La noche comenzó a plena luz del día este sábado en la Ciudad de México, poco después de que el Sol rebasó su cenit. Las causas no tuvieron que ver con un hecho sobrenatural ni un fenómeno astronómico, sino con la fiesta de divulgación científica más importante de Iberoamérica
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Se trató de la Noche de las Estrellas, una cita que desde 2009 se ha hecho habitual en esta época del año en el campus central de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), al sur de la urbe, así como en otras sedes ubicadas en diversos puntos de la República; 120, para ser exactos, en este 2024.
Organizado por la máxima casa de estudios del país, este encuentro reunió desde las 3 de la tarde hasta las 10 de la noche a una pléyade de astrónomos, investigadores, profesores, estudiantes y divulgadores de la ciencia, así como aficionados y público en general, para celebrar a nuestro universo y adentrarse en sus misterios.
Fueron siete horas ininterrumpidas en las que las miles de personas de forma paulatina fueron colmando las Islas de Ciudad Universitaria y se dieron la oportunidad de mirar más allá del horizonte y conocer diversos tópicos relacionados con el espacio exterior y los elementos que lo conforman, mediante charlas, conferencias, experimentos, talleres y la observación con telescopios, además de presentaciones de música, danza y teatro.
El programa de este año tuvo como eje la conmemoración del 90 aniversario del fallecimiento de Maria Salomea Sklodowska, mejor conocida por su nombre de casada, Marie Curie (1867-1934), la primera mujer en obtener el Nobel de Física y Química.
A lo largo y ancho de ese emblemático espacio al aire libre universitario fueron dispuestos un total de 62 carpas o pabellones en los que diversas instituciones de educación superior, centros de investigación, organismos públicos y privados, así como colectivos y grupos independientes brindaron una vasta y variada serie de actividades en las que el público pudo adentrarse y aprender sobre las galaxias, los agujeros negros, nuestro sistema solar y la conformación de los astros, entre otros aspectos.
La parte climática del programa de este año fue la participación por vez primera en la Noche de las Estrellas de un astronauta: el estadunidense de origen mexicano José Hernández, quien tuvo su primer viaje a la Estación Espacial Internacional en agosto de 2009, como parte de la misión STS-128 de la NASA.
El científico ofreció la charla Alcanzando nuevas alturas, en la que platicó la historia de su vida y compartió anécdotas encaminadas a propiciar entre los asistentes la reflexión, el entusiasmo y la determinación para cumplir los sueños
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Investigadores, astrónomos, aficionados y público en general reunidos en las Islas de Ciudad Universitaria. Foto Jair Cabrera
Como ocurre cada año, en el programa académico hubo de todo para todos, en términos de edades e intereses. Por ejemplo, en la carpa del Instituto de Ciencias Nucleares, pequeños y grandes pudieron aprender de qué elementos están compuestas las estrellas y la atmósfera solar, así como en qué consiste la Misión Colmena, mediante la que la UNAM envió cinco microrrobots a la Luna.
En su espacio, el Instituto de Astronomía ofreció durante toda la jornada la dinámica Pregúntale a un astrónomo, mediante la que cinco especialistas en esa disciplina respondían de manera personalizada las inquietudes e interrogantes de quien se los solicitara. Así, refirieron cómo se forman las estrellas, qué es una nebulosa, un meteorito o un cometa, entre otros temas.
El Instituto de Geología, a través de su programa de divulgación científica Terramóvil, invitó a pequeños y adolescentes a convertirse en un geoexplorador
y aprender mediante diferentes talleres qué son los volcanes, los tsunamis y los sismos.
Fuera del módulo la Agencia Especial Mexicana, mientras aún había luz solar, una voluntaria invitaba, a quien estuviera interesado, a observar por el telescopio al astro rey, al tiempo que explicaba que éste está compuesto principalmente de hidrógeno y helio y que es una estrella enana amarilla aún muy joven, a la que queda mucho tiempo de vida.
Entre las decenas de colectivos y grupos independientes participantes, el de nombre Eppur si mueve, conformado por estudiantes de diferentes licenciaturas de la UNAM, fue uno de los que más llamó la atención de los jóvenes con sus charlas sobre la llegada del ser humano a la Luna y lo que ocurre al cuerpo de un astronauta cuando ha estado en el espacio exterior. Respecto de este último punto, indicaron que los fluidos se acumulan en la parte superior del cuerpo, lo que provoca presión ocular, además de que se presenta afectación en los reflejos viso-oculares como consecuencia de la escasa información externa. También se atrofian los músculos de la cadera, espalda y extensores del cuello, además de una disminución de la densidad ósea y de la producción de la vitamina D3.
Otras afectaciones son la distensión en las venas craneales, causando la disminución de la autorregulación cerebral, y el aumento de la presión arterial diastólica, señalaron.
Los grandes protagonistas de esta fiesta en homenaje a los astros fueron, sin duda, las decenas sino es que centenas de telescopios que se colocaron a lo largo y ancho de las islas universitarias.
Los hubo de diferentes alcances y potencias, tanto de procedencia institucional como particular, entre estos últimos, por ejemplo, los del colectivo Ne-Notoka Cofame y los de la Sociedad Astronómica de la Ciudad de México, así como un sinfín más, en torno de los cuales se arremolinaban a lo largo del día decenas de personas, ansiosas de observar con más detalle, según la hora del día, al Sol, la Luna, Júpiter o algún otro planeta del sistema solar o Las Pléyades.