En otros tiempos, los neoliberales, y por decisión del inquilino en turno de Los Pinos, el erario ya habría entrado al rescate del gánster Alonso Ancira, quien en 1991 y por módicos 145 millones de dólares se quedó con una paraestatal cuyo precio real no era menor a 4 mil millones de billetes verdes, y de pilón se embolsó 11 empresas adicionales (también propiedad de la nación, entre ellas seis mineras), mientras los pasivos pasaron a formar parte de la deuda del Estado mexicano.

De ese tamaño es la exitosa política privatizadora del régimen neoliberal (recuérdese el rescate de la banca privada, de las concesiones carreteras, de las aerolíneas, de los ingenios azucareros y de tantas otras ex paraestatales), y el costo no se limita a lo económico, sino a lo social, como en el caso de AHMSA que sin más echó a la calle a cerca de 20 mil trabajadores. Al mismo tiempo, Alonso Ancira cómodamente vive en Estados Unidos (tiene doble nacionalidad) y le vale una pura y dos con sal lo que suceda.

Se trata del mismo gánster que en 2013 y en connivencia con otro hampón, Emilio Lozoya Austin (quien recibió una coima de 3.5 millones de dólares), defraudó a Petróleos Mexicanos en la operación de compraventa de la chatarrizada Agronitrogenados (en su momento parte de la ex paraestatal Fertimex), lo que lo llevó a la cárcel (tras huir a España, en donde se congregan todos los políticos y empresarios mexicanos delincuentes), en donde lo encarcelaron para extraditarlo a México sólo para terminar en el Reclusorio Norte.

Para salir de ese centro penitenciario, Alonso Ancira llegó a un acuerdo reparatorio con el gobierno de AMLO: paga los 216.6 millones de dólares del fraude y sales de chirona. Pidió hacerlo a plazos, pero sólo cubrió poco menos de la mitad (alrededor de 100 millones), y ya en la calle agarró el avión y se fue a vivir a Estados Unidos.

La más reciente información sobre este caso la aportó en mayo pasado el entonces director de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero: de los 216.6 millones de dólares que Alonso Ancira se comprometió a pagar sólo ha cubierto 104 millones; restan 112.6 millones, pero habría logrado un aplazamiento hasta el 30 de noviembre de 2024, para cerrar la cuenta. Habrá que ver, pero todo apunta a que no lo hará.

La Jornada lo reseño así: “el juzgado segundo de distrito en materia de concursos mercantiles en la Ciudad de México declaró la quiebra de AHMSA, con lo que cerca de 20 mil trabajadores, entre ellos varios de alta especialidad, que dependían de la siderúrgica y las minas, quedarán en el desamparo al igual que sus familias… La siderúrgica requería alrededor de 900 millones de dólares, de los cuales al menos 650 millones deberán ser destinados para enfrentar los adeudos que tiene”.

Antes de la quiebra oficial de AHMSA, el gobierno de Coahuila (entonces con Miguel Riquelme Solís como cara visible) no movió un pelo para apoyar a los trabajadores que desde hace un año dejaron de recibir su sueldo; tampoco lo hizo el nuevo encargado del negocio familiar de los Moreira, Manolo Jiménez Salinas (todos priístas), pero ahora, de forma demagógica y oportunista, anuncia apoyo a los trabajadores y a la economía de Monclova.

Ante esta exitosa privatización, tres semanas atrás el Sindicato Nacional de Mineros, por medio de su dirigente Napoleón Gómez Urrutia, presentó una propuesta a la presidenta Sheinbaum para analizar la creación de una cooperativa con participación de la propia organización obrera, empresarios con visión social y gobierno federal. Se trata de reflotar AHMSA, de tal suerte que los cerca de 20 mil trabajadores recuperen su fuente laboral, con todos sus derechos; se reactive la economía de Monclova y cobren los acreedores. Desde luego, hay que investigar a dueños, accionistas y directivos por su ineficiencia y corrupción. ¿Y Alonso Ancira? En su hamaca gringa.

Las rebanadas del pastel

¿Ya hicieron maletas Norma Piña y su pandilla?, porque después de la inmundicia que hicieron, no deben mantenerse un segundo como ministros.

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