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Donald Trump, quien centró su campaña en contra de los migrantes, despachará otra vez en la Casa Blanca. En la imagen, estudiantes votan en la Universidad de California. Foto Ap
07 de noviembre de 2024 08:03
Los recientes acontecimientos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación se resumen en la apabullante derrota de los ministros de opereta (y de la derecha que representan) en su denodado afán de conservar intocados sus privilegios, y la contundente victoria política de la presidenta Sheinbaum: la reforma al Poder Judicial se mantiene legal y vigente, como lo decidió el Legislativo, y firme como parte de la Constitución, con lo que aparentemente concluye uno de los más negros capítulos de la guerra en contra de la voluntad popular, lo que no quiere decir que será el último.

Los ministros de opereta desvergonzadamente se prestaron a todo tipo de juego sucio, chicanas, enjuagues, corrupción, interpretaciones legales a modo y, sobre todo, a denigrar en grado sumo su función social de impartir justicia, de tal suerte que la pandilla ha protagonizado uno de los capítulos más inmundos de la historia judicial del país.

De por sí impresentable, a Norma Piña se le vio descompuesta, reventada, dando palos de ciego en su febril cuan ilegal intento de salvar algo de lo perdido con su fórmula de reducir el número de ministros (de 8 a 6) para sacar adelante el frustrado proyecto del iracundo Juan Luis González Alcántara Carrancá; desencajado, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena ya no reía –como en Harvard– ni gozaba del desplome de su intentona, tal cual lo sentía el resto de la pandilla, derrotada, degradada, que como dijo la ministra presidenta lo registrarán los libros de historia.

En la sesión del pleno del pasado martes, tal vez el de los abonos chiquitos y las cuotas enormes, Luis María Aguilar Morales, fue el más quitado de la pena, no por el hundimiento de la intentona golpista –la que sin duda apoyó–, sino a sabiendas de que le restan unos cuantos días (alrededor de 23) para concluir su membresía en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y así gozar de las mieles que para él implica el voluminoso monto a recibir por su haber de retiro y, desde luego, su jugosísima pensión vitalicia. Entonces, como abogado libre, ya puede irse a litigar y gozar de una bellísima oficina en Elektra.

Quien rompió el pacto de la pandilla y el voto mayoritario acordado por el resto de la pandilla fue Alberto Pérez Dayán, quien desde prácticamente el inicio de la sesión se pronunció en contra del proyecto de González Alcántara Carrancá, con lo que se desmoronó el resto de sus ex socios.

Las ministras Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz y Lenia Batres ya habían fijado posición (rotunda negativa al proyecto), pero aun así, por sí solas no alcanzaban a tumbar la intentona golpista. Por ello, el voto de Pérez Dayán fue el que permitió el aparatoso desmoronamiento de la banda de los ocho (de siete, a partir del pasado martes). Entonces, ya que presentaron su renuncia adelantada, pues que se vayan de una vez.

Si de derrotas se trata, pues ahí está el ya clásico ejemplo del junior tóxico, del cártel inmobiliario, de los impunes de la Guardería ABC, de los legisladores que nunca han ganado una votación, de los corruptos nepotistas y tantos otros oscuros personajes que se reunieron afuera de las instalaciones de la SCJN para celebrar el triunfo golpista, para sólo ser arrasados, una vez más.

Habrá que esperar los coletazos, el plan de venganza que trama la derecha y sus sicarios mediáticos, lo que obliga a la parte vencedora a implementar perfecta y rigurosamente la siguiente etapa de la reforma judicial para que no quepa la menor duda de que fue la mejor decisión.

A la intentona golpista de Norma Piña y sus guajiros, la presidenta Sheinbaum la calificó de pirueta inconstitucional, y subrayó que con la derrota de la pandilla “triunfa el pueblo de México, la Constitución y el estado de derecho; impera la razón frente a la sinrazón, la cordura frente a la locura. Esta decisión es más republicana, porque fortalece al Poder Judicial como un poder autónomo elegido por el pueblo. Porque ya ayer vi algunas publicaciones que decían: ‘Vamos a rescatar la República’; prevalece la democracia y la fuerza de la razón”.

Las rebanadas del pastel

De nueva cuenta, en la Casa Blanca despachará el esperpéntico Donald Trump, quien una vez más centró su campaña electoral contra los inmigrantes, ocultando lo que ellos representan y aportan a la economía estadunidense. Sólo para dimensionar, 70 por ciento de la mano de obra en el sector agrícola estadunidense es de origen inmigrante, con alta proporción de indocumentados. Entonces, si los va a expulsar, como amenaza, ¿quién levantará las cosechas gringas? ¿Los cavernícolas que lo apoyan?

X: @cafevega

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