carrotanques cargados de químicos, como cloro y ácido sulfúrico. La reubicación de las vías en las afueras de esta zona metropolitana, habitada por millón y medio de personas, es una demanda histórica. Sin embargo, el dogma del libre comercio, los intereses de empresas ferroviarias en ambos lados de la frontera y la negligencia de las autoridades no han permitido que se avance hacia ese objetivo.
En lugar de solucionar el problema de fondo, Ferromex, con la complacencia de las autoridades locales, ha decidido elevar los riesgos a través de la construcción de un aparatoso puente con el que se pretende desahogar el flujo de automóviles para que el tren siga pasando por donde mismo, dejando a la sombra de trabes y pilotes a los peatones. Esta obra, parte del llamado Programa de Convivencia Ferroviaria, no cuenta con un estudio de impacto ambiental. La falta de transparencia y las múltiples irregularidades normativas han generado rechazo. Quienes se han opuesto señalan que el proyecto afecta la movilidad y que lejos de ofrecer alternativas para la integración comunitaria, merman las dinámicas ya existentes.
Por otro lado, empresarios y comerciantes denunciaron que el valor de los bienes inmuebles del sector serían afectados negativamente. Mientras, el alcalde morenista Cruz Pérez Cuéllar ya dio el banderazo de salida a estos trabajos que también tendrían un impacto en monumentos históricos y sitios de memoria relacionados al periodo colonial y a la Revolución Mexicana. Además, el historiador David Muñiz ha advertido sobre el potencial daño irreparable al patrimonio arqueológico. En sus palabras: “La destrucción de la memoria sumada al olvido”. Dicho sea de paso, la obra tampoco cuenta con autorización del INAH.
En los últimos años, la exigencia de que las vías del tren salgan de la ciudad se ha tornado urgente. El descarrilamiento de un carrotanque con ácido sulfúrico frente a la presidencia municipal en 2004 fue una llamada de atención, y el reciente derrame de 53 mil litros de esa sustancia en Estación Médanos, a menos de 100 kilómetros del centro de Ciudad Juárez, es un recordatorio del peligro implícito en el tránsito de ese ominoso convoy por uno de los puntos neurálgicos de esta populosa ciudad industrial.
En una reunión informativa reciente, Roberto Mora, director del Instituto Municipal de Investigación y Planeación, afirmó que se había optado por construir un paso elevado porque es más rápido y barato. Reconoció con indolencia patibularia que el ferrocarril seguiría cruzando la ciudad con materiales tóxicos y explosivos a bordo. Los asistentes criticaron que el alcalde se prestara a hacer el trabajo sucio de Ferromex. Se afirmó que estos proyectos son anacrónicos porque tienen un efecto desintegrador en la comunidad.
La diputada local María Antonieta Pérez denunció que funcionarios de la SICT le habían confirmado que de haber ocurrido en la mancha urbana, el derrame de cloro y ácido sulfúrico del 3 de septiembre habría sido catastrófico. De por sí las vías ferroviarias han cobrado ya una elevada cuota en muertes y mutilaciones. La legisladora sostiene que Ferromex es responsable de por lo menos 20 derrames de tóxicos en varias partes del país. Sin embargo, suele recurrir al Poder Judicial para obtener amparos y no hacerse cargo de remediar los daños.
Su modus operandi incluye reclutar a funcionarios locales como alcahuetes y mandaderos. La alerta sobre esta amenaza rodante debe llamar la atención de la presidenta Claudia Sheinbaum, pues es competencia del ámbito federal evitar una tragedia largamente anunciada.
*Profesor de la Universidad de Texas. Novelista, ensayista y traductor. Su libro más reciente es Fabular Juárez: marcos de guerra, memoria y los foros por venir. Premio Chihuahua 1995