Italia cuenta con muchos encantos y, como muchos países, seduce al visitante; la historia, el paisaje urbano y la gastronomía local hacen de esta nación el destino favorito dentro del multicultural paisaje europeo.
Nápoles, al sur de Italia, es la capital de una de las 20 regiones italianas, Campania. Situada en el sudeste, justo arriba de la punta de la forma de bota –denominación común por la conformación geográfica–, es la tercera ciudad más grande del país detrás de Roma y Milán. Fue fundada por los griegos en el siglo VI aC.
Con casi un millón de habitantes, es una urbe para la que no hay términos medios entre la fascinación y el desencanto o incluso rechazo. La llamada capital del sur, cuyo centro histórico es patrimonio cultural de la Unesco.
Nápoles está a 20 kilómetros del volcán Vesubio, uno de los más peligrosos del mundo por su intensa actividad. Un capítulo dramático de la historia fue la erupción en el año 79. Tras este feroz evento natural, quedaron enterradas Pompeya y Herculano, ciudades donde se encuentran las maravillas arqueológicas descubiertas en 1748.
Esta maravilla recibe al año cerca de 2 millones de visitantes. Su cercanía permite planear uno o dos días para trasladarse a Nápoles. Se puede ir en tren o en auto.
Quien decida lo segundo y pase la prueba de recorrer Nápoles en un día laboral, no sólo será acreedor a una licencia de manejo con cinco estrellas, sino que probablemente requerirá un tratamiento posestrés que calme la carga de adrenalina generada durante la experiencia.
El domingo podría pensarse que el tráfico es moderado, pero la sorpresa es un tanto mayúscula para el conductor, pues se enfrenta a un sinnúmero de autobuses turísticos, las dificultades extremas para encontrar estacionamiento si se quiere visitar, por ejemplo, el museo de arqueología de Nápoles donde se muestran muchas de las piezas encontradas en Pompeya y Herculano.
La ciudad cuenta con grandes avenidas, pero también se vive un intenso tráfico por las estrechas callejuelas. Hay una especie de lucha sin cuartel, en medio de transeúntes, turistas, locales comerciales, puestos de frutas y legumbres, autos, taxis o vespas a velocidades inimaginables que recorren esta especie de laberinto sin inmutarse en lo más mínimo ante el caos; tomar una calle en sentido contrario, estar a punto de atropellar a algún peatón o llevarse al puesto de verduras no es nada extraño.
Los puestos de mercancías como bolsas para dama imitación de las grandes marcas están en su mayoría a cargo de migrantes africanos. Negociar el precio es parte de la dinámica.
Las turistas femeninas, una vez adquirida la copia de aquella bolsa impagable, olvidará la intensa experiencia del tráfico en Nápoles al permitirse lucir este artículo soñado.