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Huracanes sin rumbo

07 de noviembre de 2024 00:03

La palabra que todos mencionan ahora en Cuba es “huracán”. Once han recorrido el Caribe en la actual temporada ciclónica y dos tocaron tierra cubana con efectos catastróficos. A finales de octubre el huracán Óscar provocó ocho muertes, más de 12 mil viviendas afectadas, cientos de miles de personas sin electricidad y viales destrozados por una estela de inundaciones, lluvias y deslizamientos de tierra nunca vistos en una zona de históricas sequías en el oriente de la isla.

Mientras escribo estas líneas se sienten los vientos del huracán Rafael, que comenzó a azotar el occidente de Cuba la tarde del miércoles. El agua ha invadido los barrios costeros del occidente de la isla, con olas de hasta 10 metros de altura en La Habana que forzaron el desalojo de algunos de los hoteles más famosos del Malecón y numerosas operaciones de auxilio de los servicios de emergencia. Las inundaciones por la subida del nivel del mar se extendieron por las calles de la ciudad, creando espontáneos ríos entre los edificios. No tenemos noticias de víctimas mortales, hasta ahora.

Cuba es la isla de los huracanes y tiene un sistema de la Defensa Civil acerado con estos fenómenos naturales, pero no es normal un año tan activo en el Caribe. El huracán Helene fue especialmente mortífero y se acompañó de lluvias torrenciales en Georgia, el oeste de las Carolinas, el este de Tennessee y el sur de Virginia. El doloroso resultado fueron 227 muertos, con lo que se convirtió en el segundo huracán más mortal para Estados Unidos, sólo por debajo de Katrina, en 2005.

La viceprimera ministra de Cuba, Inés María Chapman, ingeniera hidráulica de profesión, advirtió en declaraciones a la Televisión Cubana que el cambio climático ha alterado los patrones de lluvia y el comportamiento del clima en Cuba. En San Antonio del Sur, municipio de la provincia Guantánamo, por ejemplo, las lluvias de Óscar alcanzaron un registro excepcional de 427 milímetros en un corto periodo, una cantidad de agua inusual que las zonas semiáridas de esta región no están preparadas para absorber. Como durante el fenómeno de la gota fría en la comunidad valenciana, con niveles de precipitación similares, esta lluvia excesiva provocó inundaciones rápidas y severas que alcanzaron los techos de las viviendas de San Antonio.

Como ocurrió en Valencia, la orografía de San Antonio del Sur contribuyó a las graves inundaciones. El municipio está rodeado de montañas y presenta un sistema de afluentes subterráneos y superficiales que, en condiciones normales, tienen un caudal mínimo o están secos. Sin embargo, las lluvias extremas y el deslizamiento de tierra debido a las montañas saturadas hicieron que los ríos aumentaran súbitamente, causando una acumulación masiva de lodo y agua que inundó gran parte de San Antonio.

El cambio climático está afectando además la frecuencia, intensidad y comportamiento de los huracanes de manera notable en el Caribe, aunque es esta región la que menos contribuye a la emisión global de gases de efecto invernadero. El Caribe se sumerge literalmente algunos centímetros con cada década que pasa y los huracanes son cada vez más intensos debido al aumento de la temperatura de los océanos. Las aguas cálidas son el “combustible” que alimenta a estos sistemas, y a medida que el océano absorbe más calor, los huracanes tienden a intensificarse rápidamente y llegan con mayor frecuencia a las categorías cuatro o cinco, según la escala Saffir-Simpson.

Los huracanes, además, se están moviendo más lentamente. Óscar hizo historia en Cuba porque con un diámetro de apenas 10 kilómetros estuvo 25 horas dentro del territorio cubano, desplazándose a 4 kilómetros por hora, es decir, al ritmo con que camina una persona, y rachas de viento superiores a 130 kilómetros por hora. Significa que estas tormentas ahora pueden afectar una región durante más tiempo y tener comportamientos erráticos que incrementan los daños por viento y lluvia, sobre todo en asentamientos cercanos al mar, en una isla que tiene más de 5 mil kilómetros de costa.

Danas, olas de calor, incendios y huracanes, el cambio climático no es ni teórico ni lejano. En Cuba, los vientos de Rafael que este miércoles golpearon con furia el occidente de la isla nos recuerdan dolorosamente que es el ser humano quien está provocando el comportamiento caprichoso y mortífero del huracán, que obedecía a lógicas ancestrales. “Huracán” era una deidad taína cuyo nombre significaba “centro del viento” y convivía con otros dos cemíes que controlaban “las aguas productivas” y el “buen tiempo”, enfrentados entre sí para mantener la estabilidad en las vidas de los taínos. Ya no.



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